Los que escriben textos de opinión deben basarse en cifras e informaciones verificables. Las estadísticas reportan que la acumulación de reservas internacionales en el Banco Central alcanzó el récord histórico de US$12,611.6 millones, al cierre del primer semestre de 2021, que supera en 75.8% el volumen de doce meses atrás.
Equivalen a 14.4 % del PIB, con cobertura para 7.2 meses de importaciones, superior al umbral que recomienda el Fondo Monetario Internacional (FMI), alrededor de 10.0% del PIB, y cobertura para un mínimo de 3 meses de importaciones.
El volumen de reservas que tenemos blinda la economía ante crisis exógenas que puedan venir luego de los efectos económicos de la covid-19. Nuestro peso nunca había tenido un respaldo ni siquiera cercano desde su creación en 1947, cuando las reservas internacionales en dólares y oro en el Banco Central sumaban US$7 millones, representaban 1.4% del PIB, con cobertura para 1.6 meses de importaciones de bienes.
Como erróneamente apuntan algunos, el histórico nivel de reservas internacionales que tenemos no se relaciona con el endeudamiento en dólares del Gobierno, se demuestra excluyendo los depósitos oficiales en el Banco Central. El stock de reservas que resulta es US$11,071.1 millones, un 12.6% del PIB, en junio de 2021, superior en US$1,508 millones, un 15.8%, al balance de diciembre de 2020.
Y muy por encima, un 66% más, del volumen de reservas ascendente a US$6,690.5 millones que entregó el Gobierno anterior al actual el 16 de agosto 2020. Es decir, la estrecha coordinación de la política fiscal y monetaria que forjó una unidad operativa dio su fruto, en doce meses el Gobierno y el Banco Central multiplicaron el volumen de reservas internacionales, lo que ha contribuido a fortalecer el peso.
Otro beneficio para la economía de la oportuna política de acumulación de reservas internacionales, evitó que, en su baile permanente, nuestra moneda terminara tumbando el pulso al dólar, lo que no convenía a la competitividad de la economía, apreciándose solo 1.9% a julio, comparado con diciembre 2020.
Dos factores han estado detrás de la acumulación de reservas, me refiero al flujo de remesas de dominicanos residentes en el exterior, aumentó en US$6,159.5 millones, una tasa interanual de 43.2% entre enero y julio de 2021, lo que no tiene precedente. Y a la inversión extranjera directa, se disparó en 49.4% en la primera mitad de 2021, en US$534.5 millones, para sumar US$1,617.5 millones durante el primer semestre del año, demostrando lo alto que esta el nivel de confianza de los inversores en la política fiscal y monetaria.
Confían en que la economía, cada vez más libre de movilidad, mantenga el impulso alrededor de su potencial de crecimiento, que el empleo continúe normalizándose para pronto recuperar los 75 mil puestos, un 3.4%, que faltan para volver al volumen registrado en la Tesorería Nacional en enero 2020.
Para seguir encabezando el crecimiento en la Región y siendo el país de preferencia para la inversión extranjera directa, es clave preservar el ambiente interno alejado de incertidumbre política y tensión social. Al tiempo que se mantiene la flexibilidad monetaria, aprovechando que, como se anticipó, desciende la inflación mensual e interanual, no obstante, la incidencia de la escalada del petróleo, encarecimiento del transporte marítimo y problemas de suministro a nivel mun