El Ghetto de Palestina

El Ghetto de Palestina

POR UBI RIVAS
Con el respaldo infame de todos los presidentes norteamericanos, empezando por Harry Truman en 1948, verdadero y auténtico propulsor de fundar el Estado de Israel, hasta el actual George Bush Jr., los judíos han estructurado en Palestina un auténtico ghetto, con todos los condicionamientos abominables de su estructura excecrable.

Idéntico, punto por punto, al que el diabólico Heinrich Himmler creó en Varsovia, organizado por Luewig Fischer, el dos de octubre de 1940, cuya insurrección estalló el 19-04-43 y se mantuvo con una resistencia heroica por 63 días, hasta el 16-05-43, en que fue arrasado por la Luftwaffe, ante el horror de los «gentiles» (así denominan los judíos a quienes no lo son), residente en la capital de Polonia.

Himmler había transmitido la orden de arrasar el ghetto al general SS Jurgen Stroop, que terminó con liquidar a los 300 mil judíos residentes en el ghetto de Varsovia, conforme nos reseña Michel Borwicz en su obra La Insurrección del ghetto de Varsovia.

La insurrección del ghetto de Varsovia ha quedado registrada como la más valiente ejecutada por los judíos en la II Guerra Mundial, aunque varios historiadores asienten en que si ese tropel de gente, entre ellos más de 14 mil hombres entrenados en la guerra, hubiesen abandonado el ghetto en plan de batalla, el final hubiese sido distinto y muchos judíos pudieron salvarse del soah polaco. Idéntico a los sitios de Zaragoza y Stalingrado.

Su destrucción total es análoga a Lídice, en Chevoslovaquia, Oradur en Francia y Torgau en Alemania.

La barbarie nazi ha sido clonada en Palestina por los judíos, olvidando o actuando en función retaliativa del soah que significaron los campos de exterminio de Vught en Holanda, Mauthausen y Sachsenburg en Austria, la patria natal del fuerer Adolfo Hitler.

Rememora los horrores de los campos de exterminio, del soha en Riga, Letonia, Kaunas en Lituania y de Treblinka, Sobidor, Lublin, Madjanek, Belzec, Chelmmo, Skarzysko-Kamienna, Plaszow, Auschuwitz-Birkenau, Gross-Rosen, Torgau, Lichtenberg, Sachsenhausen, Ravenbrük, Ohfruf, Dora-Nordhaussen, Beergen-Belsen, Neuengamme, Papenburg y Buchenwald, donde la abominable Ilse Kock se cubrió de infamias torturando presos. Todos estos, en la Alemania nazi.

Desde la segunda Intifada (rebelión), decretada por el rais Yasser Arafat el 28-09-00 por la provocación incentivada por el entonces premier Benjamín Netaniau de permitir que el actual premier Ariel Sharón profanó la Explanada de las Mezquitas, lugar venerado por el Islam por erigirse allí la Cúpula de la Roca, donde la tradición afirma que el profeta Mahoma escaló el firmamento en una yegua blanca, y hasta el 15 del presente mes de julio, 3,183 palestinos han sido asesinados por el Tzahal (Ejército) israelí y a su vez, 926 israelíes han sido asesinados por la resistencia palestina.

El Tzahal ocupa arbitrariamente, a contrapelo de las Naciones Unidas, de la Comunidad Europea (UE) y del sentir de la humanidad, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), creada en los acuerdos de Oslo de 1993 y donde se proyecta fundar el año próximo el Estado Palestino, sin el cual, no habrá paz nunca en Palestina.

El Tzahal asesina a palestinos de todas las edades; caza como palomas a los líderes de Hamás, las Brigadas Tanzim, los Mártires de Al-Aksa, demuele las viviendas de quien se les antoja identificar como células «terroristas», una palabra elaborada al revés por el sionismo y el imperialismo yanqui.

Impide el acceso a sus trabajos en el Estado de Israel a obreros palestinos; destruye sus cosechas con tractores y agroquímicos; impide la construcción de estructuras para aguas negras, construye un infame muro en Cisjordania; mantiene en condiciones de ghetto a los tres millones de palestinos residentes en Palestina e impide que retornen los cuatro millones del exilio y nadie consigue imponerse a este nuevo soah. Hasta un día…

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