Imagino que alguna vez te has sentido atraído/a por los destellos luminosos de algún letrero o anuncio comercial hecho a base de luces de neón, cuya patente fue expedida el 19 de enero de 1915.
Pero primero déjame explicarte que el neón es incoloro, inodoro e insípido, similar al agua, pero ésta es un líquido y el neón es un gas.
Su nombre procede del vocabulario griego neos que quiere decir nuevo; fue descubierto por los químicos ingleses William Ramsay y Morris Travers en 1898.
El físico francés Georges Claude fue quien perfeccionó y dio aplicaciones prácticas a ese descubrimiento, luego de demostrar que se podía utilizar en las bombillas para que éstas pudieran brillar con independencia de su longitud o formato.
Claude utilizó el neón para iluminar el Grand Palace en París, Francia, en 1910. Luego, en 1912, brilló el primer anuncio de neón en el Boulevard Montmartre de París. Anunciaba (en francés) El Palacio de la Peluquería, y brillaba con un resplandor rojo anaranjado.
Años más tarde, los científicos descubrieron que alterando el gas e introduciendo sustancias en polvo en el tubo, podían conseguir una amplia variedad de colores.
En la actualidad, el neón tiene numerosas aplicaciones, sobre todo en el arte, la publicidad, e incluso en las balizas ( o señales ) utilizadas en la aviación.