El indio dominicano

El indio dominicano

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
El Siglo XXI parece ser el siglo de la sincerización consigo mismo y misma. Así las cosas, ha cobrado mayor impulso el movimiento gay, el indigenismo, el feminismo, el cabellomalismo, el feísmo, el mulatismo y una cantidad cada vez más creciente de corrientes, impulsos, filosofías y convencimientos.

Hasta hace algún tiempo, la «cédula personal de identidad» de los dominicanos establecía el «color» como característica principal (y más visible) de la persona portadora de dicho documento. Así, resultaba que teníamos personas blancas, negras e indias; presentándose a veces el problema de saber a ciencia cierta cuándo una persona era negra o india; porque blanca sin discusión resultaba la piel de cualquier enfermo, tísico, jojoto, jipato, jabao, hinchaíto de Moca, banilejo, ocoeño, constancero y otras tonalidades del pálido.

Por más estudios antropológicos que se hicieron en torno al asunto del color de los dominicanos, no se llegó -o no se llega aún… o no se quiere llegar todavía- a determinar quién es indio y quién es negro. No han valido los trabajos de Dagoberto Tejeda, de Martha Ellen Davis, de la misma June Rosemberg (¡que Dios la tenga en su gloria bailando un buen Ga-gá!) o de Virginia Roca (¡que Dios me la ponga en una tarea de Ga-gá!), para definir, no de qué color somos, sino por qué diablos tiene que aparecer en nuestra cédula un color de piel que pasa por todo el abanico de «Prisma-color» sin llegar a identificarse.

Para evitar el asunto del «color» que aparecía en la antigua «cédula personal de identidad», se decidió eliminarlo para la nueva «cédula de identidad y electoral». Ahora, en lugar de «color» dice «piel». Y no hay manera de encontrar otras letras de identificación para «piel» que no sean B ó I. Es decir, aquí todos somos B ó somos I.

Ahora, suponemos que tener «piel B» es quedar dentro de los blancos -y ya dijimos anteriormente toda la gama de blancos que tenemos-. Pero ¿qué es tener «piel I»? ¿Incoloro, Indefinido, Inapropiado… ó Indio?

¿No valdría mejor quitar de la cédula el asunto del color de piel? Así, nuestra mayoría mulata dejaría de lado su particular investigación cromática, y el B dejaría ser una característica de superioridad, porque es así como se maneja.

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Jaime Yépez y el metro verde

El ingeniero Jaime Yépez, a quien recuerdo más por su hermana Rosemary que por ser Jaime, me envió un corto escrito que tituló «El Metro Verde». Y dice así:

«El gobierno central decidió posponer el inicio de los trabajos físicos del Metro de Santo Domingo, a la espera de condiciones socioeconómicas y sociopolíticas mejores en la sociedad dominicana. En dos artículos que publiqué en este periódico HOY hice un listado de las principales ventajas y desventajas de este megaproyecto. En ese momento el pueblo no se oponía a la construcción del Metro, sino que estimaba que no era el momento oportuno para realizar la inversión económica que se presupuestó en 350 millones de dólares.

«La Oficina del Metro (OM) debe aprovechar el tiempo intermedio que transcurrirá entre hoy y el inicio posible de la construcción, a fin de reducir los impactos negativos del proyecto. En lo inmediato, la OM deberá completar las siguientes etapas: a) realizar el estudio de impacto ambiental (EIA); b) realizar los estudios energéticos; y c) terminar los estudios técnicos, económicos y financieros.

«Las tres actividades anteriores, en la medida que se van ejecutando, deben ser comunicadas a la población, con la finalidad de que el pueblo conozca ampliamente las interioridades del megaproyecto y a la vuelta de un año sea potable para la mayoría en términos técnicos y económicos.

«Un aspecto interesante del Metro es la posibilidad de convertir la obra en un proyecto verde (sin contaminación de la atmósfera) mediante la autogeneración de electricidad con fuentes de energía renovable (basura de Santo Domingo, bagazo de caña, energía solar o energía del viento).

«En resumen, el inicio del Metro ha sido pospuesto. Este período de tiempo debe ser aprovechado por la OM para completar en un 100% los estudios técnicos de la obra e informar a la población ampliamente sobre los resultados que se van obteniendo».

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Mario Reyes Risí y la carretera Cibao-Sur

El arquitecto Mario E. Reyes Risí me escribió el mes pasado enviándome fotocopia de un artículo que escribió en 1999 sobre el tema de la carretera Cibao-Sur. Recuerden que ese es un tema que nos va a dar mucha «agua a beber» en cualquier momento.

El amigo Reyes Risí indica en su artículo: «Para dicha construcción, hay dos alternativas. La primera es la que va desde San Juan de la Maguana, a Jánico, San José de las Matas.

«La segunda se divide en cuatro ramales, estos son: el primero que va desde San Cristóbal-Medina-Autopista Duarte; el segundo desde San José de Ocoa-Rancho Arriba-Piedra Blanca en la Autopista Duarte por la Carretera de Casabito y también El río.Autopista Duarte por Jarabacoa.

«Un cuarto ramal saldrá desde San Juan de la Maguana o Azua, hasta Padre las Casas-Constanza-El Río, Autopista Duarte por Jarabacoa».

Lo más importante del artículo del arquitecto Reyes Risí es su interés en la protección de los Parques Nacionales «José del Carmen Ramírez» y el «Armando Bermúdez». «En estos parques es que nacen los ríos más importantes de la República Dominicana, como el son Yaque del Norte y el Yaque del Sur». Y agrega Reyes Risí: «Tengo entendido que hay un estudio desestimando esta solución, debido a que le haría un daño irreparable a la ecología de esta Zona y de la Isla».

Termina el artículo que me remite el Arquitecto llamando la atención en torno a que «algo muy importante es que no necesariamente se tiene que comenzar estos ramales al mismo tiempo. Se pueden construir en diferentes etapas».

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Donde quiera se cuecen habas

Ese es un dicho popular muy antiguo, pero en la República Dominicana cobra una dimensión colosal, gigantesca, del tamaño del país. Porque aquí, donde quiera no solamente se cuecen habas, sino guandules, patas de cerdo, espaguetis, plátanos con huevos, sofrito de cebolla, habichuelas rojas, negras y blancas, carne de res, pollo con todo y patas, arroz blanco, moro, locrio, ropa vieja, rancho, asopao, sancocho de siete carnes, sancocho sin carne alguna… en fin, se cuece lo que se le venga en ganas y donde le venga en ganas a la dominicana (prieta o blanca) que arme cualquier chiringuito.

Por lo que nos encontramos una cocinadera desde la esquina friturera del barrio Capotillo hasta en el corazón del bosque montañoso donde explotan el larimar, como se ve en la foto.

Así, donde quiera que se monta una obra, sea pública o privada, ahí mismo se montan los fogones, anafes u hornillas de gas propano. ¡Y venga grasa que esto es democracia!

De manera que no hay que extrañarse que ya en plena avenida Máximo Gómez, debajo del peatonal de blancos soportales que cruza sobre la avenida «27 de Febrero», se haya instalado una «madre de familia» a cocinar para los «padres de familia» que trabajan en el entorno. Ni de extrañarse sea el hollín y el graserío que ya va trepando por la blanca columna. Y mucho menos debe causar extrañeza que hasta los policías que deberían vigilar para que estas violaciones no ocurran, se les vea enguyendo (más que tragando) de lo que se cocina por ahí, sean habas o sean arenques con leche condensada.

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