Es una tarde fría en la ciudad de Filadelfia (Pensilvania, Estados Unidos). Se acaba de levantar un viento helado que provoca fantasmagóricos remolinos de nieve por las calles. El colegio donde trabaja la maestra Ellen Greenberg (27) decide que es mejor liberar a los alumnos para que vuelvan a sus casas antes de que la tormenta empeore. Ellen se despide de los suyos, se sube al auto y pasa a cargar nafta antes de volver a su departamento en el barrio de Manayunk, donde vive con su pareja desde hace tres años, Samuel “Sam” Goldberg (28), un productor de televisión que hace trabajos para la NBC y para Golf.com.
Llega a su casa alrededor de las 16. A las 16.45, Sam le anuncia que va a ir un rato a entrenar al gimnasio del edificio (el lujoso complejo se llama Condominio Venice Loft) mientras ella prepara la cena. En esos escasos minutos en los que él está entrenando, Ellen muere bajo una lluvia filosa de navajazos. Veinte veces se hunde el cuchillo en su cuerpo: diez son las heridas que van a la parte trasera de su cabeza; otras diez, se reparten entre su pecho, su estómago y otros lugares de su abdomen.
Cuando su novio Sam Goldberg vuelve al sexto piso, entre las 17.15 y 17.30, no puede entrar al departamento. La puerta está cerrada por dentro con el pasador de metal y ella no le responde. Le grita que le abra. La llama por teléfono varias veces. Enojado, le manda mensajes, uno tras otro. Media hora después, al no conseguir respuesta, baja a buscar al guardia de seguridad del edificio, Phil Hanton. El hombre se niega a forzar la puerta, esgrime que no puede hacerlo por políticas de la empresa. Es Sam, entonces, quien la abre con una patada.
El escenario es enloquecedor. Ellen está, según él mismo refiere, tirada en el piso en un charco de sangre. La llamada de Sam al 911 queda registrada a las 18.33. Participan de ella la operadora, los bomberos y la policía. El diálogo es el siguiente:
— Sam: ¡Ayuda! Tengo una emerg… necesito uhh… Yo acabo de entrar en mi departamento y mi novia está en el piso con sangre por todos lados
— 911: Cuál es su dirección…
— Sam: 46-0-1 Flat Rock Road. Vengan, ¡necesito ayuda!
— 911;¿: 46-0-1
— Sam: ¡Ahora! Oh no no…
— 911: ¿Es una casa o un departamento?
— Sam: Un departamento
— 911:¿Qué número?
— Sam: Por favor ¡apúrense! por favor…
— 911: ¿De dónde está sangrando ella?
— Sam: Ella… no lo sé, no se lo puedo decir… ella…
— 911: Señor, usted tiene que calmarse para poder ayudar
— Sam: Lo lamento, lo lamento, ella…
— 911: Okey
— Sam: No lo sé. Ahora la estoy mirando. Ella… no lo sé, no puedo ver nada. Ella no… no hay nada roto. Ella está sangrando. Ellie!!!!
— 911: ¿Usted no sabe de dónde está saliendo la sangre?
— Sam: De la cabeza pienso. Creo que se golpeó la cabeza, pero…
— 911: ¿Puede haberse caído?
— Sam: Está por todos lados…todos lados
— 911: ¿Usted cree que se cayó?
— Sam: Yeah
— 911: ¿Sabe qué le pasó?
— Sam: Uh, ella puede haberse resbalado. Hay sangre en la mesa…su… su… su cara está un poco azulada.
— 911: Okey, espere que estamos yendo para el rescate. Quédese en la línea.
Filadelfia fire Department (Departamento de Bomberos de Filadelfia) se une a la conversación: —¿Qué es lo que ocurre?
— Sam: Mi.. yo…bajé a entrenar y cuando volví la puerta estaba trabada y mi novia no contestaba y media hora después decidí entrar por la fuerza y la veo ahora en el piso ensangrentada. Ella no está respondiendo.
— FFD: ¿Está respirando?
— Sam: Ella, no puedo…
— FFD: Mire su pecho. Necesito que se calme y mire su pecho
— Sam: Yo no creo que ella lo esté haciendo
— FFD: Señor, escúcheme. Ya estamos yendo. Mire su pecho. ¿Ella está tirada sobre su espalda?
— Sam; Si está de espalda (…)
— FFD: Okey, mire su pecho y dígame si sube y baja. ¿Sube y baja?
— Sam: No la veo moverse
— FFD: Okey. ¿Sabe hacer CPR?
— Sam: No
— FFD: Okey. Le voy a decir qué hacer. ¿Okey? hasta que lleguemos allí. Quiero que la mantenga…
— Sam: Oh Dios
— FFD: Hola…
— Sam: Yeah, hola, okey
— FFD: ¿Puede hacer CPR conmigo en el teléfono hasta que lleguen?
— Sam: Debería hacerlo, ¿no?
— FFD: okey, póngala estirada de espaldas sobre el piso, libere de ropa su pecho ¿okey? ¿puede romper la remera?
— Sam: Gosh (interjección que en inglés equivale a Dios Mío)
— FFD: Okey, arrodíllese al lado de ella
— Sam: Oh mi Dios… Ellie, por favor
— FFD: Escuche, escuche, no puede enloquecer señor, usted tiene que…
— Sam: Okey estoy tratando… su remera no sale, tiene un cierre
— FFD: Rómpala
— Sam: Oh mi Dios, ella se apuñaló a sí misma
— FFD: ¿Dónde?
— Sam: Ella se cayó sobre un cuchillo… oh no, su cuchillo sobresale
— FFD: Ella… ¿¿qué??
— Sam: Hay un cuchillo que sobresale de su corazón.
— FFD: ¿Ella se acuchilló a sí misma?
— Sam: Yo creo, yo creo… no lo sé, o se cayó sobre él, no lo sé
— FFD: Okey… ¡no lo toque!
— Sam: Okey, yo solo… ¿la dejo aquí ahora? ¿qué tengo que hacer?
— FFD: Okey, ahora no lo puede hacer, si su cuchillo está en su pecho va a ser imposible hacerle CPR en este momento.
(FFD le da intervención a la policía)
— FFD: Estamos en camino. ¿El cuchillo está dentro de ella?
— Sam:…si está qué?
— FFD: Si el cuchillo está dentro de ella
— Sam: Sí, no lo saqué
— FFD: ¿Es en su pecho?
— Sam: Es en su pecho. Eso parece. Pareciera justo en su corazón
— FFD: Alguien está en camino, mantenga la puerta abierta
Sam-Oh mi dios, oh mi dios. Okey, gracias
— FFD: ¿Qué edad tiene ella?
— Sam: 27
— FFD: ¿No ve señales de vida?
— Sam: No
— FFD: Okey. Pellizque debajo de su brazo
— Sam: No no, por favor, ¿qué?
— FFD: Pellizque debajo de su brazo y dígame si responde al dolor
— Sam: … ella no, no..su brazo…sus manos están todavía tibias… no sé lo que significa pero hay sangre por todos lados…
— FFD: (…) el cuchillo que tiene clavado, ¿puede decirme cuán profundo es? ¿puede ver cuánto entró?
— Sam: Parece muy profundo
— FFD: Oh, okey
(…)
— Sam: Me refiero a que parece un cuchillo largo
Otra voz — Señor no toque nada.
— Sam: No estoy tocando nada… No puedo creer esto
— FFD: ¿Así que solo usted estaba con ella?
— Sam: Nosotros, si solo nosotros aquí
— FFD: …y usted dice que ella cerró la puerta…
— Sam: No, no, yo bajé a entrenar y cuando volví estaba cerrado (…) desde dentro, estuve gritando y …
— FFD: ¿Alguien entró por la fuerza a su casa?
— Sam: No,no,no,no (…) yo tuve que romper la cerradura para entrar.
— FFD: 46-01 Flat Rock, es una casa
— Sam: Es un departamento.
— FFD: Ok
— Sam: Oh mi dios, oh mi Dios, okey… gracias, adiós.
Son las 18.40 y ha llegado la policía.
De este desesperante intercambio de palabras hay que destacar dos cosas para seguir el hilo del caso: Sam dice que ella está tirada sobre el piso y recién parece observar el cuchillo saliendo del pecho de Ellen cuando quieren guiarlo para hacerle resucitación cardiopulmonar. También queda claro en el diálogo que a él le importa, quizá más que ayudarla, aclarar que no estaba en el lugar cuando todo ocurrió.
Dos carátulas para un caso
Apenas llegan los emergentólogos certifican la muerte de Ellen Greenberg. Han encontrado a la víctima totalmente vestida, sentada en el piso de la cocina, con la espalda apoyada contra el mueble y con sus piernas extendidas. Ella tiene en la mano una toalla blanca y hay, en un bowl sobre la mesada, fruta fresca cortada.
La policía entra en acción y, en esas primeras horas, el caso se caratula como un homicidio.
La pesquisa avanza. Nadie ha visto nada raro. Ningún vecino ha escuchado nada. No se detecta evidencia de lucha. Las cámaras de vigilancia del edificio no han capturado movimientos de sujetos sospechosos entrando o saliendo del complejo. La única otra vía de acceso al departamento es por el balcón, pero es un sexto piso. No hay, además, rastros de huellas sobre la nieve en la planta baja a la altura del balcón. Tampoco encuentran ADN de una tercera persona en el departamento. La cerradura no está forzada, solo le falta un tornillo al pasador metálico y se cree que es por la patada de Sam. El tornillo no aparece por ningún lado. Están también los mensajes que Sam le mandó a Ellen mientras quería ingresar:
— Hola
— Abre la puerta ¿qué estás haciendo?
— Me estoy enojando
— Hola, será mejor que tengas una excusa
— Diablos
Los horarios de las llaves electrónicas de Sam coinciden con las del gimnasio. Además, los detectives empiezan a hurgar en los problemas mentales de Ellen… visitas al psiquiatra, varias pastillas recetas, estado de gran ansiedad. La policía presiona y el mismo médico que antes dictaminó suicidio cambia de opinión.
Para la sorpresa de los padres de la víctima, el 11 de febrero, el examinador médico oficial, el doctor Marlon Osbourne, establece que la joven se ha quitado la vida. El 4 de abril de 2011 la causa se recaratula oficialmente como un suicidio.
Las autoridades sostienen que, además de lo enumerado, el arma homicida solo tenía huellas de la víctima y que en la computadora personal de Ellen han hallado búsquedas sobre cómo suicidarse. Dicen que fueron hechas en las semanas anteriores a su muerte.
El caso se cierra: Ellen se ha acuchillado con ferocidad debido a sus problemas mentales y se ha provocado la muerte.
Todas estas afirmaciones y evidencias serán, más adelante en el tiempo, puestas en duda.
Sus padres quedan bajo shock. Se preguntan azorados como puede ser que Ellen, que era tan aprensiva que no había querido ni perforarse los lóbulos de sus orejas para usar aros, se haya quitado la vida de una manera tan brutal.
La adorada hija única
Ellen Rae Greenberg nació el 23 de junio de 1983 en Filadelfia y fue la única hija de Joshua (Josh) y Sandra (Sandee) Greenberg.
Al momento de morir era maestra de primer grado en la Academia Juniata Park, donde había empezado a trabajar hacía pocos meses.
Hacía tres años que convivía con Samuel Goldberg y tenían planeado casarse en breve. De hecho, unos días antes de morir había mandado por mail el Save the date (la reserva de la fecha) a sus amigos. La planificación del casamiento la había puesto super ansiosa. Al punto que, unos meses antes, le había dicho a sus padres que quería volver a su casa en Harrisburg por un tiempo. Ellos, preocupados, le preguntaron si tenía problemas con Sam. Ellen les aseguró que no tenía nada que ver con su pareja, pero no quiso decirles la razón de su angustia.
Sin embargo, hay trascendidos que sostienen que la relación entre ellos no era tan idílica como parecía porque Sam tenía un carácter fuerte. Sandee notaba a su hija más callada que de costumbre y la vio tan ansiosa que le aconsejó ver a una terapeuta.
Ellen le hizo caso y pidió una consulta con Ellen Berman. Llegó a ir tres veces a terapia y la profesional le recetó varios medicamentos para la ansiedad. Entre ellos, Klonopin y Ambien. Y la doctora no notó tendencias suicidas en su paciente.
Una semana después de la primera consulta, le contó a su madre que el medicamento le hacía bien y que se sentía feliz. Pero la ansiedad volvió con rapidez. La profesional declararía luego que no había visto signos de abuso por parte de la pareja y que el problema de Ellen eran un par de alumnos difíciles. Según la terapeuta, ella hasta se había planteado renunciar a su puesto por eso. Pero sus compañeros de trabajo no pensaban lo mismo: Ellen parecía feliz en el colegio.
Su madre Sandee contó algo que suele despertar las alertas de los especialistas en relaciones abusivas: cada vez que le proponía un encuentro, Ellen le respondía lo mismo: tenía que consultar con Sam. Dependía de él. Hay que aclarar que los padres de Ellen querían mucho a Sam, les parecía una buena persona. Y, de hecho, durante todo el primer año luego de la muerte de su hija, siguieron en contacto con él.
Varios de los amigos de Ellen coincidieron en decir que, desde hacía algún tiempo, venían observando cambios de conducta en la joven.
Una de sus íntimas amigas, Erica Hamilton, le dijo al medio Fox News Digital que ella no veía posible que Ellen pudiese haber hecho algo semejante. Razonó: “Ella deseaba formar una familia, amaba a los niños, estaba muy excitada con la idea del casamiento y por su nuevo trabajo. (…) Nunca pensé que ella pudiera estar deprimida o estresada por demás y que eso la llevara a lastimarse (…) A ella no le gustaba ensuciarse y odiaba ver sangre (…) Si Ellen se hubiera suicidado lo último que hubiera usado es un cuchillo… ¡Si hubiese querido suicidarse se hubiera tomado un frasco de píldoras!”. Pero Erica sí reveló que habían hablado de la terapia y del tema de la confidencialidad. A Ellen le preocupaba mucho que el profesional pudiera romperla. Erica para tranquilizarla le explicó que la única forma en que el terapeuta podría contar algo era si Ellen le hubiese hablado sobre lastimarse a sí misma o a terceros. “Específicamente recuerdo que se lo pregunté: ¿tenés esos pensamientos? Ella se rió y me dijo algo así como ´No, claro que no. Solo estoy ansiosa´”, expresó Erica.
La convicción de sus padres
A pesar de que su caso había sido cerrado como un suicidio, los padres de Ellen hervían de dudas. En la lista de indicios que las alimentaban tenían apuntado lo siguiente:
-No había nota de suicidio, ni nadie que creyera o supiera que ella pensaba en algo así.
–El mismo día de su muerte Ellen había llenado el tanque de nafta de su auto antes de volver a su casa. ¿Quién hace eso si está por suicidarse?
-Además, ¿cómo se acuchilla uno la espalda tan gravemente tantas veces? Parecía algo imposible de llevar a cabo.
Querían un cambio de carátula a homicidio o, por lo menos, a muerte por causa indeterminada.
Joshua estaba cada día más convencido de que su hija había sido asesinada: “No me retiraré del caso, voy a conseguir justicia para mi hija”, le dijo al DailyMail.com.
“Nos llevó años poner las piezas juntas, una por una. Al principio nos sentábamos a la noche mirando los reportes tratando de imaginar cuán profundas o superficiales eran las incisiones en el cuerpo de mi hija. Nos dimos cuenta de que necesitábamos expertos para que nos ayudaran. Y los buscamos”, explican.
Contrataron al abogado Josh Podraza para que investigara. Lo que fueron encontrando resultó inquietante.
Decidieron ir más allá y contrataron al célebre patólogo forense Cyril H. Wecht para que revisara el caso.
Luego de hacerlo, Wecht aseguró tener “sospechas fuertes de homicidio” y dijo no entender “cómo habían dictaminado un suicidio”. “Las puñaladas suicidas rara vez pueden ser múltiples’, escribió Wecht en su Informe, “Es poco probable que las puñaladas en la espalda sean un suicidio”.
Si bien en la autopsia original estaba escrito que la neuropatóloga Lucy Rorke-Adams “examinó la médula espinal y concluyó que no había daño en la misma”, al ser entrevistada por el medio The Philadelphia Inquirer, la doctora reveló que no recordaba haber visto el cuerpo, que no tenía registros de haberlo hecho e incluso no reconoció su firma en los papeles. ¿Entonces? ¿Qué pasaba aquí?
Otro científico forense, Henry Lee, quien trabajó en la defensa de O. J. Simpson, también contribuyó a la investigación de los padres de Ellen. Concluyó que “el número y el tipo de las heridas, los patrones de las manchas de sangre son consistentes con una escena de homicidio”.
Hubo más: el doctor Wayne K. Ross dijo que las cuchilladas que penetraron el cerebro de Ellen y lesionaron su médula espinal deberían haberle causado dolor severo, disfunción del nervio craneal y heridas cerebrales traumáticas.
En 2017, otro estudio forense dictaminó que había hematomas severos en etapa de curación en todo el cuerpo de Ellen. Todo se asemejaba más a un caso de violencia doméstica que a un suicidio.
Pero parecía que las autoridades no querían verlo y la causa continuaba con la etiqueta de suicidio.
Los Greenberg hacían todo lo que podían. Junto con Change.org lanzaron una petición para recolectar firmas llamada “Justice for Ellen” (Justicia para Ellen) para que el caso fuera revisado como un homicidio. Juntaron más de 115 mil firmas.
Una técnica innovadora
El matrimonio Greenberg siguió adelante. En marzo de 2019 The Philadelphia Inquirer publicó una nota de tapa sobre las circunstancias sospechosas que rodeaban la horrorosa muerte de la maestra Ellen Greenberg.
En octubre de 2019 los padres de Ellen decidieron demandar a la Oficina de Peritos Médicos de Filadelfia y al patólogo Marlon Osbourne. Tenían nuevas pruebas que para ellos demolían la idea de suicidio.
Con los Greenberg cada vez más convencidos de que era ridículo sostener que se había quitado la vida, el abogado de la familia le pidió a los expertos recurrir a una nueva técnica llamada fotogrametría que hacía la empresa Biomax. Con toda la información sobre los ángulos de las cuchilladas pudieron recrear cada una de las veinte heridas de Ellen y ver la anatomía de la víctima en 3 D. Con la fotogrametría vieron el tamaño, la profundidad y el largo de cada puñalada propinada. Quedó a la vista de todos que, sobre todos dos de esas heridas, no podían ser autoinfligidas de ninguna manera. En particular las que Ellen tenía en la parte de atrás de su cuello y cabeza. Las cuchilladas habían penetrado el cráneo y habían sido tan profundas que habían cortado la médula espinal. Ella no habría podido seguir lastimándose a sí misma luego de esos tajos o defenderse si estuviera siendo atacada.
Más piezas para un rompecabezas
Una pieza más en el rompecabezas que iban armando los Greenberg fue el disco duro de la computadora de su hija donde supuestamente los detectives de la policía habían encontrado búsquedas de Ellen para terminar con su vida. Fue revisado por el FBI quienes no hallaron nada de eso que se había dicho. Lo único que había allí eran búsquedas del remedio ansiolítico que le habían recetado y si esa droga podría tener efectos colaterales como hacerla subir de peso o andar adormilada. Podría ocurrir que esa búsqueda online hubiera llevado a “búsquedas fantasma” no directas sobre quitarse la vida.
“En todos mis años de experiencia, en todos los homicidios y suicidios en lo que trabajé, nunca vi nada igual”, dijo el patólogo Cyril Wecht a Fox News al argumentar que un suicidio de estas características era altamente improbable.
Había más evidencia pasada por alto: el cuchillo dentado que entró en el pecho de Ellen había sido empuñado por una persona zurda. Ellen era diestra. Además, ella también tenía heridas que provenían de un cuchillo con filo liso que nunca fue hallado.
Otro detalle importante: el guardia que según Sam había estado en el sexto piso cuando pateó la puerta para abrirla, refirió no haber dejado nunca su puesto de trabajo en la planta baja y reveló que Sam no tenía puestas zapatillas (recordemos que venía del gimnasio) sino botas.
Los Greenberg no acusan a nadie, pero todos nos preguntamos a estas alturas por Sam… ¿Se lo investigó lo suficiente?¿Hubo alguna poderosa influencia que lo impidió? Lo cierto es que jamás fue apuntado oficialmente por nadie aunque demoró una hora entre que llegó a su casa y llamó al 911; aunque fue el único que tuvo la oportunidad física de hacerlo y aunque el primer llamado que hizo no fue precisamente a emergencias… Su primer llamado fue a sus padres y a su tío que, casualmente, es abogado.
Siguiendo con la evidencia que no avala el suicidio los expertos remarcaron el hecho de que la víctima estuviera completamente vestida y que en el cuchillo solo estuvieran sus huellas… ¿habían limpiado la escena? ¿Se podría haber simulado un suicidio?
Esas son las dudas que todavía martirizan a los Greenberg.
Otro revés diez años después
En el año 2020 un juez les dio la razón y reabrió el caso. El juicio se inició en 2021 citando nueva evidencia que demostraba que la joven había tenido heridas tan mortíferas y dolorosas que era imposible que se las hubiera hecho ella misma. Una de las puñaladas en su nuca tenía 6,5 cm y habría sido hecha luego de que su corazón hubiera dejado de latir… ¿Una muerta que se auto acuchilla? Eso se pregunta el investigador privado Tom Brennan, miembro de la organización de resolución de delitos de Filadelfia y asesor de la familia. También sugirió que el examinador médico Osbourne no había visto las huellas en el cuello de Ellen que probarían un intento de estrangulamiento.
Además, Josh y Sandee sumaron el detalle que en el cuerpo de su hija había leves heridas defensivas que habían sido pasadas por alto por los primeros investigadores del caso: 11 entre moretones y raspones en el brazo derecho de Ellen, en el abdomen y en la pierna derecha. También el hecho de que los expertos sostuvieron que el cuerpo fue movido. A Ellen se la encontró sentada en el piso, apoyada contra los muebles de la cocina y, sin embargo, una línea de sangre coagulada corría en forma horizontal entre su nariz y su oreja. ¿Quién la movió? ¿Por qué?
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En el cuerpo de Ellen los exámenes de toxicología revelaron rastros de zolpidem, un sedante para dormir, y clonazepam, un medicamento contra la ansiedad. Pero era todo lo recetado por su doctora Berman en las semanas previas a su muerte. Algunos se preguntaron si, efectivamente, podrían esas drogas haberla inducido a autolesionarse y al suicidio. Los especialistas admitieron que es algo posible, pero que esos casos son extremadamente raros. Pero lo más importante de todo era que semejantes cuchilladas no eran compatibles con haber sido autoinfligidas. La neuropatóloga convocada en esta oportunidad, Lindsey Emery, dijo que la víctima no estaba viva cuando recibió esas puñaladas más severas ya que no había hemorragia: “Que no haya hemorragia significa que no hay pulso”, expresó terminante.
Sin embargo, todo esto no alcanzó. El fiscal general no quedó convencido. Volvió a cerrar el caso como suicidio.
El padre de Ellen con 69 años dijo: “Es muy frustrante, muy frustrante emocionalmente y doloroso. A veces siento como si alguien me hubiera golpeado en el estómago. Estas paredes de acero siguen apareciendo frente a nosotros cada vez que intentamos hacer algo, cada vez que intentamos obtener una respuesta”. Pero aseguró que seguirían luchando “hasta que Ellen sea absuelta de ser suicida”.
Teorías y repensar las contradicciones
Tom Brennan dijo varias cosas interesantes más. Una fue que el cerrojo que se había cerrado desde dentro, también podía cerrarse desde fuera. ¡Aseguró que solo había que googlear en Internet para poder hacerlo! Era tan simple como usar una tarjeta para abrir la puerta y, luego, con un hilo enlazar el pasador para colocarlo. Además, sumó la idea de que era posible que Ellen hubiera sido víctima de lo que se llama un ‘ataque relámpago’ que la hubiera dejado totalmente indefensa. Para esto se apoyó en lo que dictaminó el forense Wayne Ross quien, al examinar la médula espinal de Ellen que todavía estaba en posesión de la oficina del médico forense, sostuvo que la puñalada que atravesó su cráneo la habría dejado inconsciente y le habría impedido apuñalarse tantas veces. “Se podía ver claramente que los nervios estaban cortados”, recordó Brennan, “Habría perdido sus habilidades motoras y habría tenido un dolor insoportable… probablemente se habría desmayado o muerto”.
Gregory McDonald, médico forense y decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina Osteopática de Filadelfia, fue menos categórico. Y reflexionó en el medio Oxygen.com: “Por lo general, cuando vemos una serie de puñaladas poco profundas, podrían ser consistentes con marcas de vacilación. Cuando alguien se autoinflige estas heridas, a menudo, se apuñalan a sí mismos superficialmente primero para ver lo que sienten y, luego, profundizan cada vez más a medida que avanzan con las heridas autoinfligidas. En cambio, en los homicidios, las heridas superficiales de arma blanca son poco comunes. Por lo general, si una persona te está apuñalando, no lo hará varias veces superficialmente y luego empezará a apuñalarte más profundamente. Esa es una de las cosas que me parecieron no coherentes con un homicidio”. Pero, por otro lado, dijo que las puñaladas más profundas, la cantidad de pinchazos y el corte en la frente de Ellen eran más representativos de un ataque: “Puedes apuñalarte bastante profundamente en muchas áreas diferentes de tu cuerpo. (…) Ella podría haberlo hecho físicamente, por supuesto, pero es inusual apuñalarte a ti mismo tantas veces tan profundamente”. Otra cosa que señaló y que va contra la versión del suicidio es que los suicidas rara vez se hieren vestidos. Ellen estaba totalmente vestida. “La mayoría de las personas que se suicidan no se apuñalan a sí mismas a través de la ropa, por lo general, se suben la ropa y suelen exponer cualquier área que quieran apuntar, por lo que esto fue un poco inusual si fuera un suicidio”, reconoció.
Llegando al 2022
Finalmente, a fines de agosto de 2022, los padres de Ellen lograron un triunfo: ¡se reabrió el caso! Los detectives de homicidios están revisando otra vez toda la evidencia de la espantosa muerte de Ellen.
Hace pocos días el Daily Mail publicó que una gran amiga de la maestra, Alyson Stern (39), iba a ser vuelta a citar. Se conocían desde los diez años y habían crecido juntas. Quieren saber por qué Alyson no respondió el teléfono cuando ese día de tormenta Ellen la llamó antes de dejar su puesto de trabajo en el colegio. Alyson le dijo al DailyMail.com: “Ella me llamó a la una de la tarde ese día, pero yo estaba en la otra línea y no atendí”.
Alyson y Ellen habían salido juntas de shopping cuatro días antes para ver vestidos de novia. Alyson recuerda: “No parecía ella misma. Estaba desarreglada. Cuando estuvimos sentadas en el probador incluso lloró un poco y me dijo: lo siento no soy yo misma”. Según ella los cambios en su amiga se venían notando desde hacía unos meses. También le había contado que quería cambiar de trabajo y volver a la casa de sus padres, pero no le reveló las razones.
¿Y Sam? ¿Qué se sabe de él? Tiene 38 años y rehízo su vida. Está radicado en Nueva York con su nueva mujer con la que tiene dos hijos. ¿Lo citarán esta vez?
A estas alturas, la mayoría coincide en un único punto: un suicidio de estas características es prácticamente imposible. Pero en este caso increíble otra rareza es que nadie señala a nadie. Salvo en las redes sociales donde se debate el caso y todos apuntan a su pareja e interpelan con dureza a la justicia. Hablan de influencias, de negligencia policial, de intereses en el poder judicial, de corrupción… Palabras que podrían buscar su sitio en esta trama si es que la investigación progresa.
Está claro que “alguien” debería explicar por lo menos cómo se hace gimnasia con las botas puestas.
Caso en plena revisión. Final abierto.