El hombre de la primera década del siglo XXI

El hombre de la primera década del siglo XXI

 El pasado martes 5, después de una larga agonía y de infructuosos tratamientos para preservarle su vida, entregó su alma a Dios, al  que se  había aferrado con tanto empeño, el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, lacerado por un cáncer que fue minando su resistencia y su organismo, para llevarlo al desenlace fatal de su muerte.

La desaparición del presidente Chávez deja un vacío increíble en América Latina, puesto que su influencia se extendió por todo el continente al sur del río Grande; la riqueza  petrolera venezolana le permitió llevar asistencia y cooperación a los países del hemisferio.

Al iniciar su mandato a finales del siglo XX, Chávez entró de lleno en el siguiente siglo, dándole un sello peculiar a la primera década del mismo, con una especial y omnímoda  gravitación en casi todos los acontecimientos más importantes que sacudieron a los países latinoamericanos, desde las guerrillas  colombianas hasta el desbarajuste económico de Cuba, Nicaragua, Argentina y Bolivia  y las penurias dominicanas de una factura petrolera impagable.

Todo el continente conserva huellas del interés de Chávez por los países, que de una forma u otra han quedado en deuda con un legado, que si bien tiene rasgos de una fervoroso populismo, buscaba en esencia acudir en ayuda a los sectores sociales de nuestros países con mayores penurias económicas,  que en Venezuela han sido rescatados  y sacados  de su pobreza milenaria, dándole  nueva razón de vivir como gentes con esperanzas,  pese a que la clase media ha sido castigada por los desaciertos económicos cometidos durante esta década  chavista.

 Los dominicanos debiéramos estar muy agradecidos del interés de Chávez por la región caribeña, ya que con su  Petrocaribe, nos permitió adquirir petróleo  a precios subsidiados, aportándole a los gobiernos nacionales   una holgura increíble para fortalecer sus planes populistas de dirigirlo todo a planes sociales para atacar la pobreza.

En los planes populistas  dominicanos de asistencia social se concentraron tres mil y pico millones de dólares que se le deben a Venezuela, pero que  no se  convirtieron en una mejoría para el pueblo por  el despilfarro de los políticos, desvirtuándose lo que Chávez pretendía con ese plan de aliviar la carga onerosa de la pobreza.

La gravitación de Hugo Chávez en la primera década del siglo XXI en nuestro continente, cuya energía y acciones está de manifiesto, de una forma u otra, y gracias al petróleo, en todos los países, guarda una similitud a lo que escenificó  Fidel Castro en la década del  60 del siglo pasado, no solo en el continente sino en el resto del mundo al exportar su revolución a destinos africanos, centroamericanos y sudamericanos, marcando desde entonces un despertar  continental, que si bien se adormeció durante más de 30 años hasta que el líder  venezolano hizo su entrada en el panorama político en 1999, estremeciendo todas las anquilosadas estructuras sociales y políticas regionales.

La revolución roja de Fidel regó de sangre a muchos territorios del mundo con centenares de muertos reaccionarios, entorpecedores de la revolución, mientras la revolución negra de Chávez de su petróleo sembró en los  países latinoamericanos los dólares del repudiado imperialismo, ayudándolo a consolidar un liderazgo que se le retribuyó el viernes 8 durante su funeral.

Cada país de la región latinoamericana ha tenido su conmoción social y política en la primera década del siglo XXI gracias a esa influencia chavista, que no se limitó a darle petróleo al continente a precios especiales. En su país rescató a los sectores sociales más marginados, pero no pudo evitar que se crearan abismos sociales de un peligroso futuro, al enfrentar  a la clase media y convirtiéndola en antagónica a la pregonada revolución  bolivariana. 

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