I-Todo dilema, implica una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe cuál de ellas escoger, porque todas son igualmente buenas o malas.
También, todo dilema puede causar situaciones como un atolladero, apuros, vicisitudes, encrucijadas, y por consiguiente, también puede conducir a los estados al caos y la ingobernabilidad.
Lo anterior, nos plantea varias disyuntivas:
1- ¿Es nuestra economía una máquina, como un automóvil, un tren o una central eléctrica?
Constantemente se escuchan frases como la economía “se está sobrecalentando” o “necesita enfriarse” o «Podría usar algún estímulo». Estas no son alegorías o enunciados inofensivos.
Simplemente, personifican cómo los economistas nos han enseñado a ver una economía como algo que puede ser manipulado, guiado o impulsado.
¿Y adivina quién conduce?: El Gobierno.
2-Se supone que el gobierno debe asegurarse de que la economía transite a una velocidad uniforme, yendo ni demasiado rápido ni demasiado lento.
3- Pero la economía no es una máquina. Está formada por personas, y nadie puede controlar lo que miles de millones de ellos van a hacer, en un momento dado.
4- Casi siempre se opta por subestimar el extraordinario dinamismo en las actividades de un mercado libre. Se abren nuevos negocios mientras otros cierran, constantemente.
5- En tiempos normales, cada semana se crean miles de puestos de trabajo, mientras que también se eliminan otros miles también.
6- Los empresarios lanzan continuamente nuevos productos y servicios, la mayoría de los cuales fracasan; pero aquellos que tienen éxito, pueden mejorar mucho nuestra calidad de vida.
7-Lo que el gobierno puede y debe hacer es influir positivamente en el entorno en el que esta dinámica se desarrolla, mediante políticas de impuestos sensatos, una política monetaria que incentive la inversión y un gasto público dirigido esencialmente a la creación de riqueza mediante el fomento de puestos de trabajos productivos en el área de la construcción vial, infraestructuras de soporte, etc.
8-Los errores catastróficos de los gobiernos pueden envenenar el mercado, como ocurrió durante la Gran Depresión en la década de 1930, y, en menor medida, en la década de 1970; luego nuevamente en el pánico del 2008-09.
9-Los errores más comunes de los gobiernos se circunscriben en un aumento de impuestos y una avalancha de regulaciones contra el crecimiento de los ejes económicos que mueven a la economía. Esto, unido a una hipertrofia burocrática, es la mejor receta para el caos económico nacional.
10- Aquí hay una regla: cuanto más un gobierno aprieta su control, menos crece una economía. Eso es porque una economía no es una máquina y el gobierno no puede obligarla a actuar como tal.
11- Entonces, liberemos el libre mercado. Ese es y siempre ha sido el camino más seguro hacia la prosperidad.
II-Dentro de esta retinue de puntos de vista estatizantes, también se da el dilema de como gravar a los ¨ricos¨.
Este enfoque y accionar, muy apetecido por el ¨Populis Gobernis¨, es el de gravar a los ricos cada vez más. Parecería obvio que gravar a los ricos procede siempre, ya que decimos a nosotros mismos que no echarán de menos ese poquito ¨extra¨ que tomamos de ellos. Veamos:
1-El nombre técnico para gravar más a los ricos es la progresividad, para supuestamente, aumentar el progreso de las naciones.
2-Es difícil oponerse a un concepto que comparte sus raíces con una palabra optimista como progreso. Pero esta lógica superficial oscurece algunas verdades importantes sobre la progresividad. Veamos:
a)-Lo primero que vemos es que mucha gente NO sabe qué es la progresividad, como mecanismo fiscal y económico. Consideremos este ejemplo:
Supongamos que paga usted cinco pesos en impuestos sobre sus niveles de ingresos. Sin embargo, un hombre rico pagaría diez pesos, porque él gana el doble que tú. Este arreglo suena como justo, ¿verdad?
b)- NO, es una proporcionalidad, que una vez era conocido como el diezmo, pero ahora comúnmente se le llama un impuesto fijo.
c)- De ahí que, bajo un impuesto único, todos pagan la misma tarifa sin importar lo que ganen.
d)- Una estructura fiscal progresiva, por el contrario, es en realidad desproporcionada. La progresividad se asemeja a un tramo de escaleras.
e)- Cada individuo comienza desde abajo, pagando la misma tasa, digamos 10 por ciento. Cuando su ingreso sube a cierta línea, el contribuyente sube más peldaños de la escalera y su tasa sube, digamos, al 20 por ciento, pero solo por la parte ¨proporcional¨ del ingreso más allá de esa línea. En el siguiente peldaño, la tasa vuelve a subir, digamos al 30 por ciento, pero de nuevo sólo para la última escalera de ingresos y así indefinidamente.
f)- Pero la perspectiva de subir todas esas escaleras cansa al escalador (contribuyente). Examinando las tasas en la parte superior, los trabajadores dejan de perseguir una promoción que alguna vez pensaron que querían.
¿Por qué molestarse? el recaudador de impuestos tomará el dinero de todos modos.
g)- Cuando los trabajadores o profesionales se paran en las escaleras, el gobierno pierde dinero, pero también lo hace la gente normal. Para cuando la persona decide no ganar más, el resultado de esa decisión es una empresa más pequeña y menos puestos de trabajo para otros.
h)- Ahora bien, algunas personas siguen escalando, pase lo que pase; esos contribuyentes pueden llegar al punto en que paguen la mitad de lo que ganan, especialmente en países como el nuestro de altos impuestos, lo que conduce al mayor argumento en contra de la escalera de la progresividad: Por ende, la progresividad estatizante es injusta e incita a la evasión fiscal.
i)- En base a lo anterior, los ricos obtienen necesariamente una mayor desgravación fiscal. Eso es así porque ellos pagan una mayor parte para empezar, y recurren a lagunas fiscales MUY cuestionables. De ahí que, abogar por mayores beneficios para los ricos, no es una práctica popular.
j)-Muchos economistas abogan por un verdadero impuesto único. Otros promocionan un impuesto a las ventas. Sin embargo, los consumidores siguen pagando impuestos sólo sobre lo que compran.
NOTA: De cualquier manera, es hora de que los políticos abandonen su pequeña charlita demagógica sobre los ingresos al trabajo remunerado.
k)-Entonces, el país podría aprobar un código tributario que sea simple y fácil de navegar, como un nuevo camino que corre recto hacia el horizonte de la creación de puestos de trabajo, bien remunerados, lo que ampliaría la ¨progresividad¨ de los impuestos y la base imponible de esta, sin castrar a los inversionistas con impuestos excesivos, cuestionables subsidios fiscales y, por que no, lidiar con la concentración excesiva de capitales ociosos e improductivos.
En resumen: Muchos de nosotros llamaríamos a eso progreso.