Habla de la historia dominicana y de su vida con toda precisión a pesar de que en dos años arribará al siglo de existencia. Fechas, lugares, personas, situaciones recientes y remotas están frescas en su memoria.
La caída que fracturó su cadera y lo dejó completamente inválido, las seis visitas al quirófano para intervenir en apéndice, hernia, vesícula, cataratas, menisco, ni los noventa y siete años de edad han doblegado el tenaz espíritu de don Wenceslao Troncoso Sánchez que, a pesar de no poder valerse, asiste mañana y tarde al bufete de abogados donde comenzó a ejercer desde 1930, escribe artículos para la prensa y capítulos para un libro en preparación, lee los periódicos, consulta libros de su biblioteca privada o los especializados en derecho y economía de la oficina, que forman uno de los más preciados y ricos legados familiares.
Aun cuando en la compañía no se trabaja los sábados, acude en las mañanas y quisiera volver por la tarde. ASi no voy a la oficina, me mataría el tedio, allá están los libros, me siento con tanto ánimo que voy los sábados@, exclama.
El once de octubre del 2001, don Lao, como le llaman familiares y amigos, perdió el equilibrio y cayó. Fue necesario hospitalizarlo durante siete semanas y a partir de entonces quedó sin movilidad por lo que debió ser trasladado en silla de ruedas durante un tiempo, luego caminaba apoyado en un bastón y ahora en andador. Cuatro enfermeras y un camillero que se turnan están a su lado las veinticuatro horas del día.
AHe tenido la fortuna de estar acompañado de personas muy buenas y profesionales@, significa, refiriéndose al personal que lo atiende.
La situación lo ha retornado a su infancia, en cuanto a movimientos. AHay que hacérmelo todo, como a un niño: me levantan, me traen en la silla de ruedas, me sirven el café, me traen el periódico, me llevan al baño, me visten…@.
El aseo es prácticamente la única función que puede realizar independiente, pero después que lo introducen en la bañera y lo sientan en un asiento plástico con brazos, a prudente distancia para manejar las llaves y agarraderas especiales.
Jamás ha vuelto a dormir en una cama, su lecho es un sillón que completa una pequeña silla para los pies, a fin de que su cuerpo quede lo más horizontal posible. Así está obligado a pasar la noche entera. Ya a las seis de la mañana, el ex gobernador del Banco Central y síndico del Distrito Nacional está en pie, dispuesto a que le pongan la indumentaria callejera para acudir como de costumbre a la oficina de la que es decano. Quiso retirarse pero Ramón Cáceres, el sobrino que fue paje de su boda en 1935, le comunicó: AEse despacho tuyo es un santuario@.
La adversidad, sin embargo, no pudo someter la admirable lucidez y el singular temple del notable escritor, fotógrafo, pintor, deportista, bombero, costumbrista, diplomático, actor, que durante años se ocupó de los asuntos jurídicos de los bancos Nova Scotia y Royal Bank of Canada, y que, una vez, mientras sus hermanos Jesús María y Pedro desempeñaban funciones públicas, quedó solo al frente del bufete, con Julio Hoepelman como ayudante y el hoy laureado poeta Víctor Villegas como su secretario. Trujillo aceptó su renuncia de síndico, reconociendo que ALao@ era imprescindible en su escritorio de abogado.
Habla de la historia del país, de su vida, con envidiable precisión, pese a que en dos años arribará al siglo de existencia. Fechas, lugares, personas, situaciones recientes y remotas están frescas en su memoria luminosa. Posee dominio del discurrir nacional en los aspectos políticos, económicos, culturales, sociales, porque ha sido protagonista, testigo, parte del desarrollo de la República.
Mente bajo control
En su charla no hay quejas ni descontento, al contrario, sonríe y celebra pasajes amenos de su activa y fructífera biografía, aunque confiesa: ANo creas, he tenido que fortalecer mi espíritu, he tenido momentos depresivos, de mal genio@. Una pastilla tranquilizante le devuelve paz y alegría.
Piensa que ha podido resistir el daño físico porque practicó todos los deportes: natación, fútbol, esgrima, golf, desde edad temprana, en el Gimnasio Escolar, y ya adulto cuando fue de los que introdujeron el Rugby, junto a su amigo el play boy Porfirio Rubirosa. Su primera caída fue precisamente cubriendo una primera base, entonces se rompió el peroné. Aun hace gimnasia.
AA las personas de mi edad les aconsejo recordar, hacer ejercicio mental de la memoria, hacer gimnasia todos los días y ser moderados en la bebida@. Dos copas de whisky son invariables en sus días.
Vence la adversidad poniendo en práctica las enseñazas recibidas en un curso de control mental que tomó hace años y manteniéndose pendiente del acontecer político y del béisbol. El pasado dieciséis de mayo fue de los primeros en votar y no se acostó hasta que el Presidente de la República anunció el triunfo de su adversario. En cuanto a pelota, no se pierde un partido del Licey, del que es fanático. ATenemos la misma edad: ambos nacimos en noviembre de 1907@.
Don Wenceslao no lleva dietas especiales y gracias a Dios no padece ninguna enfermedad que no sea la secuela que le dejó la caída. Hoy está sobreponiéndose a la muerte de su esposa, Rosa Mercedes Barrera Vega, madre de sus hijos Rosa María, Manuel, Silvia y Wenceslao, los dos últimos fallecidos.
Cada domingo le llevan la comunión y a diario le visita la descendencia. ATengo la suerte de estar en salud, la fortuna de contar con mis hijos y de tener, en mi invalidez, las personas que me atienden@.
Don Wenceslao nació en Santo Domingo el veintiséis de noviembre de 1907, hijo de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha y Alicia Sánchez de Troncoso. Es licenciado en Derecho, egresado de la Universidad de Santo Domingo. Otros cargos desempeñados por él fueron los de secretario del Banco de Reservas, Consultor Jurídico del Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo, Subsecretario de Estado de Economía y Comercio y de Interior y Policía, Diputado al Congreso Nacional, embajador de la República en Argentina, Perú, Colombia, Miembro de la Comisión de Comercio Exterior de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, Presidente del Comité Pro Faro a Colón, entre otros. Es autor de AEl frustrado viaje de Duarte a Lima, Perú@, ADe lo nuestro y algo más@ y AAlgo más de lo nuestro@.
El distinguido genealogista agradece a Dios estar vivo pero no le aterroriza morir. ACuando pienso en la muerte, no lo hago con miedo pues sé que es inevitable. Digo como mi papá: No la deseo, pero no le temo@.