El gobierno del PRD destruyó un museo

El gobierno del PRD destruyó un museo

POR FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Gracias a la desidia oficial de la administración perredeísta, el Museo Nacional de Historia Natural, está en los finales de su existencia ya que por el descuido de no proporcionarle mantenimiento ni desinfectar periódicamente las exhibiciones, un poderoso hongo con bacterias colaboradoras, se ha apoderado del recinto, donde varios empleados han estado al borde de la muerte, y su director Fernando Luna Calderón, ha quedado malogrado después de una costosa y lenta recuperación en Italia.

El tipo de hongo, que se ha apoderado de todas las especies disecadas, es de tal peligrosidad, que la solución más aconsejable, después de leer y oír lo que ha dicho su director en días pasados es de mucha gravedad y se impone quemar, dentro del mismo recinto, todas las exhibiciones, y luego, demoler el edificio, previa adopción de medidas de seguridad que impidan esparcir al exterior los gérmenes y micro organismos que se han apoderado de paredes y techo del edificio. Ellos se han hecho resistentes a los débiles tratamientos de fumigación que existen localmente.

Es una pena para el museo, que era un icono para los estudiantes y adultos criollos, y también para los turistas que admiraban la fauna, desde la marina hasta la terrestre y área de origen dominicano. Esta era conservada en atractivas exhibiciones y dioramas para ser disfrutadas por los centenares de visitantes que paseaban por sus salas.

Desafortunadamente la administración  perredeísta, en donde la mayor parte de sus integrantes estaban más interesados en buscarse lo «mío», descuidaron criminalmente el museo. Con la aparición de los hongos y bacterias, pese a que se advirtió con tiempo esa presencia, los recursos para atacar el problema no aparecieron para llevar a cabo una labor de desinfección preventiva, y lo ocurrido, fue un ataque a la salud del personal que allí labora.

Pedro Gil Iturbides, en su columna del pasado jueves 8 de agosto, apuntaba hacia ese descuido y destacaba de cómo un notable científico dominicano casi pierde la vida por dedicarse a proteger un patrimonio, que ahora se perderá, ya que es imposible rescatar lo que allí existe, debido al elevado grado de contaminación, que si se esparce al exterior, afectaría otras instalaciones. Ya se descubrió su presencia en la Biblioteca Nacional, pero sin la peligrosidad debido a que los libros son más fáciles de limpiar, no así las especies de animales disecados, cuyo grado de destrucción ya requiere de una incineración completa.

Por lo explicado por el director del Museo, que fue abandonado a su suerte por el gobierno, que ni siquiera se ha molestado en cubrirle parte de los elevados gastos, así como a los demás empleados con severas afecciones pulmonares, es pensar en incinerar todas las exhibiciones allí expuestas como lo más aconsejable. Luego, determinar de como los hongos han penetrado en las paredes del edificio a través de los conductos eléctricos y telefónicos, lo que haría imposible un saneamiento completo, entonces, después de desalojar todo el edificio,darle varios tratamientos continuos de fumigación con productos más activos a los que normalmente se utilizan en el país, especiales para atacar esos hongos, entonces, si es necesario, demoler el edificio.

Lo anterior parecería una medida de ciencia ficción y alarmista, pero los seres humanos que se han visto afectados por el abandono del gobierno del PRD al Museo, requiere de acciones extremas, y al mismo tiempo, investigar a fondo las condiciones de los demás museos de la Plaza de la Cultura, la cual ha languidecido en los pasados cuatro años, sobreviviendo gracias a la buena voluntad de  algunos de sus directores, evitando que zozobren, como es el caso del Museo de Historia y Geografía, el cual permanece ofreciendo sus servicios en especial con su popular cinemateca.

Las demás instituciones culturales de la Plaza de la Cultura están en condiciones precarias. Ahí está el frágil sistema de aire acondicionado del Teatro Nacional y de su deteriorado jardín japonés cuya inauguración costó más que el propio jardín. La situación ha provocado que los visitantes, en especial los turistas, se abstengan de visitar la Plaza. Por igual, ya los estudiantes y otros visitantes acuden con temor a los museos, y miran de reojo hacia el de Historia Natural, quizás aguardando que un enjambre de bacterias surjan de sus instalaciones para atacar con ferocidad a los que se atreven andar por sus alrededores. y es que todo constituye un peligro andar por esos alrededores con un museo que ya colapsó por la desidia perredeísta al saber muchos de ellos que ahí no había «comida».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas