El huracán miseria nos abate

El huracán miseria nos abate

FIDELIO DESPRADEL
Dos factores han convergido para transformar las copiosas lluvias y vientos de Noel en la inmensa tragedia que se abate hoy sobre los pobres y el aparato agropecuario del país: Primero, la miseria e indigencia en que vive la gran mayoría del pueblo dominicano; y segundo, la debilidad del Estado como rector y regulador de la vida económica, política, social y cultural de la Nación.

Es sabido que más del 60% de la población dominicana vive en la miseria, y que un alto porcentaje de ese total vive en una situación de indigencia. Gobiernos van y gobiernos vienen y este cáncer no hace mas que agravarse. Pero se necesita que ocurra una tragedia social como la que hoy se le ha venido encima a la república, para que esta miseria e indigencia se nos presente, tal cual son, con su inmensa carga de dolor y sufrimiento colectivos.

El otro aspecto central en esta tragedia es el cambio que le han impuesto al país en lo referente a las funciones fundamentales del Estado, para consustanciarlo a la visión e ideología del modelo neoliberal.

Dentro de esta visión, desde principios de la década de los 80, y principalmente en los 90, el Estado Dominicano fue siendo despojado de sus funciones como garante de los derechos sociales de los ciudadanos y ciudadanas, de su rol como promotor y garante del desarrollo y como defensor de la Soberanía.

Después de mas de veinte años de contrarreformas, las instituciones del Estado Dominicano han abandonado su funciones fundamentales, trocándolas por las de promotoras y garantes del libre mercado y la libre circulación del capital, principalmente financiero = especulativo.

Podría alegarse, en el caso de dominicana, que ese Estado, más que «achicarse» se agranda y hipertrofia. Pero resulta que esta situación, impuesta por todos y cada uno de los gobiernos, no persigue reforzar las instituciones estatales con miras al desarrollo independiente y la garantía de los servicios sociales fundamentales, sino para alimentar el clientelismo y las burocracias partidarias que parasitan todas las instituciones del Estado, desde aquellas del gobierno central, las instituciones descentralizadas hasta las correspondientes al poder legislativo y judicial.

Lo mismo ha pasado con el grueso de los demás componentes del Estado (Iglesia, organizaciones corporativas, sindicatos, universidades, instituciones privadas); todas, en lo fundamental, son consustanciales al funcionamiento y reproducción del modelo neoliberal, y actúan como propagandistas del mismo, convirtiendo en ?sentido común? lo que no es mas que la visión ideológica de los sustentadores del modelo neoliberal.

Como hemos sostenido, en la raíz de estas imposiciones esta el modelo que le han impuesto al país, principalmente desde 1966, cuyos últimos jalones fueron el proceso de contrarreformas impuestas en los anteriores 20 años y la ola privatizadora de la década del 90 y siguiente.

Ahora estamos ante la tragedia venida en los brazos de Noel. Promover y practicar la Solidaridad como acervo de lo mejor de nuestro pueblo, es un imperativo del momento. Pero esta Solidaridad, para que se corresponda con las mejores tradiciones del pueblo dominicano, tiene que conllevar una denuncia de las raíces de esta ultima tragedia, y acciones que permitan a las comunidades auto organizarse para «quedarse para vivir mejor», como bien decían los campesinos de las lomas de Bonao, cuando desarrollaron una exitosa lucha contra los desalojos decididos por el ultimo gobierno de Joaquín Balaguer.

«Quedarse para vivir mejor» conlleva una lucha por recuperar su espacio y situación perdida, desarrollar la organización independiente a nivel local, uniendo en un solo haz a las organizaciones sociales, políticas y a los ciudadanos y ciudadanos en una consolidación del poder, localidad por localidad.

Conlleva también denunciar las causas de la in funcionalidad de las instituciones de este Estado neoliberal, que solo sirve para imponer las contrarreformas contrarias al interés popular, y la privatización a favor del capital especulador, de todas las funciones propias de un Estado en un país necesitado de desarrollo independiente como lo es la República Dominicana de hoy.

Los tres grandes partidos, y aquellos pegados a su cola, no pueden practicar esta Solidaridad. Mucho menos el actual gobierno, con sus funcionarios e instituciones podridas. Solo los sectores progresistas, organizados o no en instituciones sociales y políticas, pueden impulsar estas acciones, de ayuda, acompañamiento y educación.

Practiquemos una Solidaridad que contribuya a que los ciudadanos y ciudadanas puedan «quedarse para vivir mejor», a través de su lucha y organización.

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