Uno de los puntos luminosos de la gestión gubernamental del Presidente Danilo Medina lo constituye sin lugar a dudas el éxito de las llamadas visitas sorpresa, un programa que le ha devuelto la fe y la esperanza al campo dominicano.

Reconocido a nivel internacional por una organización de tanto prestigio y autoridad como la FAO, las visitas sorpresa han revolucionado y dinamizado la producción agrícola nacional, favoreciendo a sectores que nunca habían recibido el apoyo del Gobierno, y creando al mismo tiempo miles de empleos en la deprimida población campesina.

Los recursos de campaña son legítimos para contrarrestar el avance de la competencia, pero para que estos surtan sus efectos tienen que ser creíbles y bien sustentados, porque de lo contrario se revierten contra sus promotores, como en el caso que nos asiste.

Las estadísticas suministradas por la Dirección General de Comunicaciones y su encargado el Lic. Roberto Rodríguez Marchena son incuestionables e irrebatibles. La inversión de las visitas sorpresa asciende a casi 6 mil millones de pesos; 623 proyectos financiados, incluyendo 259 proyectos comunitarios y 364 productivos.

Ciertamente, se trata de una verdadera revolución en el campo criollo, y los productores agrícolas son los protagonistas de ese original e innovador programa, cuyo impacto sensatamente nadie puede soslayar o negar.

Cuestionar los resultados de las llamadas visitas sorpresa del presidente Medina es una insensatez política propia de la campaña electoral. El Lic. Luis Abinader, definido por el destacado periodista Guillermo Gómez como el candidato presidencial ético, moral y honesto de las próximas elecciones ha estado fortaleciendo su proyecto por cuanto no le conviene exponer su reputada credibilidad.