¡El futuro a la luz de los últimos hechos!

¡El futuro a la luz de los últimos hechos!

FIDELIO DESPRADEL
La sociedad, como colectivo de ciudadanos y ciudadanas, tiene toda la razón cuando una honda preocupación por el rumbo incierto de nuestra sociedad, asalta sus ingenuos corazones. Razón de sobra tienen los editorialistas y los directores honestos de nuestros medios, como El Coctelero y ese rebelde incorregible al que le dicen Radhamés Gómez, de protestar y mostrar su preocupación por ciertos hechos que han adornado las primeras páginas de los medios de comunicación, en las últimas semanas.

¡No son pocas cosas las que han venido ocurriendo en el país de todos los dominicanos y dominicanas!: El solo hecho de que centenares de jóvenes reclamen, armas al aire, enterrar «sus» muertos cubiertos con la bandera nacional, en una fiesta de tiros y música, y que centenares de campesinos, amas de casa y obreros ocasionales reclamen, en movilizaciones y piquetes asumidos responsablemente, de «cara al sol», la «bondad» y espíritu altruista de un subalterno capo de la droga: ¡Todos estos hechos, son para alarmar al alma más encallecida!

Pero, al analizar y reaccionar ante los últimos eslabones de la marcha hacía el precipicio a la que está siendo precipitada la Nación Dominicana, tenemos que cuidarnos de «andar por la ramas», evitando ir «a la raíz del problema». Cuidarnos, principalmente, aquellos y aquellas que estamos comprometidos, por un imperativo ético-político, a coadyuvar, con todas nuestras fuerzas, a la construcción de una Alternativa Política a este desastre.

Aprovecharse cuando lo ponen «donde hay»; brindar «protección» o indulgencia a quienes manejan los negocios «no santos» en cada uno de los barrios de las grandes ciudades del país; distribuir drogas y repartir parte de las ganancias entre los más pobres; proteger a los pobladores y sólo atacar mortalmente a los competidores y a quienes quieren «asaltar» los territorios; la impunidad y «aceptación social» de los grandes capos de la televisión y la radio; repartir sonrisas y genuflexiones ante banqueros «quiebra bancos», ante dilapidadores del dinero del contrabando, del lavado o de las grandes corporaciones mafiosas; repartir sonrisas y lisonjas ante los curas cómplices, mientras se acepta la «inquisición» ante sacerdotes ejemplares como Rogelio Cruz, Jorge Sela y centenares de auténticos seguidores de Cristo; que nos mostremos indiferentes ante la información de que un banquero asuma que le «regaló» una casa de diez millones de pesos a un jefote de la policía; que los más altos representantes del Estado participen en bodas y fiestas, de peloteros multimillonarios, mientras los Manolete Cáceres, Pepe Lucas, y todas las demás de nuestras glorias deportivas, yacen en el olvido; aceptar recibir la ostia sagrada por parte de sacerdotes que se olvidaron, por siempre, del acertijo de Cristo acerca del camello y la aguja; el hecho de que no hay un solo banquero «quiebra banco» en la cárcel, y que todo el mundo sepa que no lo habrá, tampoco, en el futuro inmediato. Aceptar que los maestros y la escuela; los hospitales y los médicos, reciban una fracción miserable del presupuesto, mientras los dueños del país no pagan el impuesto sobre la renta y se aprovechan del Estado para incrementar sus fortunas: todo esto, y mucho más, está en el centro de la raíz de los acontecimientos que estremecen hoy a la sociedad dominicana.

Sencillamente: una parte de la sociedad dominicana; posiblemente, una parte de aquellos y aquellas, cuyo nivel de adrenalina, los hace osados, desafiantes y decididos a cualquier cosa, han decidido que «delinquir», en esta sociedad, es una profesión como cualquier otra; y han decidido, que como ellos y ellas, no tienen la más mínima posibilidad de acceder a una educación que les permita vivir decentemente, van a hacer uso de lo que la naturaleza las ha proporcionado con creces (su agresividad y osadía), para hacer de ello un oficio o una profesión. ¡Así de simple! Y este fenómeno se repite, no solo en la profundidad de los barrios, sino también en las filas de la policía y de las Fuerzas Armadas.

¡Los dueños del país son los culpables! Ellos y ellas han construido, libre e impunemente, la sociedad que los dominicanos y dominicanas tenemos y padecemos!

¡A mi no me gusta, pero es así! Y mi respuesta a esta situación, no son los «golpes de pecho», las hipocresías tan de moda hoy en día. Mi respuesta es luchar, cada minuto, cada hora y cada día, para: ¡Cambiar el Rumbo del País! ¡Para desplazar del poder a los sectores sociales que hegemonizan nuestra sociedad y han determinado su rumbo; por desplazar la actual y corrupta clase política, congresional y judicial, cómplice de los dueños del país en este desastre!

¡Los hombres y las mujeres patriotas, revolucionarios, honestos, que apunten en una dirección distinta a esta, están totalmente equivocados y equivocadas! ¡La actual clase gobernante; la actual clase política; las cúpulas de los poderes legislativos y judiciales, lo único que merecen de esta sociedad es el repudio, y la determinación de luchar por desplazarlos, y empezar a construir una Nueva República Dominicana!

Si asumimos una actitud de este tipo, entonces los hechos de Capotillo, del Cementerio de la Máximo Gómez; los últimos episodios del narcotráfico, tan solo servirán para incrementar nuestra determinación.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas