El gran negocio de la chatarra se funde

El gran negocio de la chatarra se funde

Durante un largo tiempo, la sustracción de cables del tendido eléctrico y telefónico, como partes metálicas de importantes obras de infraestructura, representaron un dolor de cabeza para los organismos de seguridad.

Cobre, acero, aluminio y níquel se convirtieron en metales muy atractivos para bandas que amontonaban y luego vendían a negociantes establecidos.

La industria de la chatarra creció al amparo de una demanda coyuntural de naciones desarrolladas, que la procesaban y destinaban a usos diversos.

Pero la época dorada de los desperdicios metálicos cae en picada, toma el empedrado camino que transita la economía estadounidense.

Con el estrepitoso derrumbe del sistema financiero norteamericano, que arrastra a las economías europeas, se ha fundido el negocio de la chatarra.

El precio de los residuos metálicos ha caído entre un 15 y un 60 por ciento, según recientes reportes.

No hay sector económico que haya escapado del tsunami. La burbuja inmobiliaria se ha llevado “de encuentro” la industria de la construcción en el Norte, contaminando al  sector automotriz, de electrodomésticos y plantas acereras.

El gran negocio que representó por más de dos años la compra de metales en el país ha perdido brillo y esplendor.

Se han fundido las esperanzas de aquellos que encontraron en el robo de metales, hasta en los puentes, una bonanza económica mal sustentada.

Una vieja sentencia popular lo confirma: “A cada puerco le llega su san Martín”. 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas