El inexplicable pandemonium de la indexación

El inexplicable pandemonium de la indexación

Las intenciones oficiales identificadas como indexación del impuesto a los combustibles y las reacciones consecuentes demuestran hasta qué punto ha llegado la degradación en el tratamiento de cuestiones relacionadas al interés público por parte de gobernantes y organizaciones de nuestra nación.

Pretendiendo minimizar su propuesta tributaria argumentando que se limitaba a indexar los impuestos a combustibles establecidos en la Ley 112 –00, no obstante la misma instituirla  automáticamente, el Gobierno anunció una ley para aplicar lo que dicha ley mandaba y sus funcionarios inobservaron; al tiempo de argüir que dicha figura no fue aplicada durante los últimos tres años. 

Las reacciones a éste anuncio no se hicieron esperar: Críticos consuetudinarios se rasgaron las vestiduras, transportistas de pasajeros amenazan con aumentar tarifas, ciudadanos se atemorizaron por sus efectos inflacionarios, empresarios acudieron al palacio procurando gradualidad, transportistas de carga paralizan el país.

Mientras, funcionarios  cabildeaban con senadores afines dentro de una informalidad impropia del protocolo oficial y entidades estatales intentaban tranquilizar a la ciudadanía despojando sus efectos inflacionarios.

El exótico término pasó  repentinamente a popularizarse, exigiéndose explicaciones sofisticadas al simple hecho de ajustar tributos por la inflación. Entendiéndolo pocos, muchos se aterrorizaron. Se puso de moda, motiva caricaturas y augura el nombre para el próximo virus que azote al país.

Pero al estudiar la propuesta gubernamental al Congreso se observa que la misma solo introduce cambios burocráticos y procedimentales a la indexación instituida en la Ley 112-00.

Menciona que la misma se hará anualmente en lugar de trimestralmente como hoy se establece, modificación que las autoridades pudieran argumentar complacencia parcial a reclamos similares de empresarios, transportistas y políticos, a pesar de que mermarán las recaudaciones cuyo aumento es lo que procura el Gobierno.

Resulta  pues, inexplicable, que el Gobierno haya levantado un innecesario pandemónium en el nombre de lo menos trascendente de su propuesta.

Y que para ello  haya tenido que valerse de engañifas: No es cierto que el impuesto a los combustibles no se haya indexado desde hace tres años.

Aplicando la variación del Índice de Precios al Consumidor desde que entró en vigencia la ley a los impuestos en ella establecidos, la gasolina premium fue indexada a precios de enero/2008, la corriente a junio/2009 y el gasoil en un 50 por ciento por encima de lo que debió haberse indexado.

La intrascendencia de lo propuesto no justificaba las argumentaciones y procederes gubernamentales, ni las reacciones que esa torpeza provocara, enardeciendo, innecesariamente, el clima político – social de la nación  de por sí caldeado por los graves problemas que nos acosan y su inadecuado encaramiento.

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