El gran valor de la Semana Santa

El gran valor de la Semana Santa

Teófilo Quico Tabar

La Semana Mayor o Semana Santa es una de las dos épocas más esperadas por la mayor parte de la humanidad. La otra es la Navidad. Ambas son fechas memorables. En Navidad se festeja el nacimiento del Niño Jesús y en la Semana Santa se recuerda su pasión y muerte, y se celebra su resurrección. Por tanto, el gran valor de esta época lo representa, no solo la pasión y muerte, sino la resurrección y su promesa de que los que creen en él pueden lograr la vida eterna. Ahí radica todo.

La diferencia en las conductas de los humanos está íntimamente conectada a esa llave o eslabón fundamental, porque dependiendo del comportamiento y actitud que exhibamos podremos o no alcanzar la vida eterna. Lógicamente, estos conceptos, repito, solo son válidos para los que tienen fe, temor a Dios y quieren alcanzar la gloria eterna. Que es la promesa fundamental. Porque ahí comienza y termina todo. De lo contrario, nada tendría valor ni sentido.

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Sería bueno en este período reservar un tiempo para reflexionar acerca de lo que es capaz de hacer el ser humano para lograr salud y vivir más tiempo, frente a lo que representa la promesa del hijo de Dios, sobre la oportunidad de vivir eternamente y en un mundo sin problemas. Por eso, reitero, que para los cristianos ahí está la llave principal. Establecer la diferencia de comportamiento y lograr abrir esa puerta que Jesús le brinda a la humanidad. Y para eso solo hay que hacer lo que él enseñó: amar a Dios, respetar a los padres, perdonar, ser generosos, actuar sin odios ni rencores y avaricia. No robar ni matar. En conclusión, todas normas de buena conducta. Y el hecho de estar convencidos de poder lograr la vida eterna y en un mundo sin problemas, por sí mismo, vale más que todo. Más que la tierra entera.

Hay personas no creyentes, que, pensando que todo comienza y termina aquí en la tierra, entienden que no existen razones para poner límites a sus acciones o abstenerse de hacer cosas que contrarían las enseñanzas de la doctrina cristiana, lo que al final marca la diferencia entre unos y otros. Sin embargo, hay otras que sin ser creyentes, respetan esas normas. Y muchos de ellos, aunque no lo expresen, piensan en la oportunidad de obtener la vida eterna prometida por Jesús. Porque su promesa fue a toda la humanidad.

Y no hay que ser fanático religioso para lograr conectar con Dios y obtener la vida eterna. Con mi forma particular de decir las cosas, siempre he expresado que Dios no hace pactos colectivos. Porque nadie se va a salvar porque su mamá, papá o algún pariente sean o hayan sido religiosos y buenos creyentes. Dios va a juzgar a cada uno según sus acciones. Y eso es lo que representa la diferencia entre creer o no en la resurrección. La que conmemoramos en Semana Santa como clave para entender que realmente hay otra vida. Porque Jesús no miente.

Por tales razones, siempre será recomendable reflexionar y tratar de mejorar las conductas y acciones. Y pedir a Dios que en esta Semana Santa nuestra nación se fortalezca espiritualmente y podamos continuar viviendo en paz y armonía.

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