El gran poder mediático

El gran poder mediático

Diferente a la tradicional carreta en nuestros bateyes cañeros, en la que el carretero coloca los bueyes en la parte delantera para que estos arrastren la carga, al patólogo forense dominicano le ha tocado realizar su labor con retraso a la noticia calificadora de un hecho de sangre violento.
Digamos que la radio, la televisión, la prensa escrita, redes sociales, y en menor proporción el rumor popular anuncian, previo a la investigación científica, las causas de los fallecimientos, así como la manera jurídica de tales decesos. De ahí que siempre venga a mi mente la canción El Muerto Vivo del compositor colombiano Guillermo González Arenas y dada a conocer en el área del Caribe por el cantante cubano Rolando Laserie.
Parte de la pegajosa melodía del pasado siglo dice: “A mi amigo Blanco Herrera le pagaron su salario/Y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo./Una semana de juerga y perdió el conocimiento/Como no volvía a su casa todos le daban por muerto./Pero un día se apareció lleno de vida y contento,/ diciéndole a todo el mundo eh! se equivocaron de muerto./El lío que se formó eso sí que es puro cuento,/su mujer ya no lo quiere, no quiere dormir con muertos”.
La gente juzga y condena a través de datos inexactos o falsos que con frecuencia se divulgan con la intención de confundir. Abogados, ministerio público y otras partes debaten los casos fuera de la corte tratando de convencer a población de la certeza de su interesada versión.
Cuando el perito forense viene a concluir su labor el caso ha sido sellado y archivado por los hacedores de opinión. Sucede más tarde que a los jueces del tribunal les resulta cuesta arriba dictaminar en contra de un juicio social previamente fabricado.
Son múltiples las veces en que nos hemos visto en la desagradable y tormentosa encrucijada de navegar contra la corriente con unos resultados de autopsias totalmente distintos a los anticipadamente vertidos por autoridades oficiales, o partes civiles con influencia política o económica.
Una manera de evitar que el experto forense caiga en el descrédito profesional es si desde el inicio del trabajo investigativo este se ciñe a un protocolo y respeta la metodología. Jamás deberá ceder a la tentación de aceptar ofertas financieras con tal de alinearse con lo falso. A largo plazo dicho compromiso resultará en una deuda muy costosa, debido a los altos intereses a pagar, los cuales irán creciendo a medida que transcurra el tiempo.
Allá por la década de los cincuenta del pasado siglo XX el Dr. Alan Moritz le aconsejaba al patólogo forense no hablar precipitadamente en el sitio y con la persona equivocada. Primero investigue y luego plasme sus conclusiones.
Siempre es bueno recordar que si te guareces en el interior del faro de lo verídico podrás resistir la ferocidad del huracán mediático de la falsedad. No olvides que la mentira tiene la velocidad y la intensidad del rayo, su efecto es fugaz; en cambio, la verdad es como el sol, tarda en salir, pero una vez pasada la noche alumbra a plenitud todo el día.

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