El gen del tropicalismo

El gen del tropicalismo

Existen en Norteamérica y Europa agencias de ayuda para el Caribe, que suelen vernos como gemelos a dominicanos y curazoleños, jamaicanos y haitianos, y algunos parecerían suponer que  no habría dificultad en fusionar algunas pequeños países vecinos, como que siendo mulatos (más claros o más oscuros) fuésemos idénticos en nuestras idiosincrasias.

De la inadecuada manera de agruparnos  mentalmente, daba cuenta recientemente Anthony Amengot, destacado académico de la Universidad de la Florida, en una reunión de expertos.

Anteriormente hubo quienes parieron el preconcepto de “tropicalada”, para referirse al modo de ser de los nacidos en el trópico, presumiéndonos del mismo  tipo sanguíneo (y quizá zodiacal); gente expresiva, ruidosa y espontánea, rayando en el mal gusto; arbitrarios, corruptos, incapaces de mantener instituciones democráticas, yendo de uno a otro golpe de Estado.

La causa, decían, era el clima tropical, (callando lo de la mezcla racial, para no tocar susceptibilidades). Ante  un escándalo o desorden,  sentenciaban: “eso es una tropicalada”.

Un país sudamericano en el que un artista popular visitó su Congreso, tropas de jovencitas escolares lo persiguieron y destrozaron los jardines: “¡una tropicalada!”, dijeron, calificando un acto vandálico que nunca ha ocurrido en países del trópico (por lo que un burro comentaba a otro: “Los humanos llaman burradas a errores que nosotros nunca cometemos”).

La historia luego ha mostrado que los golpes de Estado y la delincuencia se dan también en el Sur,   las democracias también en el trópico y la corrupción en muchas latitudes; que nuestros desatinos y desgobiernos tienen razones históricas y estructurales, y que no son necesariamente parte de un alma tropical o mulata; que la mala crianza es producto de la pobreza y la inestabilidad, que no es connatural del ser tropical, ni resulta de un tótem o maleficio cultural o religioso, pero sí de la ignorancia  y el atraso espiritual, que nada tienen que ver con genes o climas.

Con la genética y la climatología se ha pretendido justificar  situaciones cuyo origen son  los sistemas de dominación que han prevalecido en la región, insuflando racismo  y etnocentrismo a  la gente común de sus naciones, dificultando un mundo más viable y equitativo; impidiéndoles asomarse a los ojos de sus prójimos mulatos, tropicales, cuales reflejan comprensión e inteligencia serena, floraciones del sufrimiento de generaciones y de la libertad ganada con diario sudor de siglos.

Destruyendo y fusionando nuestras etnias no podrá corregirse la separación brutal en islas y mini-naciones de que fuimos objeto; diferenciados con lenguas, nociones y prejuicios europeos diversos.

El Dios que compartimos no permitirá que vuelvan a juntarnos y separarnos, como  reses, en hatos y cercados, para aforos y  tasaciones, carne para embarque hacia los mercados de los amos.

Publicaciones Relacionadas