El hospital utópico del doctor

El hospital utópico del doctor

Al celebrarse el primer seminario sobre hospitales en el país, organizado por la Secretaría de Estado de Salud Pública allá en 1981, el Padre de la Pediatría Moderna, doctor Hugo Mendoza escribió días después un artículo publicado en el Listín Diario el 25 de marzo del 1981 titulado “El hospital utópico”.
El cuerpo del artículo se basó en la excelencia, profesionalidad y la humanización de todo el personal de enfermería, médicos y demás profesionales de la salud y de apoyo de un hospital, que, según él, debía ser el hospital utópico, por la limpieza y orden del mismo; el trato a pacientes, equipos de diagnóstico y tratamiento, y el ordenamiento de las demás dependencias del hospital como administración, contabilidad, enseñanza, restaurante y otros.
Traigo este artículo a colación, después de visitar el Hospital Infantil “Dr. Hugo Mendoza” que no conocía hasta hace poco, en que fui invitado por su directora, la doctora Then Vanderhorst a la inauguración del Centro de Investigación del mismo.
Al entrar por la puerta principal, me recibieron unas voluntarias con una expresión y sonrisa agradable conduciéndome al ascensor en donde le indicaron al ascensorista el piso en que debía de dejarme. Al abrir la puerta en el destino, otras voluntarias me esperaban conduciéndome al salón donde se iba a efectuar la ceremonia inaugural, señalándome el asiento a ocupar.
Una vez inaugurado, la directora del hospital hizo un recorrido por el mismo, con Rosaleda, viuda de Mendoza, su hija Rosangela, y quien escribe.
Durante el recorrido, recordé de inmediato el escrito del doctor Mendoza al percibir que después de 39 años, su artículo cumplía el hospital utópico que deseó, y precisamente lleva su nombre.
Escribo esto, porque es necesario resaltar que este nuevo hospital infantil, presenta una estructura impecable, como lo es su personal profesional y de apoyo. Moderno, limpio, con los señalamientos por pisos adecuados, salón de entretención y enseñanza a los pacientes internados, principalmente aquellos con enfermedades crónicas que necesitan larga estancia hospitalaria.
Los profesionales, jóvenes en su mayoría, muy bien preparados, me dejaron sorprendido al celebrar recientemente su VI Jornada Científica dedicada a la Infectología, en que presentaron sus ponencias con datos actualizados. Además, tal y como escribió Mendoza su artículo, al visitar el hospital, estaban con uniformes muy bien lavados, planchados y con una pulcritud impecable.
Obviamente hay que ayudar al hospital Hugo Mendoza a superar algunos escollos que tienen como lo es que las aseguradoras privadas le pagan menos por procedimientos que a los hospitales y clínicas privadas, aunque estos últimos les refieren los niños para procedimientos que no pueden hacerlos porque los equipos y el experticio de los médicos del Hugo Mendoza son superiores o no los poseen.
No es posible que la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales no intervenga e imponga la equidad que se necesita en estos casos para que un hospital como el Hugo Mendoza se mantenga y supere su

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