El infarto (cerebral y cardíaco)

El infarto (cerebral y cardíaco)

 JOSÉ SILIÉ RUIZ
Este «conversatorio» está dedicado a un fraterno, que aunque no de sangre, un verdadero hermano, y con él a todos los «valientes», que no se atreven o no quieren oír los dictados de su organismo, cuando él mismo les dice que se deben tomar medidas de cambios de «actitudes» en sus vidas, por las alertas recibidas de posibles daños en sus vasos, y en sus órganos vitales.

En alrededor de un 85% de los casos, con una historia clínica detallada, tanto el neurólogo, en nuestro caso por los Ataques de Isquemia Transitoria, los TIA, como el cardiólogo, con los variados dolores anginosos, podemos «predecir» al valorar estos elementos premonitorios, para evitar una «fatalidad» posterior, asumiendo que, o dejan secuelas nefastas o nos envían al mundo de los que no regresan.

Tanto en neurología como en cardiología hay los llamados «factores de riesgo» para los infartos y «derrames», los cuales están muy bien estudiados. Son de las cosas que aconsejamos, en todos los espacios de comunicación en los que participamos. Hay algunos de dichos factores que son modificables y otros que penosamente no podemos: toda vez que no se puede cambiar la edad, la etnia, el sexo o la herencia, entre otros. A mayor edad, mayor riesgo, peor después de los 55 años, que se agrava en la raza negra tocándole mayor potencialidad de daño en ambos órganos. Se podría decir que existe un «racismo vascular»; el sexo, implica mayor riesgo en el hombre; pero por las paridades sociales logradas por la mujer, casi se igualan después de la menopausia. Investigaciones en el último número de «Neurology» señalan que las mujeres entre 45 y 54 años duplican a los hombres, en el infarto cerebral (Amytis Towfighi). La herencia nos viene dada, para bien o para mal, si hay antecedentes familiares de enfermedades de ambos órganos, esa espada de Damocles pende en nuestra salud.

En cambio, hay otros factores que sí podemos nosotros con decisión y esfuerzos modificar: la hipertensión arterial, la diabetes controlarla, dejar de fumar, hacer ejercicios, controlar las grasas en sangre, bajar de peso, chequear nuestro corazón por arritmias, moderar el alcohol, modificar los factores ambientales, léase evitar el no beneficioso estrés. Para ejemplo basta un botón. En el fumar, el humo del cigarrillo es un conocido factor aterotrombótico a través de varios mecanismos: lesión del endotelio, reducción de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (colesterol bueno), estimulación de la agregación plaquetaria y de la cascada de la coagulación.

Veamos cómo fumar puede ser un elemento de deterioro a vasos sanguíneos y por tanto a esos órganos vitales para la subsistencia; pero el daño no es sólo al propio fumador, sino a su compañera (o). En primer lugar esa aterosclerosis, que es una enfermedad generalizada y progresiva, puede ser causa de estenosis con obstrucción al flujo sanguíneo, o puede provocar émbolos (que viajan) de arteria a arteria o las placas ulcerarse y complicarse con trombosis (local), que ocluye el vaso. El endotelio, es la capa interna de los vasos sanguíneos, que hoy día se reconoce como sede de muchísimas actividades de orden metabólicas y de intercambios. La lesión inicial a esa capa se define como la «estría grasa», la cual se caracteriza por engrosamiento de la íntima arterial. Se sigue dañando el vaso hasta terminar en la «placa aterosclerótica fibrótica», que puede exhibir inestabilidad y romperse. Entonces aparece la condición de «placa complicada», la cual favorece la obstrucción vascular.

Las plaquetas, cuando el endotelio o capa interior del vaso está sano y liso, circulan libremente y no tienden a adherirse, pues además ese endotelio sano secreta sustancias como las prostaciclinas y el óxido nítrico, que ayudan al efecto «antiagregante» contra esas células. En cambio, cuando ese endotelio está lesionado y se exponen fibras de tejido dañado y acumulo de grasas, ellas se alteran y se «aglutinan», se inicia la formación del «trombo blanco» y por la continuación del deterioro, al quedar atrapados por igual los glóbulos rojos, se forma el «trombo rojo secundario». En ese momento se ocluye el flujo sanguíneo de esa arteria y se inicia la temida isquemia, paso previo al infarto definitivo.

Como vemos, no es tan simple la obstrucción de un vaso sea del corazón o del cerebro, pero cuando acontece es muy grave, es elemental si hoy se nos advierte de esos factores de riesgos, y que todos actúan por igual en contra de esa función endotelial, sólo necesitamos de una «decisión» para mejorar. Ya lo decía el poeta Gracián: «Fenecemos precisamente cuando debíamos empezar a vivir. Triste cosa es la noticia del irrevocable desahucio cuando nuestra afanosa curiosidad había logrado adornar e iluminar la morada del espíritu con un poco de ciencia, algo de arte y un reflejo de ideal. Lo verdaderamente trágico es caer antes del brote de las alas espirituales, henchido el cerebro de proyectos inmaduros». De cada uno de nosotros dependerá, tenemos la información científica, es solo cuestión de «zanjarnos» por una mejor calidad de vida, máxime si ya a usted lo «notificaron» para el infarto y sus secuelas, felizmente en este caso del fraterno, fue solamente un «pre aviso», pero no abusemos de nuestra «buena suerte», podría ser fatal.

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