El hacedor de males es premiado

El hacedor de males es premiado

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Como pocas veces en su historia, el FMI es reconocido por un país que de forma voluntaria se acerca al mismo para discutir nuevos programas de asistencia y soporte técnico y financiero al finalizar con éxitos el programa Stand By, que en tres años llevó al país a una notable recuperación, después del desastre en que lo sumergiera el PRD y sus acólitos, en los primeros cuatro años del siglo XXI.

El FMI, contando con el concurso y apoyo político del presidente de la República, Leonel Fernández, respaldado por un incuestionable y capacitado equipo económico, pudieron en correcta y respetuosa coordinación llevar a cabo los programas de ajustes que necesitaba la economía nacional para volver a ser objeto de confianza en el mundo financiero internacional, de repente llegaron las inversiones y el Banco Central pudo registrar reservas como nunca antes en su historia, por encima de los 2,500 millones de dólares.

Fue acertado, en medio de una tormentosa, agresiva y difamatoria campaña electoral, que el presidente dominicano instruyera al gobernador del Banco Central a que se acercara al FMI para conversar en nuevos programas de soporte, sin implicar nada similar al acuerdo pasado, que tan exitoso resultó para el rescate de la economía y apuntalar un crecimiento increíble en el concierto internacional, con índices por encima del 8% anual.

El presidente Fernández, en su extensa e informativa rendición de cuentas ante la Reunión Conjunta de las Cámaras el pasado día 27, puso de manifiesto la certificación que el FMI emitió del estado de la economía al final del acuerdo original, por la excelente labor realizada, en medio de tantos pronósticos de fracasos y de zancadillas, que amenazaron varias veces la continuación del programa de ajustes, satanizados por una mediocre y torpe oposición política, que sin nada que ofrecer ha organizado su promoción electoral descalificando con mentiras y ultrajes al gobierno.

Con el caso dominicano, el FMI ya no es un hacedor de males, como ocurría en otras naciones, donde la inestabilidad social, después de que se aplicaban sus exigencias, estallaba y producía serios cataclismos políticos, como ocurrió aquí en 1984. En esta ocasión, la fea imagen del FMI ha desaparecido. Ahora se le considera como un ingrediente estabilizador y necesario, que ya no es como un purgante, sino como un digestivo, a nivel de licor Frangélico, para conservar la estabilidad y evitar distracciones y apetencias inadecuadas de gente, que al ver tanto dinero ingresando al fisco y en medio de un proceso electoral, aspire a un desagüe inadecuado y violento, similar al vertedero de la presa de Tavera.

La experiencia del FMI en el país es un modelo para sus futuras actuaciones internacionales en otros países, que atraviesen complicaciones en sus economías por mal manejo de sus finanzas y presiones políticas sobre los bancos centrales. Es una situación de la que no escapan cuando hay gobiernos de políticos irresponsables, estimulando la creación de dinero y medidas que alteren por completo el desenvolvimiento de la economía, como ocurrió aquí del 2000 al 2004.

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