El futuro isleño: confrontaciones o convivencia

El futuro isleño: confrontaciones o convivencia

Desde hace décadas, desde el inicio de la dictadura de Trujillo, los dos países que ocupan el territorio de la isla Hispaniola, han tenido un comportamiento desarrollista diametralmente opuesto. La prosperidad y desarrollo dominicano abruma a los haitianos empobrecidos. Es una atracción para la migración hacia el país y a la vez motivo de rabia contenida de una población sumida en la pobreza.
Con la acción depredadora de siglos, los haitianos desolaron casi por completo una amplia zona de su territorio de 27 mil kilómetros cuadrados, con 4 mil de ellos secuestrados al territorio dominicano desde los tiempos de 1800. Aquella vez la parte española, luego dominicana, había sido cedida a Francia en 1796 por el Tratado de Basilea. Pero ese traspaso todavía en 1800 no se había ejecutado. En esa ocasión fue que se intentó hacer cumplir el acuerdo pero desde esa vez el territorio dominicano quedó menguado.
El país ha tenido un desarrollo sostenido con sus altibajos desde el inicio del siglo XX con los basamentos sembrados por la dictadura de Ulises Heureaux a finales del siglo XIX junto a algunos extranjeros inversionistas con la luz eléctrica, el telégrafo, los puertos, los centrales azucareros y lo más importante la red ferroviaria del Cibao construida para dinamizar la riqueza agrícola de esa región. Con la ocupación americana de la I Guerra Mundial en ambos países isleños, la parte oriental tuvo una mejor respuesta al desarrollo. En 1924 la ocupación al país cesó mientras que en Haití duró hasta 1935. Dejaron a Haití en condiciones de extrema miseria y un aislamiento comunicacional que agravó la vida de una población depredadora por naturaleza, cada vez más pobre y dominados por dictadores y autoridades impiadosas.
Frente a Haití, el desarrollo dominicano ha sido descomunal en los últimos 50 años después de la muerte de Trujillo. El país se ha colocado a un nivel de desarrollo pese a las lacras de la corrupción de los políticos. Ese desarrollo ha contado con el apoyo de la mano de obra haitiana que primero fue en el cultivo y corte de la caña. Mas luego en la agricultura en especial la de arroz, tabaco, café y plátanos, para introducirse luego en el campo de la construcción. Y cuando arrancó el turismo los haitianos encontraron un nicho para trabajar en los cientos de resorts que sirven a las playas del este y del norte en múltiples funciones, en especial como camareros bilingües .
En Sabana Larga en 1856 ocurrió la última confrontación bélica de los dos países. Desde entonces se vive en litigios frustrantes y acuerdos para romperlos los haitianos. En el siglo XX la mano de obra haitiana fue esencial para el corte de la caña, cuando el azúcar era la espina dorsal de la economía hasta 1980. Las relaciones diplomáticas y comerciales marchaban por buen camino. Las quejas haitianas bajo el régimen de Trujillo eran pocas después de la absurda matanza de 1937. Esta, de una manera draconiana, llevó orden a la frontera.
Pero en el siglo XXI se volvieron agresivos cuando el gobierno dominicano quiso poner orden a la presencia de millares de haitianos ilegales por generaciones sin ningún tipo documentación formal. En su territorio no se les pueden otorgar por la carencia de orden burocrático. Eran y son una carga riesgosa para la economía y la soberanía. La presencia haitiana es cada vez más notable por todos lados ya que son necesarios para diversas tareas que la dominicanos desprecian. Y estos ahora se ven empujados por la presencia de decenas de venezolanos que exhiben mejores credenciales para trabajar. Y por su capacidad y etnia similar a la dominicana, se han insertado exitosamente en el mercado laboral.
Los haitianos dejaron sus pretensiones militaristas de finales del siglo XIX y desde 1930 con el cambio radical de la situación política. Aparentemente los americanos habían dejado dos países en igualdad de condiciones para desarrollarse. Pero los dominicanos fueron más aventajados por la estabilidad política surgida con la dictadura de Trujillo. Haití se consumió en la pobreza y en la destrucción de territorio. Prefirieron una estrategia de la confrontación mucho más sutil en base a una penetración pacífica desbordada en los pasados doce meses.
De esa manera mediante esa presencia masiva de los haitianos los dominicanos pregonan, como cuchillo para su garganta, una convivencia que bien le sirve a los vecinos para sus planes. Ellos ahora buscan que una mayor parte de sus habitantes emigren hacia oriente a buscar la alimentación y el trabajo que ya no tienen en su desolado territorio. Es una convivencia que todavía pregonan los dominicanos aceptando ver que nuestras calles se mantienen llenas de haitianos y hasta su presencia como pordioseros es abrumadora en las calles dominicanas.

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