Con motivo de mis natales hace unas semanas recibí obsequios de familiares y amigos, pero deseo comentar con ustedes los de dos amigos fraternos, el Dr. Rafael Guillén Marmolejos y del Lic. Guillermo Asencio Chevalier. El primero, un libro con el título de este «conversatorio», y el segundo compañero de pupitre varias obras, entre ellas «La consciencia» de Derek Denton, que buscaba hace un tiempo, estos libros lo que han hecho es retarme a «conversarlos» con ustedes mis amables lectores, en varias entregas.
«El hombre light», es de la autoría del prominente psiquiatra español Enrique Rojas, uno de los médicos con la mente más productiva de la España post López Ibor, el autor, gran humanista, con una lucidez para sinterizar las problemáticas sociales y en especial las conductas humanas; está entre mis autores preferidos. Esta obra de Rojas, es interesante desde el prólogo y él plantea directamente al referirse al mundo actual, lo siguiente: «Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera la tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los productos light».
En verdad vivimos un mundo de cambios acelerados, se pudiera hablar de que es un mundo extraño, donde los cambios son muy profundos e irreversibles en la vida humana. Esas necesidades y aspiraciones del hombre resultan en retos, pero escamante unos pocos los enfrentan, los más prefieren «el bienestar» pasajero. Donde ese hombre light, no tiene ni muestra el más mínimo interés de profundizar en los conocimientos, ni en definición de propósitos y metas, sólo le interesa el ahora, el disfrute, la búsqueda del placer por el placer mismo, en un marco de relativismos que espanta.
Cual sería la contrapartida, un hombre más ético, responsable, comprometido con el deseo de liberar al humano de sus ataduras esclavizantes, permitiendo reafirmarse en la plenitud de sus potencialidades, y que colocaría la sociedad en una etapa superior al humanísimo, por tener éste una orientación más enjundiosa, racional y trascendente en sus relaciones sociales.
Para estos personaje «ligeros», señala Rojas que les resulta más interesante estar informado que buscar y conocer la verdad. Esto es así por el subjetivismo reinante. Plantea el autor que teóricamente, la información que recibimos diariamente debería ir notándose en la sociedad occidental: la condición humana mejorada, el hombre actual es más sabio y más dueño de sí. Sin embargo, no parece que los resultados vayan en esa dirección. A nuestro modo de ver en las sociedades tradicionales, la gran función de la cultura ha sido siempre mantener el estado de cosas más bien estable, tranquilo e invariable, y la función de la cultura era dar sentido de referencia a los rasgos constantes o recurrentes de la vida humana, a los que en días más apacibles considerábamos como verdades eternas. En esta modernidad cultural se han producido cambios dramáticos, y su finalidad intelectual y social es muy diferente a lo aspirado, hoy son instrumentos para el cambio insustancial.
Cuáles son las razones sociales y humanas que han derivado en este humano aligerado, en el «hombre light», es parte de un gran debate socio-cultural. Ese carácter gelatinoso, superficial de ese hombre moderno, simpaticón, pero simplón, será motivo de otro «conversatorio».