El Gobierno que necesitamos; y el que merecemos. Cuando llegamos a Chile en 1963, ingresamos a la universidad gracias a las cuotas para países con problemas. Escasamente calificábamos según los estándares chilenos. El belga que “examinaba” nuestras notas, con actitud despectiva sobre la crisis política que vivía nuestro país, nos dijo: “Los países tienen los gobiernos que se merecen”. Lo cual nos pareció entonces una especie de primera lección de sociología.
Sin embargo, nos costó años darnos cuenta de que eso no era sociología, sino una frase puramente demagógica, casi politiquera. Porque la sociología no hace “juicios valorativos”. De acuerdo a ese belga, Chile habría merecido la dictadura de Pinochet; y serían merecidas todas las dificultades que han padecido todos los pueblos de América y del mundo, incluyendo a Ucrania, la Alemania nazi, el pueblo judío, Haití y los más de 50 países que actualmente padecen conflictos, miserias y problemas internos y externos.
Aquel hombre no era sociólogo, más bien parecía un facineroso de los que abundan en nuestras ciudades; un simple dominicano opinador; citadino, analfabeta, como los cientos de miles que definitivamente abandonaron el campo.
Ya en 1960 Mr. Henry, mi vecino en New York me había advertido: “Los dominicanos opinan abiertamente sobre asuntos que desconocen totalmente”.
Eso me lo recuerdan cada día los millares de expertos que salen en las redes y en cualquier esquina. Quienes están ya convencidos de que todas las faltas que cometen nuestras autoridades no se deben solamente, como en el siglo pasado, al imperialismo Yanqui; lo cual era en parte cierto, porque siempre los poderosos, extranjeros o nacionales, tienen mucha responsabilidad y culpa de todo. Aunque lo tristemente cierto parece ser que todos somos culpables, unos más, otros menos.
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Sería interesante determinar cuáles modelos o tipos de gobernantes son más convenientes para nuestro país. Por ejemplo, los del tipo Guzmán parecen no poder lidiar con tantas gentes perversas (ningún gobernante puede). Los del tipo Jorge Blanco no saben lidiar las protestas sociales (nadie sabe); los del tipo Hipólito son demasiado comprensivos y permisivos con los adversarios, y hasta decretan amnistías para todos los gobernantes no importa cuánto depreden al Estado (acaso no hay otra salida); los tipo Leonel, que prefieren sobornar a cabecillas del populacho, que aplicarles la ley (todos lo hacen de alguna manera); o los de tipo Danilo, que hacen casi cualquier cosa por mantenerse en el poder, y permiten abusos increíbles de los dineros públicos (¿una vieja estrategia que a menudo funciona?).
Uno de los ensayos de gobiernos más difíciles es el del tipo Abinader, quien pareciera suponer que está gobernando un pueblo decente con funcionarios capaces y honestos. Lo cual tiene serios choques con la realidad. Como ya la OEA y los americanos” no planean intervenirnos, no son pocos los que añoran un Trujillo.
Con todo lo inteligentes y sabios que somos (casi todos) los dominicanos, (casi) solo nos falta, finalmente: pensar que somos todos y cada uno los que tenemos que fajarnos, con decisión, inteligencia y prudencia, para tener el Gobierno que creemos o decimos merecernos.