Compareciendo al almuerzo de Diario Libre publicado el 22 del mes, el expresidente Hipólito Mejía reiteró la nadería epidérmica conforme determina su corta dimensión, en resumen, habló mucho y no dijo nada, acorde con la retórica cantinflesca.
No abordó uno de los temas expectantes y filosos que conturban el ánimo ciudadano, crisis energética, ensordecedores decibeles, corrupción, criminalidad pasmosa, haitianización, auge tráfico de drogas y lavados de activos saturantes, amago peligroso de profanar la Carta Magna.
Omitió esos temas troncales de la vida dominicana de hoy por además de un particular interés, sencillamente desconoce las providencias para superarlas, porque no sabe ni comprende lo que es el Estado, y se decanta siempre por la tangente, porque con Hipólito se conjuga la sentencia de don Miguel de Unamuno:“Lo que natura no da, Salamanca no lo presta”.
“Hay que tener un sentido dominicanista o nacionalista de nuestro país”, expresó, recordando todos que su canciller recién desmaterializado Hugo Tolentino Dipp, renunció en protesta por su genuflexión ante el presidente George Bush jr, enviando una guarnición a Iraq.
Descartó referirse al estrés que padece la ciudadanía por el forcejeo entre el presidente Danilo Medina y el tres veces presidente Leonel Fernández por el primero intentar reelegirse dos veces y el segundo oponerse, situación que tiene ralentizada la economía, limitándose a expresar que “el Departamento de Estado, solo favorece dos períodos seguidos”.
Ponderó que el PRM es donde se generan más jóvenes políticos, mencionando a Faride Raful, David Collado, Fellito Suberví, Orlando Jorge Villegas, Ignacio Paliza, presidente del PRM y a su hija Carolina, omitiendo a Luis Abinader Corona y Wellington Arnaud, aspirantes presidenciales, igual que él, repudiable atajo a incorporar una grata opción presidencial nueva.
Genio y figura, hasta la sepultura.