El Greco precursor de la modernidad

El Greco  precursor de la  modernidad

Doménico Theotokopoulos, con nombre artístico universal El Greco, oriundo de la isla helénica Creta, nació en 1541 desarrolló su aprendizaje artístico en la gran tradición pictórica bizantina, antes de perfeccionarse en Roma donde recibirá toda la fuerza de la escuela italiana, madurando su talento con la enseñanza plástica de Michelangelo y las luces del Titien, sin olvidar los atrevimientos del Tintorett.
He aquí una trayectoria cuya síntesis contribuye al genio excepcional del Greco.
Es la corte de España que va a heredar de este maestro de la pintura pues el artista interesado por el fabuloso proyecto del Escorial llega a Toledo para instalar su taller donde trabajará sin cesar dejando su factura excepcional y personal como uno de los últimos pintores del Renacimiento y gran maestro del Siglo de Oro español. Si bien podemos tomar en cuenta la formación intensa que produjo en el ese siglo de las artes visulaes que fue el Siglo de Oro, a partir del siglo veinte, especialistas de las artes, críticos y comisarios van más lejos en sus estudios evocando los aspectos anticipativos de la modernidad y de la post modernidad del conjunto de su obra.
El Greco es un investigador de todos los recurso posibles en la extensión de la pintura sobre la tela, considerando todas las posibilidades del óleo en en la instrumentación del pincel, buscando los efectos del espesor pero sobre todo de todos los matices de luz que pueden sacarse dentro de un mismo color en todas sus variaciones de tono gracias a la especificidad del gesto y de la fuerza del pintor en la pincelada, para lograr una gran variación en los sentimientos de sus figuras y de sus personajes
Es ahí donde reside su modernidad, en esta búsqueda precursora, de significar más que el cuerpo. El Greco indagaba la morfología, el lenguaje y la significancia espiritual y sentimental de sus temas visuales.
Durante siglos, se explicó su obra bajo las luces de la expresión mística de las miradas, de los rostros, del movimiento de elevación de los cuerpos, de la elocuencia sinóptica de las miradas. En fin, se justificaba la excepción de sus pinturas como una ilustración plástica del misticismo.
Sin embargo, desde la perspectiva de la historia del arte en sus evoluciones y revoluciones plásticas, entendemos que no fue pura casualidad si los artistas preimpresionistas, impresionistas y expresionistas encontraran en el maestro toda una escuela del tratamiento del trazo en las anatomías alargadas, así como en los espacios cromáticos, que se manifiestan en sus composiciones innovadoras , con independencia en el pincel, y mucha libertad en las evocaciones interpretivas, muy atrevidas para la época.
Por todas estas razones el pintor va a causar una gran atracción en el medio intelectual, literario y artístico de la mitad del siglo 19 y principios del siglo veinte, una atracción causada por el mismo ambiente de sus pinturas, por el tratamiento técnico del artista que evidencia la fuerza y la obsesión de manifestar una atmósfera poética, intensificando con sus matices de colores, con las líneas de óleos negros, grises o blancos un entorno dramático que lleva al espectador al centro de la tela y la habita en su intensidad emocional.
En la obra de San Lucas,que conocimos en la catedral de Toledo, tenemos un óleo oscuro que presenta unas sutilezas del color en el hábito de San Lucas, obra de 1605, donde el gesto de la mano , y el movimiento de la mirada sugieren mucha sabiduría, que engrandece toda la expresión de un rostro.
De la misma época podemos analizar el cuadro de San Pedro y San Pablo, donde en las tínicas, se encienden los colores con la fuerza del rojo en la túnica compartiendo un verde encendido. Aquí vemos los pliegues de las telas, por las sombras que llevan el color puro hacia variaciones de rosado y ocres. Todo esto es el resultado de investigación de un artista de principios del siglo 17 que anticipadamente rompe con la tesitura clásica para indagar los efectos de luces nacidas del movimiento del pincel.
El retrato el Cardenal Niño de Guevara integra no solamente la resonancia de una modernidad anunciadora del constructivismo y de la abstracción geométrica pues, si analizamos el piso de lozas de mármol alternando con los círculos rojos, en un contrapunto con la pared que presenta en fondo un damasco de cuero cordobés con todo un detallismo manierista al lado de una puerta muy minimalista, entonces, el conjunto de la obra se convierte en un manifiesto, en un laboratorio de análisis formales, sobre todas las posibilidades de anuencias del dibujo y la pintura en una misma composición.
Todo este decorado arquitectónico, es posible de la mano de un pintor apasionado de arquitectura.
Ahora bien, desde el punto de vista de la composicion, la obra está totalmente dispuesta para dar relevancia a la fuerza de un personaje, que parece compactado en su espacio existencial y en la exigencias de sus funciones.
Basta con analizar el rostro y sobre todo la mirada, extender el análisis a la expresión de los labios con la orientación de los ojos para considerar el vanguardismo del Greco en los logros de la forma con el ánimo…
En el hábito del Cardenal, a traves del conjunto de los pliegues y arrugas de las telas se adivina el movimiento de un cuerpo vivo, por encima de la rigidez de la posición social del sujeto. Los encajes blancos, con toda su intensidad dibujada en las enaguas del clero, son un efecto revolucionario que nos anuncia del japonismo…
Con este artista vale la pena estudiar los fondos de sus obras, sobre todo los cielos, lo podemos presenciar en Cristo en la Cruz, con la sugestión de un firmamento en duelo cuyas impresiones vienen de la repartición cromática que va desde la sutileza del negro hasta el alivio y la paz de convivencia con la conformidad del blanco y del gris azulón.
En la Apertura del quinto sello, concentramos toda nuestra reflexión, pues la desnudez inesperada de los cuerpos evidenciados por el despojo de las túnicas que cubren un fondo y un primer plano escenificado por el verde y de nuevo el amarillo nos indica la intuición de la naturaleza, bajo un cielo atormentado, con un efecto de cromatismo fusionado, recordando a los expresionistas contemporáneos noruegos y suecos.
La distribución del espacio con la elevación a la izquierda del personaje azul implorando o pidiendo el perdón. Tenemos una obra dentro de a obra. En el centro un cuerpo M oreno atrae la curiosidad CON el contraste de un lienzo verde realzando un referente pagano y subversivo que se impone en los cuerpos desnudos blancos pues pensamos en una escena erótica que anticipa sorprendentemente escenas externas de los imprsionistas, pero tambien con el estado de flotación o de suspensión aérea de algunas obras de Chagall.
Definitivamente, con esta retrospectiva que prepara el MUSEO del Grand Palais de Paris, los franceses en su pensamiento crítico con el arte demostraran gracias al más grande de los Maestros mediterraéneos , por no caer, en reducciones de nacionalidad, que la Historia del Arte, es antetodo un catálogo razona de la historia de los aportes visules, por eso El GRECO, no tiene siglo, pertenece a lo universal, intemporal, visionario y precursos de la modernidad.

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