El frenético Japón languidece
al inicio del nuevo año

El frenético Japón languidece<br/>al inicio del nuevo año

El saludo de Akihito, junto a la emperatriz Michiko, el príncipe heredero Naruhito y su triste esposa Masako, se repite varias veces para que los japoneses puedan ver en persona al emperador, por el que sienten veneración aunque perdió su carácter de divinidad hace más de medio siglo, al final de la Segunda Guerra Mundial.

TOKIO, EFE.– Japón, el país con fama de albergar el mayor número de adictos al trabajo de la tierra, disfruta con motivo del año nuevo de su período festivo más prolongado, que prácticamente paraliza estos días la nación.

El mejor espejo es el habitualmente frenético Tokio, cuyo centro financiero parece una ciudad fantasma con tiendas, edificios de oficinas y restaurantes cerrados, sin apenas más coches que taxis o autobuses y donde los turistas llegados de otras zonas de Japón buscan cómo saciar su apetito en los escasos locales abiertos.

En el exclusivo barrio de Ginza, las imponentes tiendas de Hermes, Gucci o Sony languidecían anteayer entre luces de neón, mientras algunos viandantes optaban por entrar en la cervecería Sapporo, único local abierto en muchos metros a la redonda.

Hoy, no obstante, abrieron en otras áreas de la capital grandes almacenes como Mitsukoshi, Seibu o Takashimaya para la temporada de ventas de año nuevo, ofreciendo sus famosas «bolsitas de la suerte», que pueden deparar un viaje al extranjero, y con las que pretenden atraer a los turistas que estos días se han desplazado a Tokio.

El período vacacional oficial comenzó en Japón en la tarde del viernes 29 de diciembre y concluirá en la mañana del jueves 4 de enero, casi una semana sin actividad empresarial que los nipones aprovechan para escaparse de las grandes ciudades, rezar en templos y, cómo no, reunirse con la familia.

Las visitas a templos budistas y santuarios sintoístas son una actividad obligada. Allí acudirán durante estas fiestas cerca de cien millones de japoneses para orar, ofrecer incienso y lanzar unas monedas con la esperanza de buenos auspicios para el nuevo año.

Entre los días 1 y 3 se calcula que tres millones de personas habrán visitado el templo Meiji de Tokio, donde miles y miles de visitantes vuelven a agolparse hoy sin dejar el mínimo resquicio, entre numerosos puestos de comida y atracciones de feria.

En este período festivo no hay ninguna actividad en los mercados financieros y, así, la Bolsa de Tokio sólo volverá a funcionar en la mañana del próximo jueves, aunque en una corta sesión de tres horas.

Por no haber, hoy no hay ni periódicos, pues anteayer fue festivo para la prensa.

A diferencia de otras naciones asiáticas que se guían por el calendario lunar, Japón adoptó el sistema gregoriano a finales del siglo XIX y desde entonces celebra el nuevo año cada 1 de enero, como ocurre en los países occidentales.

Es la ocasión más habitual del año para huir de las grandes ciudades y así algunos de los «Shinkansen» (trenes bala) que partían de Tokio tenían este sábado sus vagones no reservados a un 200 por ciento de su capacidad.

En la capital japonesa están vacías las áreas residenciales y las zonas de oficinas, pero otras están llenas de turistas, como el famoso distrito «eléctrico» de Akihabara, o Akiba, donde puede encontrarse hasta el último cachivache de la tecnología mundial.

Además, los visitantes ocasionales y los tokiotas que optaron por quedarse en su ciudad pudieron hoy acercarse a saludar al emperador Akihito en el Palacio Imperial con motivo del año nuevo, una costumbre que se ha convertido ya en un auténtico rito social.

La favorable climatología hizo que a primera hora hubiese ya 17.000 japoneses -muchos de ellos con banderas- agolpándose para ver cómo el emperador saludaba desde el balcón, 3.000 más que el año pasado, cuando las temperaturas fueron más bajas y cayó llovizna.

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