El gobierno que he soñado

El gobierno que he soñado

Ante todo es preciso señalar que las ideas que se expresan más adelante, son las de un social demócrata, no de nombre, ni de conveniencia circunstancial, sino fruto de una profunda convicción que abrigo desde mis años de estudiante en Europa.

Siempre he soñado con un gobierno que reconozca y admita que somos un país donde prevalece la pobreza y por tanto lleno de necesidades sociales urgentes las cuales requieren que se actúe en consecuencia. Nada más lejos de aspirar a ser un Nueva York chiquito.

Sueño con un gobierno que tenga una clara determinación en defensa de la libre empresa, pero con estricto apego a las leyes que la regulan y sin propiciar, ni permitir irregularidades y privilegios que sean distorsionantes del propio sistema.

Que la política económica deba estar fundamentada principalmente en la orientación del gasto público, el cual deba ser manejado bajo el entendido de que los ingresos fiscales no alcanzan para cubrir todas las necesidades de la población y por tanto es primordial que se establezcan prioridades, dando preferencia a aquellas dirigidas a mitigar las necesidades de los más necesitados y a crear una sociedad más homogénea que nos garanticen un futuro armónico.

Consecuente con ello, el gasto público debe tener como objetivo, crear una sociedad más justa, donde a todos los ciudadanos se le brinde la oportunidad de poder alcanzar mayores niveles de vida, acorde con sus propios esfuerzos de superación. No para alcanzar la igualdad económica, lo cual es una quimera, pero sí la igualdad de oportunidades.

Como meta inmediata, el gobierno debería reorientar el gasto de capital para dedicarlo a proyectos que vayan directamente a mejorar la calidad de vida de los más pobres, dando preferencia especial al acceso del agua potable a toda la población, por ser esta la necesidad más elemental de todo ser humano.

No se puede concebir la justicia social, si muchos ni siquiera pueden tener acceso a ese apreciado líquido.

En segundo lugar el gasto de capital debe ser dirigido a crear una infraestructura de salud pública distribuida equitativamente en la geografía nacional, donde toda la población pueda tener acceso rápido y eficiente a los servicios de salud básicos.

Sin salud, el ser humano no puede hacer nada y todo lo que entorpezca ese objetivo, debe ser corregido dentro del marco de la Ley.

Como tercera prioridad, el gasto de inversión debe estar dirigido a dotar a todos los dominicanos de una vivienda digna, empezando con un vasto programa de mejoramiento de las viviendas existentes en los estratos más pobres bajo un esquema de autoparticipación.

Como segunda meta, el gobierno que sueño debería racionalizar profundamente el gasto corriente, especialmente el referente a la nómina pública, para que sirva de ejemplo.

En ese gobierno, los funcionarios no deben tener gastos de representación, ni tarjetas de crédito para gastar a su discreción.

Mucho menos barrilitos, ni ninguna otra remuneración que no sea estrictamente un sueldo competitivo.

Se les debe prohibir que sus instituciones hagan, ni reciban regalos de ninguna especie. Asimismo, se debería prohibir estrictamente los gastos en bebidas alcohólicas directa o indirectamente, con recursos públicos.

Que se acaben los tomadores de bebidas caras con recursos públicos. Ese gobierno que sueño, debe deshacerse de todas las yipetas y vehículos de lujo, que sólo han servido para crear modelos de consumo propios de naciones más desarrolladas.

Algunos congresistas suecos van al trabajo en bicicletas y es un país rico. Esa es la verdadera social democracia.

Sueño con un cuerpo diplomático y consular reducido y profesional, cuya misión principal sea promover nuestro país en lo económico y cultural, así como lograr el respeto internacional, no como un medio para compensar compromisos políticos, mucho menos de familiares y amigos.

Sueño además con que la prioridad del Estado en materia de educación sea principalmente la enseñanza primaria de calidad, para formar una nueva generación en la cual pueda descansar el futuro de la Patria.

Sin excluir el apoyo a la educación secundaria o universitaria, pero no como prioridad. Más bien deberíamos ser partidarios que se le asigne prioridad a la creación de escuelas técnicas y vocacionales de máxima calidad.

Sueño también con que se entienda el deporte como una necesidad prioritaria del cuerpo humano para su salud y no como una meta para alcanzar fortunas personales de los atletas o sus representantes.

En cuanto al alto gasto de defensa, la mayor parte debería estar dirigida a la protección y desarrollo de la frontera, pues es ahí donde comienza y también termina la Patria. Debemos preguntarnos: ¿para qué otros fines necesitamos unas Fuerzas Armadas tan costosas?

En ese gobierno que sueño, la política monetaria debería ser un soporte y facilitador de la política fiscal, no un sustituto, donde la estabilidad se reconozca como un objetivo primordial para alcanzar las metas de crecimiento públicas y privadas.

Creo además que posponer los problemas económicos mediante un endeudamiento excesivo y no productivo, es una irresponsabilidad que debemos corregir en la medida que podamos.

Como problema coyuntural, producto de la pandemia actual, ese gobierno y la población habrá que entender que mientras dure la misma, el manejo de la economía será sumamente difícil y con poca garantía de éxito.

Esto se debe decir sin tapujos para que toda la ciudadanía esté consciente de la gravedad del problema.

Por lo tanto, durante ese período será mucho más imperioso que el gobierno se maneje con extrema humildad, decencia y sensatez, para que las calamidades que nos esperan puedan ser entendidas y aceptadas por la población.

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