El impacto de abril del 65 en la democracia

El impacto de abril del 65 en la democracia

Las generaciones adultas, que para abril de 1965 fuimos testigos o protagonistas de aquellos acontecimientos desgarradores de la apacible vida de los dominicanos, recuerdan en el día de hoy, a 39 años de aquellos hechos, la singular trayectoria de los mismos, cuando los actores, sin ponderar mucho sus acciones, le dieron un vuelco a la vida dominicana.

Aquel 24 abril de 1965, cuando en las primeras horas de la tarde de ese sábado histórico, cundió por toda la capital la noticia del alzamiento de los militares en el kilómetro 28, y en el campamento que existía en Galá, sirvió para enardecer los ánimos, y las energías reprimidas de reivindicaciones sociales y políticas, se desbordaron para convertir las calles capitaleñas en un hervidero humano, que con toda clase de armas, provenientes de los arsenales del ejército, fueron a parar a manos de paramilitares y civiles, impregnados de un patriotismo que distaba en muchos de sus verdaderos propósitos.

Aquella tarde del sábado 24 de abril, seguido por el atrincheramiento de las fuerzas de San Isidro, que iniciarían horas después su marcha hacia la capital, convertida en una hoguera del valor, de la ingenuidad y de los sueños de gloria de una juventud que atesoraba como algo suyo lo que se leía, se veía y se conocía de lo que había sido la revolución cubana triunfante hacía tan solo 6 años, y que en junio del 59, envió al sacrificio a lo más selecto de la juventud dominicana que tenía el país en aquel entonces.

Los acontecimientos adquirieron un matiz aterrador cuando la metralla hizo sus estragos en los civiles, que mal armados, se enfrentaron a aviones, tanques, y artillería en un bombardeo, que no buscaba derribar el puente Duarte, sino dispersar a un pueblo enardecido que no le importaba derramar su sangre con tal de restaurar la constitucionalidad perdida en septiembre de 1963.

Las calles capitaleñas de muchos sectores se convirtieron en focos de guerrilla urbana donde también se mezclaban los saqueos a entidades relacionadas con el caído Triunvirato, pero el 28 de abril hicieron su entrada las tropas norteamericanas, que con el pretexto de proteger su embajada y a sus ciudadanos, establecieron un corredor para dividir la ciudad y aislar tanto a su embajada como zonas residenciales del peligro de la guerrilla urbana. Acordonaron los bolsones de resistencia constitucionalistas en un sector, que con el paso de las semanas, se iba achicando hasta quedar reducido a lo que es la Ciudad Colonial con parte de Ciudad Nueva, San Carlos, Villa Francisca, Ensanche Lugo y Gascue.

La presencia de las tropas norteamericanas, que en mayo de 1965 superaba en número a las que tenían en Vietnam, permitió el inicio de una serie de conversaciones entre las partes en conflicto, destinadas a establecer un gobierno provisional, que llevaría al país a celebrar elecciones en junio de 1966. Así se iba a restaurar la constitucionalidad, desde ese entonces, bien que mal, transita un sendero que se ha jalonado de las ambiciones de los políticos que han disfrutado del poder, que con sus vergonzantes actos de corrupción, marcan nuestra vida democrática, pero al menos en un marco de libertades que nos permiten ver de como se dilapidan los recursos del Estado, que en manos irresponsables, solo buscan apoderarse de la mayor cantidad de los mismos para consolidar sus fortunas que exhiben sin ningún sonrojo.

El sacrificio de tantos jóvenes, civiles y de militares de ambos bandos, que lucharon por lo que creían era lo correcto, ahora, deberían estar removiéndose en sus tumbas, cuando ven de como su sangre solo ha servido para abonar incorrectamente un terreno lleno de pérfidos dominicanos que van a la política a «hacerse» sin temor a ningún tipo de sanción. Y muchas veces son premiados, como lo vemos en las actuaciones de esta administración pepehachista, en que protagonistas de escandalosos actos de uso incorrecto de cuentas, se les premia, se les protege, ni se les persiguen, dándole al país una galleta sin manos. Así no queda ninguna duda de cuales son los objetivos de utilizar el poder para otorgar prebendas y sacarle al presupuesto la mayor cantidad de fondos que se puedan captar antes que estalle la indignación popular. Y la misma será en la forma del voto de repudio en las próximas elecciones, que por las encuestas, se consolida la decisión de los dominicanos de repudiar a un gobierno que se ha burlado, en todas formas, de la población, empobreciéndola cada vez más.

Treinta y nueve años han transcurrido de una revolución, que si bien fue romántica en sus inicios, y alteró por completo la tradicional tranquilidad de la vida dominicana, permitió que se estableciera la democracia, pero desde ese entonces ha sido asaltada por una jauría de voraces hombres enganchados a la política, enriqueciéndose mientras la pobreza crece.

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