El grave problema de los estacionamientos

El grave problema de los estacionamientos

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En nuestro país la falta de estacionamientos se ha convertido en un peligroso caos que atenta contra la libre circulación de los vehículos por calles y avenidas. 

No obstante existir una ley que obliga a los propietarios de edificios –tanto públicos como privados- a construir un número de estacionamientos por inquilinos, en la práctica, esa ley se ha constituido en uno de los enunciados que han caído en el saco roto de las leyes que se dictan pero no se cumplen.  Por eso enormes edificaciones como la DGII, Dirección General de Bienes Nacionales o el edificio de oficinas pública, mejor conocido como “El Huacal”, apenas tienen o un pequeño terreno dedicado al aparcamiento de los vehículos, viéndose en consecuencia abarrotadas las calles aledañas, de vehículos estacionados hasta en las aceras.

 El afán mercurial de los constructores de sacarle el máximo de beneficio al terreno a construirse, han hecho posible que mediante el conocido soborno, los constructores designen un espacio menor para el estacionamiento de los vehículos, en la mayoría de los casos, hasta especifican que “No hay parqueo para visitantes”.

   Si bien es cierto que muchos edificios fueron construidos en la época de la dictadura en donde todavía la proliferación de vehículos no se hacía sentir y cuando bastaba uno o dos aparcamientos por piso, no menos cierto es que muchas construcciones modernas confrontan los mismos vicios de antaño, sin que la Secretaría de Estado de Obras Públicas y Comunicaciones (SEOPC) impidan la terminación de los mismos o procedan a la demolición de la construcción que infringe la ley.

   Hay lugares más precarios que otros por el número de oficinas o dependencias estatales que se encuentran en la vecindad.  Podemos citar, el Centro de los Héroes, en donde el palacio que albergaba la Suprema Corte de Justicia  y que hoy ocupa la Corte de Apelación ha tenido que recurrir al estacionamiento en batería para poder dar cabida al gran número de vehículos que allí concurren, lo cual se agrava con los autobuses que conducen a los prisioneros desde las cárceles para celebrarle juicio público y contradictorio.  Estacionarse en todo el contorno de la denominada Feria es una odisea.  Allí está el Correo, el colegio francés, la Dirección de Pasaportes, el Teatro Agua y Luz, la CDEEE, el depósito de la Coca Cola, la terminal de autobuses de la Omsa, la Universidad O&M, el Consejo Estatal del Azúcar, el Instituto Cartográfico, la Comision Nacional del Cacao, Adocafé, la Secretaría de Estado del Trabajo,  el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, la Lotería Nacional, la estación Antena Latina, el Registro Civil de la JCE, el Ayuntamiento, la Cámara de Diputados y el Senado, el local del Colegio de Periodistas, la Federación de Colonos Azucareros, la iglesia Nuestra Señora de la Paz y, de “ñapa”, bordeando ese perímetro, por el oeste, el Maunaloa, por el norte el Tribunal Superior de Tierras, el Registro de Títulos del D. N. y por el este el hospital infantil Robert Reid Cabral debe colegirse, que encontrar estacionamiento en este pandémoniun es como sacarse un premio de la amiga del rico y del pobre.

   Otro polígono que no escapa de lo anterior está constituido por el Palacio Nacional y sus alrededores, en donde las oficinas públicas cuentan con un escaso parque para estacionar los vehículos de los que allí trabajan y los visitantes.  Debemos empezar porque la oficina establecida en la denominada Casa de las Raíces, solo tiene un estacionamiento.  Enfrente la Oficina de Asuntos Fronterizos apenas unos siete u ocho.  La de Supervisión de Obras del Estado, ahora es que los están construyendo y a paso de tortuga.  Ahora bien, en donde el gobierno la botó por los 411 fue en la construcción de la oficina de la Primera Dama.  En un caserón que perteneció a un antiguo ministro de Salud Pública, el  doctor Penzo, se le anexaron dos pisos y por supuesto el personal no tiene donde estacionarse, sino en la calle Moisés García, en la Rodríguez Objío, en la que tiene que competir con la Embajada de Italia y que se creía prohibida, la Dr. Delgado, ahora se paran los” jefes de nuevo cuño”, en franca violación de la ley, al crear un caos en esa vía principal.  Por otro lado, de manera cotidiana los visitantes  de esa oficina no tienen inconveniente de estacionarse en las entradas de las casas y edificios de la vecindad, con  la excusa de que “vengo ahora mismo”.  El día de la inauguración de ese local, los residentes de los alrededores pasaron las de Caín para llegar a sus hogares.  Y nos preguntamos ¿Aprobó la SEOPC estos planos? ¿Dónde están los estacionamientos?  Si se supone que la ley entra por casa, esta situación debe ser revisada.

Los habitantes de la ciudad de Santo Domingo se quejan con razón del caos en que se encuentra el tránsito.  Si se obligase a los constructores a edificar más retirado de las calles y construir los estacionamientos necesarios, tanto para residentes como para visitantes, las calles y avenidas no estuvieran repletas, como ahora, de vehículos que no consiguen donde estacionarse, obligando a los conductores a la utilización de las aceras.  Es hora de ponerle fin a este desmadre.

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