El Himno dominicano

El Himno dominicano

RAFAEL DE JS. CAMPOS
Para el año 1883 el maestro dominicano José Reyes (1835-1905) invitó al licenciado en letras y poeta Emilio Prud’Homme (1856-1932) a que escribiera los versos para un himno a la patria, a lo cual éste accediera y Reyes lo revistió con su música. Este fue interpretado públicamente por primera vez, en el local de la Logia Esperanza, sito en la calle Mercedes número 4 de la ciudad de Santo Domingo, el viernes 17 de agosto del 1883, tocando el violoncello el propio José Reyes.

Los versos originales no son los mismos que los actuales, ya que fueron modificados por el mismo Prud’Homme catorce años después. Estos decían:

Quisqueyanos valientes, alcemos

nuestro canto con viva emoción.

Y la aurora feliz saludemos,

de la Patria y la Restauración.

Salve al pueblo magnánimo y fuerte

que si esclavo en un tiempo gimió,

tras el grito de ¡Libre o la muerte!

Su cruzado pendón tremoló.

Etc. Etc.

El texto modificado fue publicado por El Teléfono y quedaron tal y como están hoy en día.

El Congreso Nacional de ese entonces, mediante moción del diputado Rafael García Martínez aprobó un proyecto de resolución declarando como Himno Nacional el canto patriótico del maestro José Reyes y Emilio Prud’Homme, el lunes 7 de junio del 1897. Este fue archivado por el presidente de ese entonces Ulises Heureaux, ya que el himno que se hacía interpretar el dictador, era nada más que La Marsellesa.

No fue sino hasta el año 1934 que otro dictador, el llamado Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo y Molina, que el miércoles 30 de mayo, hizo la declaración oficial del actual Himno Nacional Dominicano.

Al ser los versos tan extensos, musicalmente habría de repetirse tres veces, y como himno resultaría muy largo.

 Algo parecido sucede con el Himno de los EUA, que habría que repetirlo dos veces para decir la totalidad de los versos.

Para que el pueblo conozca y disfrute nuestro magistral himno, hago la formal propuesta, sobre todo al grandioso Coro Nacional, de que al cantarlo, se alternen la parte central y última, y así daremos a conocerlo en su totalidad. La parte central dice:

Que si dolo y ardid la expusieron

de un intruso señor al desdén,

¡Las Carreras! ¡Beller!… campos fueron

que cubiertos de gloria se ven

En la cima de heroico baluarte

de los libres el verbo encarnó

donde el genio de Sánchez y Duarte,

a ser libre o morir enseñó.

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