El huracán Inés trasformó el litoral sur, hace 58 años, de una región de pobreza a un campo de dolor y desolación

El huracán Inés trasformó el litoral sur, hace 58 años, de una región de pobreza a un campo de dolor y desolación

Por Carlos Julio Féliz

El hermoso litoral sur de la República Dominicana, desde Barahona hasta Pedernales vivió, hace 58 años, la peor tragedia en la historia ciclonológica de esta región que dejó cientos de muertos y heridos y borró poblados enteros.

El jueves 29 de septiembre de 1966 el poderoso huracán Inés con fuerza devastadora de más de 200 kilómetros por horas transformó esta zona de una región de pobreza a un campo de dolor y desolación, tras destruir la mayoría de los poblados desde Ojeda, Paraíso; en la provincia Barahona, hasta Oviedo, provincia Pedernales.

El fenómeno provocó daños millonarios a la agricultura, la ganadería y arrasó la flora y fauna de las áreas que en la actualidad componen los parques Jaragua y Bahoruco, una zona que comprenden dos mil kilómetros cuadrados, entre Barahona, Pedernales e Independencia.

Inés, octavo huracán de la temporada de 1966 nació como onda tropical sobre África y entró al Atlántico como Depresión el 21 de septiembre. Tomó ruta lentamente hacia el oeste y a los tres días ya era tormenta tropical.

Los Cocos, el lugar exacto por donde entró el ojo del huracán Inés, 58 años después. Foto Carlos Julio Féliz
Los Cocos, el lugar exacto por donde entró el ojo del huracán Inés, 58 años después. Foto: Carlos Julio Féliz

Inés creció de categoría rápidamente provocando más de cuarenta muertes en Guadalupe y dejó a diez mil sin hogar. Al salir del archipiélago penetró al Caribe con fuertes vientos y enfilaba ruta hacia las Antillas Mayores en dirección a la isla de Santo Domingo.

El avión caza huracanes llegó a registrar ráfagas del poderoso huracán de hasta 317 kilómetros por hora, lo cual lo colocaba en categoría 5, e hizo que las autoridades declararan una alerta total para el país y se suspendieran todos los vuelos hacia y desde la República Dominicana.

Inés pasó al sur de Puerto Rico sin mayores peligros para esa isla y en la tarde del miércoles 28 ya se colocaba al sudeste de la Saona. Durante la noche producía vientos huracanados provocando daños en la capital dominicana, sobre todo en Boca Chica, el Malecón, Villa Duarte (donde provocó algunos incendios), y otras zonas.

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El fenómeno siguió ruta oeste franco, con vientos de traslación de 16 kilómetros por hora y proyección hacia la Península de Barahona donde se esperaba que entraría en la mañana del 29 por lo que todos los organismos de emergencia estaban en alerta máxima.

En la noche del 28 la televisora oficial informaba que Inés tocaría tierra en la mañana siguiente en Azua y que entraría por Oviedo, provincia Pedernales. Se reportaban lluvias en toda la región y se mantenía peligro (aviso) de huracán desde Cabo Engaño (en la región Este) hasta La Beata, provincia Pedernales, en el extremo suroeste.

El mayor peligro se cernía para la provincia de Pedernales donde no había estaciones de radio, ni teléfono, ni receptores de televisión, por lo que la comunicación se limitaba a que la provincia estaba amenazada.

Al amanecer del jueves el ojo de Inés entraba por Los Cocos, entre Enriquillo y Juancho, justo la frontera entre Barahona y Pedernales. La primera localidad quedó barrida al igual que Juancho y La Colonia (cuyas casas eran de asbestos) donde Inés dejó atontamientos de cadáveres que tuvieron que ser enterrados en fosas comunes.

En Oviedo viejo, en la ribera oeste de la laguna del mismo nombre o Trujín, mató a decenas de Personas y las familias sobrevivieron en el ayuntamiento, la única edificación que había de concreto en el pobladito.

El viejo ayuntamiento de Oviedo, donde sobrevieron sus habitantes en 1966. Foto Carlos Julio Féliz
El viejo ayuntamiento de Oviedo, donde sobrevivieron sus habitantes en 1966. Foto: Carlos Julio Féliz

Inés enfiló con toda su fuerza hacia Cabo Rojo donde operaba la minera estadounidense Alcoa Exploration Company  y destruyó los talleres de mecánica y carpintería, afectó campamentos y oficinas, lanzó casas móviles de metal al mar y llevó una embarcación, conocida como el Pontiac, desde allí hasta el muelle de Pedernales (unas diez millas náuticas) y lo destruyó. En esta parte, al igual que en Pedernales no produjo víctimas mortales.

La fuerza del temible Inés, sin embargo, destruyó cientos de viviendas en el poblado de Pedernales, derribó una moderna granja, a la entrada de la ciudad, levantó el techo superior del Cine Doris y destruyó la fortaleza del Ejército, una hermosa obra fabricada en piedras.

Al cesar la brisa, las familias corrían desesperadamente hacia el Casino Libertad, hoy Club Socio Cultural, La Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, el hospital Elio Fiallo, la Escuela Hernando Gorjón, el ayuntamiento, la gobernación y otras edificaciones, así como casas de concretos de las que fueron construidas para la creación de la provincia hacía ocho años y el barrio Alcoa, que tenía tan solo dos años de construido. Muchas de las casas de concreto también resultaron con daños en puertas y ventanas.

Un informe de la Fuerza Aérea a la Presidencia decía que Pedernales había quedado semidestruido y que todas las comunicaciones terrestres estaban bloqueadas. Un piloto que sobrevoló la zona informó que de Enriquillo a Pedernales habían desaparecido pueblos enteros y que se observaban cadáveres mutilados.

El gerente de Alcoa, Patrick N. Houghson había sobrevolado la provincia y a su retorno a la capital declaró a los periodistas que el panorama de Pedernales era desolador.

El diario el Caribe publicaba en primera página que Pedernales había quedado en ruinas. Una crónica de los periodistas Silvio Herasme Peña  y Guillermo Gómez, del Listín Diario, decía que las cifras preliminares eran de 48 muertos y más de mil 500 heridos.

Una de las imágenes más estremecedoras las captó el fotógrafo Julio Pimentel, en Juancho, de una señora fallecida, empotrada, con sus dos hijos en brazos, también muertos. Muchas de las dramáticas escenas las observó personalmente el entonces presidente Joaquín Balaguer, quien tenía semanas de haber asumido al poder. Uno de sus guardaespaldas dijo que lo vio llorar y reveló que debieron cruzarlo cargado en lugares inundados.

Monumento en Oviedo, en homenaje postumo a las víctimas del huracán Inés
Monumento en Oviedo, en homenaje póstumo a las víctimas del huracán Inés

La edición del rotativo El Caribe del primero de octubre publicó un reportaje del periodista Manuel Severino titulado: Dolor y Desolación Cunden en el Sur. Otra información de Rogelio Báez Acosta, desde Barahona, estaba titulada: Hay 500 heridos y cinco mil sin hogar.

El huracán Inés dejó un drama desgarrador, entre Ojeda, provincia Barahona (la cual destruyó totalmente), y Oviedo, provincia Pedernales.

El fenómeno provocó fuertes daños en el sur de Haití, donde provocó varias muertes. Cruzó el canal del Viento, siguió hacia el centro de Cuba, salió al atlántico (frente a la Florida), bajo a la izquierda en dirección al centro de México. Bordeó el oeste de Yucatán, y llegó con categoría de Depresión hasta disiparse en la nación azteca.

Un barrio en Pedernales, construido para los damnificados, lleva el nombre de este fenómeno, uno de los más destructores de la isla y cuyo nombre jamás estará en la lista de los futuros huracanes.

NOTA: El autor es sobreviviente de este acontecimiento en su pueblo (Pedernales), cuando tenía ocho años de edad. El poderoso huracán le destruyó la vivienda de madera a su familia. Se refugiaron en una segunda de un vecino y el huracán también la destruyó. Pasada la primera cola del ciclón cruzaron a una tercera vivienda a la cual Inés le llevó el techo de zinc y la dejó a punto de caer. Finalmente, pasaron a una edificación de concreto.

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