Superado el impacto inicial del gran paso dado por el Presidente Danilo Medina, si se quiere valiente y pragmático, de romper relaciones con Taiwán y abrir las relaciones con la República Popular China, vale la pena analizar fríamente cuales son las posibilidades que se nos abren con esa relación y los retos que significan para el país.
República Dominicanatenía 78 años de relaciones diplomáticas con Taiwán y esa pequeña nación, de apenas 35,980 km2, menor que la RD, pero con un PIB de 580 billones de dólares, fue solidario con nuestro país, aportó muchos recursos para el desarrollo agrícola, donó hospitales, recursos para el 911 y los CAID. Hace apenas unos meses donó dos helicópteros y un centenar de vehículos, sin mencionar los centenares de jóvenes y militares que obtuvieron especialidades gracias a becas de ese país; pero necesariamente se impuso la “realpolitik” y fue necesario romper con Taiwán y reconocer el principio de una sola China para abrir los pasos a la nueva relación.
La República Popular China es hoy la segunda potencia económica del mundo con un PIB de US$12,015 billones, frente a los EU con un PIB de US$19,400 billones, con una población de 1,390 millones de consumidores (19% de la población mundial), sin embargo a pesar de más de tres décadas de crecimiento sostenido y de haberse convertido en la principal factoría mundial, China exhibe un PIB per cápita de US$16,600 (de acuerdo al purchasing power parity), mientras la RD tiene un PIB per cápita de US$17,000. China ha logrado sacar de la pobreza a centenares de millones que demandan bienes y exporta el 13% de las exportaciones mundiales y en término de inversión al exterior representa el 7% de la inversión directa mundial.
China representa la posibilidad de incrementar nuestras exportaciones de bienes y servicios a ese mercado, pero también representa la posibilidad de aniquilar lo que nos queda de manufactura. Actualmente, sin relaciones diplomáticas, la RD importa de China alrededor de US$2,300 millones anuales y exportamos menos de US$200 millones y el gran ejemplo lo representa el hecho de que a pesar de disfrutar de los beneficios del DR-CAFTA, nuestra balanza comercial frente a los EU y Centroamérica se ha deteriorado, vale decir no hemos podido competir.
Se habla de los 130 millones de turistas chinos que viajan al exterior cada año, pero lograr una pequeñita cuota de ese mercado emisor demandará del establecimiento de vuelos de las líneas aéreas chinas y una política intensa de promoción porque el turismo asiático no es de playas y sol, es un turismo de museos y cultura y no es accidental ver las oleadas de turistas chinos y japoneses, cámara o celular en mano, en ciudades emblemáticas como New York, Londres, París, Madrid etc.
En cuanto a la exportación de bienes agropecuarios la distancia, la necesidad de una cadena de frío y nuestra reducida capacidad productiva nos limita. Eso no significa que podríamos colocar en ese mercado productos específicos como los cigarros, el cacao elaborado o bienes agropecuarios industrializados.
El gran fuerte de estas relaciones lo representa la inversión en industrias, dada nuestra cercanía al mercado norteamericano y las ventajas del DR-CAFTA, es de esperar que inversionistas chinos establecerán industrias de zona franca y esperemos no sea solo de textiles, sino de tecnología y productos médicos.
También otra de las grandes posibilidades lo representa el financiamiento de proyectos importantes con buen retorno, como nuevas líneas del Metro o ferrocarriles, pero el nivel de endeudamiento del país lo limita a pretender, como se ha hablado, de financiamientos por tres mil millones de dólares. También cabria la posibilidad de inversiones en infraestructura por el método de las concesiones.
En resumen, al país se le abren grandes oportunidades, como se abrieron con el DR-CAFTA, dependerá de nosotros mismos la posibilidad de que la nueva relación con China sea beneficiosa y ayude a estimular la economía dominicana.