El futuro de la “dictadura de partido único”

El futuro de la “dictadura de partido único”

Tras escuchar el discurso y ver la comparecencia del candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), me vino a la mente una frase de la obra “Los Miserables” de Víctor Hugo que un querido amigo acostumbra a citar y que se refiere al momento en que el señor Magdalena, tras haber cumplido su condena, regresa a la sala de audiencias de un tribunal, y la sensación que este experimenta al entrar a dicha sala de tan ingrato recuerdo. Lo que dice el gran literato francés atañe a aquellos momentos en que uno requiere mayor ecuanimidad y entereza para enfrentar los desafíos que le esperan y, sin embargo, ambas cualidades desaparecen en el instante mismo en que uno tanto las necesita. Dice Víctor Hugo: “Estaba solo. Había llegado el momento supremo. Trataba de recogerse en sí mismo y no podía conseguirlo. En las ocasiones en que el hombre tiene más necesidad de pensar en las realidades dolorosas de la vida, es precisamente cuando los hilos del pensamiento se rompen en el cerebro”.
Cuando Luis Abinader afirma que “tampoco vamos a permitir que caigamos en una dictadura de partido único, el pueblo demostró con su voto que no está dispuesto a permitirlo”, trata de mantener viva en respiración artificial la tesis de la supuesta dictadura de partido único y la cual puede ser resumida, en palabras de uno de sus mejores expositores, el Dr. Pedro Catrain, en los siguientes términos: “La oposición tiene que delimitar claramente los campos de la política dominicana asumiendo la defensa de la democracia y el Estado de derecho ante un PLD antisistema, profundamente antidemocrático, que ha destruido las instituciones, que se ha propuesto eliminar la oposición a toda costa, que ha socavado el Estado de derecho eliminando el principio de la imparcialidad de los jueces y la seguridad jurídica, ha alterado la regla democrática de un hombre un voto, en provecho de crear un gobierno que desconoce el principio fundamental de que todo poder tiene límites y controles”.
Pero… ¿cuál es la verdadera situación política tras las elecciones del pasado 15 de mayo? ¿Cómo se compatibiliza la tesis de la dictadura del partido único con unos resultados electorales que convierten al PRM, un partido de recientísima formación, en el principal partido de oposición? ¿Cómo puede explicarse que, en medio de tal dictadura, la Junta Central Electoral (JCE) haya tenido que aceptar el conteo manual de los resultados, pese al criterio del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que favorecía el método escogido por la JCE, previamente consultado y aprobado por todos los partidos, incluyendo al PRM? ¿Es posible explicar desde la premisa teórica del partido único que controla todos los poderes del Estado que el PLD perdiese la principal alcaldía del país, la del Distrito Nacional, de manos del PRM?
La verdad es que estas elecciones han desmentido la tesis de la dictadura del partido único. Más aún, independientemente de que no se cuenta todavía con los resultados oficiales definitivos a nivel congresual, el PRM, en el peor de los escenarios, como segunda fuerza política en la Cámara de Diputados, contará con al menos un representante en el seno del Consejo Nacional de la Magistratura, órgano que designa los integrantes de las tan denigradas Altas Cortes, dos de las cuales, el Tribunal Constitucional y la Suprema Corte de Justicia, experimentan en diciembre de 2017 y en diciembre de 2018, renovación parcial y evaluación total, respectivamente.
Sin embargo, pese a esta realidad, que obliga incluso a un mandatario que, como es el caso de Danilo Medina, ha sido elegido por una súper mayoría popular del más del 60% del cuerpo electoral que emitió votos válidos en unas elecciones cuasi plebiscitarias, a tratar de gobernar desde un amplio gobierno de unidad nacional, Medina no solo no ha sido felicitado por el candidato perdedor, sino que incluso hay quienes desde la acera del PRM llaman a desconocer el resultado electoral y a convocar a nuevas elecciones. Juan TH, uno de los más acabados ideólogos del PRM, por ejemplo, afirma: “No encuentro otra salida a la crisis que corregir los entuertos necesarios y volver atrás evitando el retroceso democrático. ¡Elecciones otra vez! De lo contrario el gobierno de Danilo será ilegal e ilegítimo más allá de lo que digan sus bocinas y sus medios de comunicación, más allá de lo que establezcan sus jueces de la JCE, del TSE, de la Suprema Corte y el Tribunal Constitucional. Si la oposición se cruza de brazos, si acepta los resultados de las elecciones, habrá cavado su propia tumba junto con la de la libertad y la justicia, no importa que Danilo haya dicho que no reprimirá (ojo) a sus opositores. ¡Si lo hará!”.
Lo anterior obliga al PLD y a su principal aliado, el Partido Revolucionario Dominicano, a no perder tiempo en la construcción de las bases de un amplio Gobierno Compartido de Unidad Nacional pues, todo indica que, a pesar de lo rotundo del triunfo del presidente Medina y de los candidatos de la coalición política que lo sustenta, tendremos cuatro años de intenso cuestionamiento de la legitimidad del nuevo gobierno, de las autoridades de las Altas Cortes y de la JCE, todo ello en un contexto nacional e internacional propicio a los golpes de Estado en cámara lenta, fruto de una actualización del know how expuesto por Curzio Malaparte hace décadas y el cual mezcla dosis de redes sociales, movilización popular, despliegue internacional y articulación de las elites económicas y de los líderes de opinión, las mismas “fuerzas vivas de la Nación”, que vimos una vez en acción en estos mismos aprestos un infausto 25 de septiembre de 1963.

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