El goloso pastel del transporte

El goloso pastel del transporte

El transporte público de autobuses y obsoletos carros arañas de concho, más el de cargas de mercancías desde los muelles hasta su destino final, por más tiempo del permisible, es arbitrado de manera arbitraria con visos monopólicos por dirigentes empresariales con credenciales de reputaciones non sanctas.
Por bastante tiempo, este servidor ha censurado esa práctica que estructura todos los visos monopólicos de sectores que por la fuerza, métodos coactivos, tigueraje y violencia, se han adueñado de un sector vital en la economía, no solo por la envergadura de sus inversiones, sino por todo lo que representan en el tinglado de la armonía social y la gobernanza.
Siempre he rechazado que un sector se enseñoree del transporte desde los muelles hasta los almacenes y que ningún empresario, solo o asociado, pueda adquirir una patana para transportar sus importaciones hasta sus almacenes, porque eso no es cónsono en una democracia, sino en escenarios como Cuba, Vietnam, Corea del Norte y el gigante de China.
Reyertas, tiros, crímenes, chantajes, amenazas, han polucionado el escenario del transporte público de conchos y pesados, posible por el permisivismo irresponsable de todos los gobiernos que han permitido ese desajuste social vagabundesco.
En un comunicado divulgado el día dos de este mes, el CONEP, más que solicitar, insta al Tribunal Superior Administrativo, disponer regularizar el transporte de carga, debió adicionarle el de concho, y pienso que la ocasión es propicia para convocar una reunión con los principales actores del empresariado transportista, asociarse, y formar un poderoso ente entre los actores que integran la lonja nada delgada del transporte público y de cargas.
Principiando por eliminar 30 mil arañas del concho y sustituirlos por autobuses de varias capacidades, y de cargas, donde todos puedan competir. No hay de otra.

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