El futuro peligra en los invernaderos

El futuro peligra en los invernaderos

Economistas y políticos no cesan de denunciar al presente modelo económico del país, por ser consumista, de importación, con dineros prestados u originados en otras economías, donados o enviados mensualmente; en detrimento de la producción local, industrial, agrícola o de servicio, con problemas de altos costos, baja productividad, y  pocos esfuerzos inteligentes de marketing. Contra esas plagas, el modelo de crecimiento que se propone, cualquiera que éste sea, incluye la tecnificación y aumento de la competitividad del agro, préstamos blandos, seguros a la producción, facilidades de  almacenamientos de vegetales y las “clusterización” de los agentes productivos, en los diferentes niveles de integración, con especial atención al mercadeo de los productos.

Da mucha pena pensar que de esto mismo hablábamos, décadas atrás, con exactamente las mismas palabras, cuando yo era estudiante y, luego, con mis alumnos del ISA-UCMM de sociología rural y urbana y de los países subdesarrollados. Harto se sabía que el modelo de explotación del capital internacional y de sus aliados locales no favorecería, sin más,  nuestro desarrollo agropecuario. El caso de los invernaderos, el cual ha sido usado como el ejemplo de agricultura moderna y eficiente, resulta emblemático. Después de más de una década de fiebre de construcción de invernaderos, más de una docena de invernaderos en las muy privilegiadas zonas de Jarabacoa y la cordillera central, será intervenida por sus acreedores bancarios, por incapacidad de pago. Conocedores del caso, han mencionado lo que siempre ha faltado en el país a todos los niveles: capacidad gerencial (incluyendo a los presidentes); mano de obra especializada, o susceptible de ser entrenada (por eso lo del 4% para la educación y desarrollo de las escuelas técnicas de bajo y mediano niveles). Existe también el gran  problema de la solvencia económica de los agricultores, que no tienen siquiera títulos de propiedad para ponerlos en garantía, al tiempo que una burocracia pesada y corrupta dificulta la titulación de predios. Y falta también lo demás: La diligencia del Estado como negociador y como “coach” idóneo, la canalización de la asistencia técnica de todo tipo, (ni siquiera la que países como Israel siempre ha ofrecido con gratuidad).

Varios candidatos presidenciales hablan de nuevo sobre el tema y algunos, ciertamente, lo tienen en status prioritario. Pero podrían pasar otras generaciones de campesinos y agricultores pobres y de emprendedores urbanos de clase media que, como en el pasado, se frustrarían viendo cómo ciclones y temporales, gobiernos inoperantes y plagas diezmarles sus cosechas.  El Gobierno, tiene ahora mismo la oportunidad ayudar a preservar a estos productores osados que confiaron en que los invernaderos son el futuro que hace décadas debió llegar. Los opositores harían bien en abstenerse de declaraciones que amenacen la estabilidad de las instituciones que están llamadas a apoyar esos precarios conatos de empresas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas