El héroe de la autobiografía de Greenspan es el capitalismo

El héroe de la autobiografía de Greenspan es el capitalismo

POR KRISHNA GUHA
En Washington

Alan Greenspan escogió el momento perfecto para publicar sus memorias: el día antes de  una reunión del comité político de la Reserva Federal, con apuestas altas, en medio de una crisis del mercado financiero. Hasta el título de este libro, The Age of Turbulence*  (La era de la tubulencia), parece misteriosamente -si no poco característicamente- profético.

La turbulencia a la cual se refiere Greenspan en el título tiene dos sentidos: el cambio de velocidad motivada por la fuerza dinámica del capitalismo global y los momentos de disfunción que periódicamente afligen al mecanismo del mercado que está en su centro.

Greenspan alega que estas crisis ocasionales son inevitables, porque ellas -y las burbujas de precios que las preceden- están, al final, enraizadas en la psiquis humana y en su propensión a desplazarse de   la euforia al terror.

Su libro pudo igualmente ser titulado “La era de la des-inflación”. El tema más importante de esta obra es cómo el triunfo del capitalismo laissez faire en el mundo durante el último cuarto de siglo trajo un periodo dorado de baja inflaciòn, bajas tasas de interés y prosperidad global.

Otros le acreditan a Greenspan, a su antecesor Paul Volcker y a otros banqueros centrales la victoria sobre la inflación. Sin embargo, Greenspan defiende que hubo fuerzas más profundas operando: la integración económica global, el deplazamiento hacia mercados no regulados en todo el mundo y una revolución en la tecnología.

El superhéroe de esta historia es el capitalismo. El banquero central no es más que el acompañante -no es Batman, sino Robin. Se trata de  un cuento sobre la “mano invisible” de Adam Smith coordinando el mercado y la “destrucción creativa” de Joseph Schumpeter, ambos en acción .

Sin embargo, al fin de cuentas es un libro sobre política económica, no de Economía. Greenspan habla de la caída del Muro de Berlín, en 1989 como un acontecimiento económico definitorio para el mundo -el momento en el cual la bancarrota de la planificación centralizada quedó expuesta a la vista de todos. También nos cuenta cómo el observar la dificultad de edificar un sistema de mercado como corresponde lo condujo hacia un comprensión más rica de los fundamentos legales, institucionales y culturales del capitalismo.

La estructura del libro es tosca. Realmente, son dos libros: una autobiografía y una serie de ensayos sobre la economía mundial, presillados juntos.

Los primeros once capítulos que componen la autobiografía son cautivadores. Nacido en 1926 -antes de la Gran Depresión-, Greenspan fue un consultor de negocios célebre, trabajó en la campaña presidencial de Richard Nixon, sirvió en la administración de Ford como jefe de los asesores económicos de la Casa Blanca, y dirigió una reforma importante de la Seguridad Social, antes de incorporarse a la Fed, donde fungió como presidente durante dieciocho  años.

Mientras nos relata su historia personal, Greenspan recuerda al lector cuan grande ha sido el cambio en el contexto económico desde los años de 1970, cuando la enfermedad inflacionaria parecía cualquier cosa, menos algo posible de superar para los políticos.

El estilo es claro, con pocos ecos del magisterialmente ambiguo “estilo Fed”,  por el cual Greenspan fue reconocido cuando ostentaba el cargo.

Sombre su historia,   nos enteramos de cómo un muchacho que memorizaba los resultados del beisbol y los horarios de los trenes se convirtió en el presidente de la Fed que vio en las evidencias de los micro-datos el despegue de la productividad en EEUU a mediados de los 90 y ajustó, en correspondencia, la política monetaria, lo que bien puede considerarse como su logro mayor.

Un tema recurrente son las burbujas de los precios de los activos: de las acciones corrientes en la década de 1990 y de la vivienda estos  años del 2000. Esto no es accidental: las mismas fuerzas subyacentes que forzaron la baja de la inflación y en las tasas de interés, simultáneamente, son las que hicieron subir los precios de los activos, aportando las primeras ganancias que estimularon la actividad especulativa.

Una revelación es  hasta donde Greenspan dice que él se preocupó y trató de desinflar ambas burbujas con aumentos tempranos en las tasas. Fue el fracaso en estos intentos el factor que  lo convenció de que un banco central no debería tratar de reventar las burbujas.

Incluye incursiones en los “casi desastres” de las crisis financieras de 1987 y 1998. A lo largo de su recuento, recalca la resistencia de la flexible economía estadounidense que logró, por ejemplo, absorber el estallido de la burbuja puntocom y los ataques terroristas del 11 de septiembre, con solo recesiones de menor calado.

Republicano de toda la vida, Greenspan despliega una aversión libertaria, profundamente arraigada, contra el gran gobierno; aún así, admite que estuvo más cerca de encontrar sus almas gemelas intelectuales en años recientes en la administración Clinton. 

Confiesa que se equivocó al unirse al coro de aquellos que creían que había un excedente en el presupuesto del cual disponer al final del milenio.

Es duro con la conducta derrochadora del Partido Republicano después de 2000, indicando que merecía perder las elecciones  en 2006.

Los 14 capítulos de análisis son más desiguales. El análisis del país no remueve cimientos,  acorde con las normas de Greenspan; su análisis sobre la economía del calentamiento global es incompleta e insatisfactoria. En contraste, tanto su alarma sobre el derecho a gastar y la relativa falta de preocupación por los desbalances de la cuenta corriente están sustentados sólidamente.

Y defiende su criterio de que el estancamiento en los ingresos del trabajador promedio en EEUU constituye una amenaza para la sostenibilidad política de los mercados no regulados.

Por momentos, cala en lo profundo, como cuando pregunta por qué con todo el éxito del capitalismo, no hemos podido rescatar el optimismo del siglo XIX, de que los mercados y las sociedades libres traerán una dimensión más amplia del progreso humano.

Quizás, algo inevitable, dado el alcance del libro, su conclusión no logra del todo acertar a atar todos los cabos. Nos quedamos con su advertencia de que las fuerzas fundamentales que trajeron una era de des-inflación están empezando a ceder. Greenspan dice que la inflación en los años por venir hasta 2030 puede estar más cerca del promedio de 4.5% del periodo que va de 1939 a 1989, que de la tasa más bajas de los últimos años.

Supongamos que esa cifra no sea exactamente útil para sus sucesores, que están tratando de contener las expectativas de inflación. Pero es que Greenspan está tratando de resaltar un punto más importante: que la Fed no podrá evitar un retorno a los niveles más altos de inflación en el largo plazo sin el respaldo pleno del público estadounidense y de sus representantes políticos.

En última instancia, la decisión de acomodar o resistir las fuerzas de la inflación no las toma el hombre, ni una institución, sino todo una nación.

The Age of Turbulence. Adventures in a New World. Por Alan Greenspan.

 

Fed ejecuta fuerte recorte en las tasas

Por Krihsna Guha y michale Mckenzie
En Washington y Nueva York

Las acciones se dispararon después que la Reserva Federal de Estados Unidos actuara agresivamente para descabezar el riesgo de una fuerte desaceleración en la economía estadounidense ayer, al reducir las tasas de interés en 50 puntos básicos, hasta 4.75% El recorte -dijo- tiene la intención de “ayudar a contener algunos de los efectos adversos en la economía que pudieran surgir de lo contrario de las alteraciones en los mercados financieros” y para “promover un crecimiento moderado con el tiempo”.

El banco central de EEUU también redujo la tasa de descuento con la cual presta directamente a los bancos en 50 puntos básicos, y manifestó la posibilidad de nuevos recortes en el futuro. La Fed dijo que la tirantez en las condiciones del crédito tiene el potencial de “intensificar la corrección de la vivienda y restringir el crecimiento económico de manera más general”. Insinuando un posible nuevo relajamiento, la Fed dijo que los sucesos en el mercado habían “incrementado la incertidumbre que rode el panorama económico”.

La Fed dijo que “continuaría valorando los efectos de estos y otros acontecimientos” y que “actuará según sea necesario” para continuar con su objetivo doble de precios estables y un crecimiento económico sostenible.

El índice S&P?500 subió 2.14% a 1,508.29, después de haber estado más alto, en cerca de 0.5%. El sector financiero lideró las ganancias.

El dólar estableció una nueva baja récord de US$1.3964 ffrente el euro, mientras que los futuros de la tasa de interés continuaron apreciando nuevos recortes en las tasas durante los próximos 12 meses, con la tasa a tres meses en 4.28% en septiembre de 2008.

La Fed observó que la inflación principal había “mejorado modestamente durante el año”, un cambio significativo de la reunión anterior, cuando consideraba que un descenso sostenido en la inflación todavía no había sido “demostrado convincentemente”.   No obstante, el comité dijo que “se mantienen algunos riesgos de inflación” y prometió “continuar monitoreando el desarrollo de la inflación cuidadosamente”.

 Esta referencia es un recordatorio de que  un  grupo de funcionarios de la Fed sigue  preocupado por la inflación.

La decisión de optar por un recorte agresivo de 50 puntos, en lugar de un incremento de una reducción de 25 pb refleja la renuencia de la Fed a rezagarse en tiempos en que el panorama económico está evolucionando con rapidez.

Los funcionarios están ansiosos para actuar en forma preventiva para reducir el riesgo de una grave desaceleración que pudiera convertirse en una recesión, aunque hay pocas pruebas hasta la fecha de que la economía se esté acercando a ese punto.

  La medida de reducir 50 puntos intenta  crear un efecto psicológicamente positivo en los mercados.

Alan Ruskin, estratega de RBS Greenwich Capital, dijo que es “una apertura del juego audaz en el ciclo de relajamiento por parte de un presidente de la Fed que por motivos de credibilidd se esperaba que errara por el lado de la cautela”.


Contracción del crédito afecta planes de recompra  en  compañías de EEUU


Por Francesco Guerrera
En Nueva York

Las compañías de Estados Unidos están reduciendo sus re-compras de acciones, una señal de su temor porque una contracción del crédito prolongada y una fuerte desaceleración económica pudieran tener un costo excesivamente grave  en sus operaciones.

Después de dos años de estar batiendo récords de recompras de acciones, septiembre parece que será el mes más débil en casi dos años, con solo US$3,7 millardos para recompras anunciadas hasta ahora, de acuerdo con Thomson Financial.

La semana pasada fue la más lenta del año en esta área, lo cual incrementa la probabilidad de que el total mensual caiga a su nivel más bajo desde noviembre de 2003.

El descenso en la actividad de compras destaca la posición defensiva adoptada recientemente por las compañías de EEUU frente a la contracción de liquidez y la creciente posibilidad de que la economía resbale hasta una recesión. El aumento en los costos del préstamo generado por la reciente turbulencia en el crédito se une a los problemas para las compañías que habían sacado ventaja de las bajas tasas de interés para financiar recompras con deuda.

Un descenso en las recompras de acciones pudiera golpear las ganancias reportadas de las compañías, en la medida en que las recompras elevan las ganancias por acción reduciendo el número de acciones en emisión. Un estudio reciente de Thomson Financial estima que las recompras resultarían en  más de una quinta parte del crecimiento en las ganancias para las compañías del índice  S&P 500 en el año 2007.

Jefes ejecutivos dicen que, aunque las recompras resultaron una de las herramientas favoritas para desplegar los excesos de efectivo, recompensar accionistas e  impulsar las ganancias durante el mercado alcista, estos tiempos difíciles piden un manejo más prudente de la hoja de balance.

“La posición actual tiene perfecto sentido”, dijo el jefe ejecutivo de una  compañía importante la semana pasada. “Por el momento, todo el mundo quiere asegurarse de que cuenta con liquidez suficiente y recursos de efectivo para sobrevivir a un viraje”.

Una caída sostenida en el nivel de recompras afectaría a los accionistas, que recibieron más de US$430 millardos de las recompras de acciones desde que comenzó en 2005. Daniel Gates, jefe de crédito para América del Norte en Moody´s, la agencia calificadora del crédito, dijo que las compañías con programas de recompra podrían decidir aplazarlas para preservar su flujo de efectivo.

Moody´s respondió la semana pasada a la decisión de McDonalds´s, la cadena de restaurantes de EEUU incrementar su programa de dividendos y recompra porque podrían bajar  la calificaciòn del grupo.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE IVÁN PÉREZ CARRIÓN

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