El historial clínico

El historial clínico

Cuando una persona acude al médico el facultativo le interroga acerca del motivo de la consulta. Es cuando el paciente expone sus quejas, las características de las mismas, el tiempo de aparición y evolución, así como si ha tratado de aplicar alivio físico o terapéutico. A todo lo que el enfermo refiere, entiéndase, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, insomnio, mareos, en la jerga hipocrática se le denomina sintomatología. El galeno preguntará acerca de los antecedentes familiares y luego realizará un examen físico.
Las anormalidades que se detectan en la exploración corporal, digamos temperatura, pulso, presión, sangrado, le llamamos signos. La constelación de síntomas y signos orientan al clínico sobre el probable tipo de quebranto. La seguridad diagnóstica usualmente se confirma con los análisis de laboratorio, estudios de imágenes, pruebas terapéuticas, o exploraciones quirúrgicas. Siglos de experiencia acumulada por las ciencias de la salud nos permite hoy día hacer un diagnóstico correcto de la enfermedad, tratarla adecuadamente y determinar su pronóstico con bastante exactitud. La identificación temprana del mal, acompañada de una terapia efectiva y eficaz ahorran dolores, gastos y complicaciones, a la vez que permite restablecer la salud por completo.
Los adelantos científicos han sacado a la luz algunos factores causales de un gran número de enfermedades, por lo que estamos en condiciones de crear hábitos saludables en la población general, amén de poder prevenir y diagnosticar ciertos males antes de que se expresen a través de síntomas y signos.
La condición de salud del cuerpo social de una nación se puede comparar en cierto modo con el ejercicio de la medicina. Acá la función de médico la ejerce el político. La población expresa sus quejas, las cuales deben ser escuchadas con empatía, respeto y atención por los responsables de dirigir los destinos del país. Quien conduce la república tiene la obligación de conocer la historia, interpretar los signos y los síntomas, llevar a cabo la analítica y estudios pertinentes para arribar a un diagnóstico correcto de las causas de los males que agobian a ciudadanía. Tan pronto se llega a la raíz del quebranto entonces hay que poner todo el empeño en erradicar el quebranto. Hacerse de la vista gorda, ignorar, minimizar, negar o tratar incorrectamente el problema puede acarrear serias consecuencias.
Entre esos resultados tenemos la inestabilidad, desconfianza, intranquilidad y alteración de la paz social.
Un signo pronóstico de suma importancia como indicador del estado de salud de un pueblo es su economía y la distribución del producto del trabajo. Una riqueza mal distribuida genera insatisfacción, inequidad y malestar social. El índice de desempleo y el bajo ingreso familiar auguran tormenta para la gobernabilidad. La educación, la salud, la vivienda y el transporte dependen de la economía y un manejo sabio y pulcro de las finanzas del país. La historia nos dice que a Lilís lo mataron las papeletas sin valor y sus imprudentes empréstitos; a Trujillo lo mató la agudización de la crisis en la economía a raíz de las sanciones internacionales impuestas a su régimen.
No nos engañemos, el cuerpo social dominicano está enfermo. Sufre de pobreza crónica, alta tasa de desempleo, insalubridad, e inseguridad aguda. Apliquemos una terapia efectiva y oportuna. Por el bien de todos.

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