Son muchas las familias que después de conocer los resultados de los pasados comicios fueron invadidas por la incertidumbre del mañana.
Sin poder evitarlo, la impotencia, el dolor y la tristeza, interrumpieron la paz y la seguridad de sus hogares.
Han quedado en la oscuridad, no vislumbran una salida.
De repente, una diversidad de cuestionamientos surgen para atormentar, desestabilizar aun más, y provocar las más cruentas ansiedades y los más profundos temores.
Es este el momento preciso para que, en medio de estas circunstancias, cuando la derrota y el fracaso se enaltecen triunfadores, sean ordenados los pensamientos, se haga un alto en el camino y se busque una respuesta. La lucha debe cesar.
Es cuestión de un instante.
Es suficiente con pensar que nuestra estadía en este mundo no se originó en un albur o coincidencia, que existe alguien que trazó un plan y que aseguró que nunca dejaría solo a ninguno de los que en Él colocaban su confianza.
Es la mejor hora para renunciar a toda desesperanza porque el Señor tiene tu vida en sus manos.
Él traerá una salida. Él abrirá una puerta y trazará un nuevo camino.
Empieza a moverte en lo sobrenatural. Establece encima de tu realidad la verdad de Dios.
Levántate, toma ánimo y sé valiente, porque es aquel que te creó el que te dice: «no temas porque Yo estoy contigo, no desmayes porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sostendré, con la diestra de mi justicia».