¡El Hipólito que es!

¡El Hipólito que es!

El ex Presidente Hipólito Mejía nos tiene acostumbrados, ¿o quizás no? a una suerte de crucigrama con sus repentistas declaraciones. Genio y figura hasta la sepultura, reza un conocido refrán. Puesto que Hipólito nubla el día más soleado con las declaraciones más estrambóticas que cualquiera razonablemente pudiera esperar. Es lo que ha pasado con sus más recientes declaraciones sobre Trujillo, el ying y el yang, así como el servicio militar obligatorio. Por supuesto, inmediatamente, se activan los traductores del ‘hipolitish’, tratando de explicarnos lo que dijo o quiso decir nuestro locuaz ex presidente, en un entendible esfuerzo por minimizar la onda expansiva de sus declaraciones. Otros, los más audaces, se desdoblan tratando de ajustar o darle visos de razonabilidad, a todas sus declaraciones.

Ahora bien, conociendo a don Hipólito como lo conoce el pueblo dominicano, no deberíamos prestar tanta atención, a menos que no sea para entretención, a los buscapiés verbales que se le zafan de cuando en cuando. Esto, para que no vaya a pasarnos como el cuento del bizco que fue embestido por el toro que era, al saltar por la ventana que no era. En efecto, acaso tenemos que activar el software de interpretación del ‘hipolitish’ para saber que el ex presidente siempre ha tenido esos reflejos autoritarios, involuntarios o no, conscientes o no. Lo cual no quiere decir que sea un dictador ni nada por el estilo, pero las evidencias de las arbitrariedades en su gobierno sobran. Van desde la coerción, con risas y bromas, al trabajo de los periodistas y reporteros, hasta la famosa frase de “Candelier, tráncalo por hablar mentira”. Ante la queja de un campesino de Las Matas, por un acueducto inaugurado sin agua.

Por tal motivo, conviene enfocarse en el verdadero Hipólito. No en el que lanza fuegos artificiales y sobresalta a la sociedad con las más asombrosas declaraciones, sino en el que ocasionó la crisis económica más profunda y desgarradora que conoce la RD, desde los tiempos de las papeletas de Lilís. Y es que los hechos valen más, mucho más que mil palabras. Podrán tratar de arreglar, decorar, manipular y hasta tergiversar sus declaraciones, sin embargo, los hechos son obtusos, incontrovertibles. Baninter, Bancrédito y Mercantil quebrados; Edenorte y Edesur quebradas y peor compradas, dos Acuerdos rotos con el FMI, el dólar a sesenta por uno, una cantidad innumerable de empresas y negocios quebrados debido a la devaluación, inflación descontrolada y la creación de más de un millón de desempleados; prácticamente la eliminación de la clase media. En definitiva, la administración del ex Presidente Hipólito Mejía fue todo un Monumento al Retroceso.

Y, aunque para los gustos se hicieron los colores, uno se pregunta, ¿cómo es posible que una persona razonablemente sensata, que no tenga compromiso o afiliación partidaria, se pueda atrever a defender tan traumática experiencia gubernamental? ¿Pueden los números, las cifras y las estadísticas generadas durante la propia administración del ex presidente Mejía ser ocultadas y tergiversadas para trastocar la historia con fábulas de camino y denuncias altisonantes? Y, la más importante de todas, ¿acaso ha experimentado el ex Presidente Mejía algún tipo de metamorfosis o cambio que nos permita suponer, aún sea mínimamente, que la historia será diferente? Yo creo que no. Y si para algo en realidad sirven las declaraciones y expresiones del ex presidente Mejía es para darle carácter axiomático al refrán que reza que: “Loro viejo no aprende a hablar”.

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