Durante la campaña interna del PRD para elegir al candidato presidencial que terciaría en las elecciones nacionales, acompañé a  Hipólito Mejía a visitar una de las pocas empresas que aún quedan laborando en la zona franca de San Pedro de Macorís.

 El dueño nos esperaba a las diez de la mañana y con la puntualidad que lo caracteriza, nuestro candidato llegaba tal y como había sido programado con la finalidad de conocer su empresa, saludar a unos 900 empleados y conocer lo que estaban confeccionando.

 En esos días, dicha empresa había ganado un concurso en los Estados Unidos de Norteamérica para la confección de uniformes para uno de los tantos colegios que existen en ese país. Nos detuvimos, observamos y palpamos los uniformes y nos llamó la atención la calidad de la tela y lo bien confeccionados que estaban.

 Nos acercamos y le preguntamos cómo había logrado ganar ese concurso, y nos respondió con orgullo que lo había ganado por la calidad de los materiales, que dicho sea de paso, eran procedentes del Caribe y Centroamérica y, además, por la cotización de la mano de obra para la confección de los mismos.

 A seguidas le preguntamos, si hacía los uniformes escolares de nuestro país y nos contestó que eso sería lo ideal para la creación de empleos y generar riqueza, pero el actual gobierno prefiere importar que producir.

 Confundidos, le requerimos que nos explicara con más detalles a lo que a seguidas nos respondió lo siguiente: “el Ministerio de Educación compra 750 mil uniformes escolares cada año, pero hacen un concurso amañado con precio de 25 dólares por uniforme, para un monto de 18 millones, 750 mil dólares, para que cuatro suplidores bien conocidos del Ministerio lo ganen en partidas de 200 mil los primeros tres, y al cuarto le asignan los restantes 150 mil”.  Estos cuatro suplidores de común acuerdo compran en China uniformes por valor de cinco dólares por unidad y los restantes veinte dólares, que en este caso son 15 millones de dólares, son repartidos vaya a ver usted a quién o quiénes.

 Si tuviéramos un gobierno que verdaderamente quisiera desarrollar el país, estos tipos de concursos deben tener la cláusula de que tienen que ser confeccionados en el país, para beneficio de las empresas nacionales y, sobre todo, para emplear mano de obra nacional que solamente en una empresa como la que visitamos, tenía unos novecientos empleados.

 En San Pedro de Macorís existen grupos de personas que son expertas en la confección de vestidos, pantalones, camisas, gorras y otros, producto de haber trabajado otrora en empresas de la zona franca, pero que las mismas han colapsado por falta de una política gubernamental que las apoye.

 Debemos recordar que empresas italianas de reconocimiento mundial, envían a confeccionar sus ropas a grupos de personas como las hay en San Pedro de Macorís, pero en su país de origen, Italia, y han tenido una exitosa aceptación del público a nivel mundial.

 Esas pequeñas diferencias hacen el porqué un país como Italia se encuentra en la clasificación de desarrollado y nosotros tratando de conseguir la vía del desarrollo.

 En el año 2004 existían 60 empresas en la zona franca de San Pedro de Macorís con unos 16, 584 empleados. Hoy día, ocho años después, quedan 48 con 9,797 empleados.

 Manteniendo las políticas del PLD de seguro que seguirá en deterioro la creación de empleos y por ende la producción nacional que es la base del desarrollo. Además, tenemos que detener la promoción de una sociedad de la dádiva por una de derechos.