El gran daño que puede hacer la predisposición

El gran daño que puede hacer la predisposición

Nunca pensé que me quedaría sin palabras. Pero desde hace dos semanas el silencio se ha instalado a causa de su ausencia. ¿Cómo pensar en los problemas que nos agobian cuando algo peor ha llegado a nuestras vidas?

Ella ya no está. Se ha ido definitivamente y, con su adiós, ha dejado una gran estela de dolor en nuestra familia. Resulta difícil saber que no contamos con su eterna sonrisa, su pasión por la vida, su alegría, la forma en que se entregaba a cada una de las causas que emprendía… en fin, toda esa luz que, sin siquiera proponérselo, irradiaba y contagiaba a los que la conocíamos.

Después de ganar mil batallas, mi  prima Hilda perdió la guerra frente a la enfermedad celíaca, un trastorno del sistema digestivo que destruye las vellosidades del intestino delgado provocando que pierda la capacidad de absorber los nutrientes.

De origen genético, esta enfermedad no es común en países como el nuestro porque a quienes más afecta es a las personas blancas y de origen europeo. Por ese motivo, precisamente, los médicos no suelen pensar en ella cuando ven los síntomas que produce.

Eso pasó con mi prima. A pesar de las diarreas, la pérdida de peso, las náuseas o la anemia, los médicos tardaron mucho en hacerle pruebas para detectar la enfermedad. Cuando lo hicieron tenía el intestino dañado.

De haber sido diagnosticada antes, tomando en cuenta que a causa de la mezcla racial podemos heredar enfermedades de blancos, mulatos o negros, quizás Hilda estaría viva.

Una dieta sin gluten (presente en el trigo, la avena, la cebada y el centeno) hubiese sido suficiente.

Y todo por predisponerse ante el color.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas