El Greco regresa a Toledo a los 400 años de su muerte

El Greco regresa a Toledo a los 400 años de su muerte

TOLEDO, España. Capillas, sacristías, antiguos hospitales, los muros centenarios de la vieja Toledo se reencuentran con las obras que El Greco pintó para ellos en una exposición única que abre este viernes con ocasión del 400 aniversario de su muerte en esta ciudad.

Un total de 64 obras, procedentes de 31 ciudades del mundo, viajaron a Toledo para la exposicion «más relevante que se ha hecho nunca» del pintor, enfatizó el presidente de la Fundación El Greco 2014, Gregorio Marañón, en la presentación de la muestra.

Junto a los cuadros conservados en la ciudad, suman un tercio de las cerca de 300 obras que pintó hasta su muerte, el 7 de abril de 1614 en Toledo. Entre ellos, el célebre «Entierro del Conde de Orgaz», que por sus enormes dimensiones no sale de la iglesia toledana de Santo Tomé, para la que fue creado entre 1586 y 1588.

Nacido en la isla griega de Creta en 1541, Doménikos Theotokópoulos se había establecido con 36 años en la antigua capital española tras formarse en la Italia renacentista y haber sufrido el rechazo de la corte de Felipe II en Madrid.

Agobiado por las deudas y obligado a «aceptar todo tipo de encargos para sobrevivir», el artista creó en su taller toledano innumerables retratos y grandes pinturas religiosas reunidas ahora en seis lugares emblemáticos de la ciudad.

La intención de la exposición es mostrar «desde nuestros días» a un artista sólo redescubierto a finales del siglo XIX tras pasar tres siglos en el olvido, explica el comisario Fernando Marías. Mostrar a «un pintor que disfruta pintando cosas bellas, de una manera altamente bella» y que, en contra de la creencia, «no disfruta con las figuras demacradas y macilentas», agrega.

– Un particular ideal de belleza – Como prueba, una hermosa «Santa María Magdalena», cubierta con un manto azul y con un pecho descubierto, pintada hacia 1576, y un Jesucristo impoluto descendido de la cruz en una «Piedad» del mismo año.

Procedentes de Barcelona y Nueva York, ambas colgarán hasta el 14 de junio en las paredes del antiguo hospital gótico de la Santa Cruz, junto a los oscuros retratos de caballeros burgueses con trajes negros, ornados de blancos encajes que dan luz al rostro y las manos.

La restauración de unas obras durante muchos años apagadas bajo capas de barniz y suciedad fue clave para presentar esta moderna visión de un Greco de fuertes contrastes «cuyos colores nos comen por la intensidad de su saturación», afirma Marías.

Recorriendo las empinadas callejuelas adoquinadas del centro de la ciudad se llega a la minúscula capilla privada de San José, que abre sus puertas al público para esta exposición.

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