El gran tesoro del subsuelo banilejo

El gran tesoro del subsuelo banilejo

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La Sociedad Dominicana de Bibliófilos continúa haciéndole un gran servicio cultural al país con su prolífica colección de obras rescatadas, que ya habían desaparecido sus ediciones, y en esa labor de décadas, lleva publicados 97 volúmenes de importantes autores, que de diversas formas, describen aspectos fundamentales del país, de sus riquezas naturales y de la historia de sus gentes.

Recientemente ha salido a la luz una obra, que estaba agotada, que recoge parte de la producción literaria de don Arturo Logroño, que fue un intelectual de fuste y conocido por sus dotes de oratoria que vivió hasta 1949, después de haber servido al país desde distintas posiciones y contando con su peculiar forma de vida y de comportamiento, que lo colocaron como un ícono en el ambiente cultural de la primera mitad del siglo XX.

En el libro, que recoge parte de la obra literaria de Arturo Logroño, figuran parte de los editoriales que escribiera en 1918 en las páginas del Listín Diario, hay uno, escrito el 28 de agosto de 1918 que tiene una especial importancia, e incluso me ha permitido revivir la historia, recibida en la tradición familiar, que habla de lo que Logroño destacaba en ese editorial durante los años de la ocupación norteamericana.

El editorial de referencia: «El Petróleo Dominicano», habla del encuentro de Logroño con algunos de los numerosos profesionales norteamericanos en diversas ramas de la ciencia y del conocimiento, que en manada, penetraron el país en la búsqueda de detectar sus riquezas minerales, de su fauna y su flora, preparando detallados reportes, que luego fueron a parar a los archivos en Washington. Algunos fueron rescatados para servir, en  posteriores investigaciones, como fue el caso del reporte de la formación Caribe que dio origen a que se determinara la riqueza de níquel desde Yamasá hasta La Vega, y que hoy, en día son aprovechados esos yacimientos industrialmente por la Falconbridge Dominicana.

Decía Logroño en el mencionado editorial, que recibió la visita de geólogos norteamericanos, que le hablaron de las buenas posibilidades de la existencia de petróleo en una zona de Baní llamada Galeón que abarca también a Honduras, en donde, por las formaciones estatigráficas del subsuelo, había posibilidades, que al realizar investigaciones más profundas, se detectaría la presencia del oro negro. Esa información también era conocida en el seno de nuestra familia de Baní, que como una tradición, se nos transmitía a los descendientes, acerca de los trabajos de campo tanto del señor Ellis como del señor McNulty. Incluso ingenieros tejanos, que trabajaron conmigo en la década del 70 en Bonao, se admiraban de las formaciones geológicas de las lomas de Las Tablas, similares a las existentes en los campos de pozos de petróleo de Texas. Se extrañaban de que no se hubiesen realizado exploraciones en la zona.

Hasta la fecha, en esa región banileja, no se ha procedido a investigar la existencia de petróleo. Tan sólo en 1964 se perforó un pozo cerca de Matanzas al sur de Las Tablas, de donde se extrajo gas natural y sin mayores pretensiones. En el país hay varias empresas que están explorando diversas áreas, que son las mencionadas en los informes de Chardón y de Lengweiler, informes publicados por los Bibliófilos. De seguro esos informes han servido de pauta a quienes desde hace años andan en la cacería de los recursos del subsuelo. La experiencia con la perforación de los pozos de petróleo no ha sido satisfactoria, y desde el chasco de Charco Largo a lo que se está realizando en el Higuerito de Azua pasando por los trabajos en las zonas de La Vega, Hato Mayor y de Neyba, se podría decir que las esperanzas son escasas para encontrar abundante petróleo, que por los estudios ya mencionados, se hablaban de que tenían características adecuadas para realizar investigaciones más profundas.

Sin embargo, en la zona banileja, desde Honduras hasta Las Tablas, no se han realizado perforaciones al pie de esas lomas donde está la llanura de Matanzas. Se podría sugerir que la dirección de Minería envíe algunos geólogos con experiencia en el campo petrolífero para ver si valdría la pena realizar estudios más profundos que determinen la posibilidad de proceder a investigaciones con perforaciones de pozos exploratorios que comprueben que en el subsuelo de Baní tiene otra riqueza para el país, como lo ha sido la raza banileja, proclamada en el siglo XIX por Eugenio María de Hostos y en el pasado siglo por Joaquín Balaguer.

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