El Fuerte de San Lorenzo, historia viva

El Fuerte de San Lorenzo, historia viva

 EFE. Reportajes

Testigo mudo de batallas y ataques piratas, el Fuerte de San Lorenzo se yergue desde finales del siglo XVI en la costa caribeña de Panamá, concretamente en la desembocadura del río Chagres, en medio de un frondoso bosque tropical en lo que es hoy una reserva natural.

Trepado sobre un acantilado, el también llamado Castillo de San Lorenzo el Real, como originalmente lo denominaron los conquistadores españoles, protegía la entrada del Chagres, ruta de penetración a la ciudad de Panamá y una de las vías comerciales más importantes en la época de la Colonia para cruzar el istmo, cuyo cauce sirvió siglos más tarde de guía para trazar el trayecto del canal entre los dos océanos. Derribado y reconstruido en varias ocasiones a lo largo de los siglos, el Fuerte de San Lorenzo, declarado patrimonio mundial de la humanidad hace tres décadas, sigue languideciendo alejado de las rutas turísticas panameñas más habituales, mientras aguarda tiempos mejores, algo que a tenor de los planes del actual Gobierno pudieran estar a la vuelta de la esquina.

El lugar de su emplazamiento se encontraba hasta hace poco más de una década dentro de la llamada Zona del Canal, un territorio que flanqueaba la vía interoceánica por sus dos márgenes y que estuvo durante casi todo el siglo pasado bajo el dominio de Estados Unidos.

Pero la entrega al estado panameño, en el año 2000, de esa franja de terreno junto al propio canal, ha abierto la posibilidad de emprender nuevas iniciativas turísticas.

Remodelación. La propuesta incluye montar en los accesos de la fortaleza un centro de acogida de visitantes y, ya dentro de su perímetro, montar una sala museográfica, con paneles y presentaciones audiovisuales que expliquen cómo fue construida la fortaleza, las invasiones piratas que ha sufrido y sus sucesivas destrucciones y reconstrucciones. Con eso se generarían los recursos necesarios para el mantenimiento y conservación del propio fuerte sin alterar su carácter público, según el proyecto, que prevé también dedicar un espacio dentro del fuerte a actos sociales, bodas, presentaciones o conciertos, como ya se hace en las ruinas de Panamá la Vieja, en la ciudad de Panamá.

El diseño.  Es  obra del ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, que había sido enviado en 1580 por Felipe II para estudiar las posibilidades de abrir un canal que, cortando el istmo de Panamá, permitiese la navegación entre ambos océanos, y a quien, tras recorrer y reconocer la región, le pareció descabellada esa idea.

La fortaleza, en una atalaya escarpada en forma de península desde donde se domina la desembocadura del Chagres, está construida sobre un relleno en dos niveles,  comunicados por una escalinata y una rampa que facilitaba el traslado de pólvora, agua o alimentos rodando en barriles.

Las ruinas

Conservación

Se aprecia aún el aljibe en el que se recogía el agua de lluvia, el lugar donde estaba el puente levadizo  que circunda los muros de piedra del fuerte, el camino de la ronda, algunas garitas de ladrillo o el patio de armas desde el que la guarnición dominaba el horizonte.

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