El imán de la Capital

El imán de la Capital

La privilegiada condición de centro del poder político, financiero y comercial, le confiere al Distrito Nacional – a la capital dominicana – ser atractivo de todo el país.
No más llegar una fecha especial del año para que nuestra ciudad se convierta en “el ojo de todos”.
El hecho no tiene nada de censurable. La mayoría de las capitales latinoamericanas, y sus ciudades principales, son el imán de las actividades artísticas y culturales.
El fenómeno está íntimamente vinculado a las tradiciones, a cualquier efeméride.
Festivales artísticos movilizan ordinariamente millares de gente en ciudades colombianas cada año. Los carnavales de Brasil son una convocatoria a la locura, al éxtasis.
El problema nuestro es la improvisación, el dejar hacer, el creernos que todo debe funcionar por efecto de la circunstancia. Es como si dejáramos que el vendaval de lluvia pase, para luego limpiar los imbornales, no tomar las debidas precauciones.
Cualquier aglomeración de gente, fuera de lo ordinario, convierte a nuestra capital en un pandemonio. Atestada de vehículos y de gente, la ciudad se transforma, deriva en un incontrolable caos.
Los organismos de protección ciudadana parece que toman vacaciones, cuando se presentan fechas especiales.
Y la gente, enloquecida por el jolgorio, toma el control de calles y avenidas, sin ningún auxilio de la autoridad.
Nuestro gran problema es que los organismos de protección ciudadana son reactivos, no preventivos. Una verdadera calamidad para el normal desarrollo de una capital que ya ha caído en el desorden, por las imprudencias y el descontrol de conductores y choferes.
En planes de prevención pueden aportar mucho los mismos establecimientos comerciales que se colman de personas que buscan entretención o la adquisición de alguna prenda.
Solo es cuestión de sentido común, de coordinación simple.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas