El futuro futurible

El futuro futurible

El pasado dominicano es un enigma perfectamente descifrable. A pesar de que algunos de nuestros historiadores componen relatos caprichosos, interesados, tendenciosos o, simplemente, arbitrarios. El futuro, por el contrario, no podemos predecirlo tan cómodamente como “organizamos” el pasado. Ayer expuse a los lectores de esta columna la serie de treinta años que, según creo, “periodifican” la historia dominicana, comenzando desde 1808, año de la primera reincorpora ción a España. La llamada “era de Francia” empieza en 1801, después de la invasión de Dessalines. El Tratado de Basilea tardó seis años -desde 1795- para “ejecutarse” o hacerse efectivo. La segunda vuelta a España es la anexión de 1861. ¿Somos franceses o somos españoles?

Esta fue una disyuntiva, política y emocional, que trastornó las almas de los dominicanos a comienzos del siglo XIX. Después de la independencia de 1844, mucho menos efímera que la de 1821, hubo una “disposición consular” que permitía a los dominicanos “recuperar” su nacionalidad española: la Matrícula de Segovia, un procedimiento legal abierto en 1856 para los dominicanos que desearan “regresar” a la Madre Patria. A lo largo de nuestra historia hemos tenido otras disyuntivas emocionales y políticas. ¿Somos negros o somos blancos? Esta última interrogante todavía perturba nuestra sociedad mulata. Los trinitarios aparecen en 1838; son la semilla de la independencia política y administrativa.

1868 es la fecha de los llamados seis años de Báez; la muerte de Lilís ocurre en 1899; el ascenso de Trujillo en 1930; su caída en 1959. Tras la muerte de Trujillo, como todos sabemos, vino el derrocamiento de Juan Bosch en 1963, la revolución de abril en 1965 y la subsiguiente intervención militar de los EUA a nuestro país. Balaguer vuelve a ser Presidente en 1966; lo fue por doce años consecutivos.

El regreso del PRD ocurre en 1978 con el ascenso de Antonio Guzmán al poder. Desdichadamente, se quitó la vida al final de su periodo. Le sucedió otro gobierno del PRD. Después de ocho años de gobiernos perredeístas, quedó establecida una guerra mortal entre PRSC y PRD, destructiva para ambos partidos y decisiva para el futuro del PLD. Al morir sus respectivos líderes, esas organizaciones languidecieron. Balaguer gobernó por diez años más, antes de aupar al PLD.

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