El grillete del Banco Central dominicano

El grillete del Banco Central dominicano

Usted acaba de ser electo presidente de nuestro país. Unos días antes de las elecciones, digamos al 30 de abril, usted verificó que la deuda del sector público no financiero (SPNF) era de US$17,331 millones o aproximadamente 30.9% del PIB.

Su equipo de economistas concluye que el monto de dicha deuda para el tamaño de nuestra economía es manejable. Por consiguiente, surge un consenso de que el país tiene capacidad de endeudamiento para atender las demandas sociales y los programas de desarrollo del todavía candidato.

Por arte de magia, el día 21 de mayo, ya siendo usted presidente electo, la deuda del SPNF aumenta a US$23,714. Un crecimiento de US$6,384 millones o un 36.8%. Estoy seguro que el nivel de optimismo sobre la capacidad de endeudamiento y la sostenibilidad de la deuda no será el mismo que cuando la deuda era de solo US$17,331.

El ejercicio anterior no es producto de una novela de ficción. Es nuestra realidad. Ese aumento de US$6,384 millones es la deuda que tiene el Banco Central por concepto de certificados y notas que fundamentalmente tienen su origen en la crisis bancaria del 2003.

Por alguna razón “desconocida”, la gran mayoría de los agentes económicos entiende que la deuda del Banco Central se puede manejar de una forma distinta que la deuda del SPNF. Es como si el Gobierno fuese Clark Kent y el Banco Central fuese Superman. Si nos dan a elegir, a todos nos gustaría ser Superman, pero en esencia ambos son una misma persona. 

Me atrevo a apostar que en las conversaciones de la inminente reforma fiscal habrán propuestas de posponer el pago del bono de capitalización o extender el periodo de repago para “aliviar” el déficit fiscal y el flujo de caja del Gobierno Central.

A nadie se le ocurriría hacer un planteamiento similar para la deuda del SPNF porque esto sería equivalente a un default. Y como el niño de Krypton y el reportero del Daily Planet son la misma persona, las propuestas anteriores son inaceptables.

La mejor forma de salir de este autoengaño es transparentando en el SPNF el balance de la deuda del Banco Central. Sin embargo, hacer esto de golpe puede traer consecuencias no deseadas. Una posición intermedia sería dividir en dos pedazos la deuda del Banco Central.

El Ministerio de Finanzas manejaría  la curva de rendimiento de largo plazo (que representaría la mayor proporción) y el Banco Central la de corto plazo. Esta solución no es óptima, pero es prudente. Estoy seguro que el manejo de las finanzas públicas sería más cauteloso por el simple hecho de que, en todo momento, el equipo económico tendría una visión más clara de cuál es el verdadero nivel de endeudamiento del país y el costo asociado al mismo.

Por otro lado, si al Banco Central le quitamos este grillete, dicha institución podrá dedicarse a hacer política monetaria de forma independiente. Los beneficios inmediatos son la posibilidad de lograr el aumento necesario de las reservas internacionales y un mejor control de la inflación sin afectar tanto el crecimiento económico. Es hora de empezar a corregir las cosas que están mal.  

Las claves
1.  Deuda pública
Usted acaba de ser electo presidente de nuestro país. Unos días antes de las elecciones, digamos al 30 de abril, usted verificó que la deuda del sector público no financiero (SPNF) era de US$17,331 millones o aproximadamente 30.9% del PIB.

2.  Deuda manejable
 Su equipo de economistas concluye que el monto de dicha deuda para el tamaño de nuestra economía es manejable.

 

 

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