JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do 
“Si gana por mucho en la primera vuelta, ¡se endiosará!” “Tenemos que reducir su margen, o nos aplastará…”. “Lo prefiero, pero no que se crea indispensable…” “¿Seguirá con el mismo gabinete? ¡Guácala!”. “¿Y qué hará con tantos reformistas y demás yerbas? No alcanzarán los puestos…” “Sí, si fuera por bonito, lo prefiero, pero me sale más barato y sé cómo hacerlo mejor con los perredeístas…”.

Las anteriores son frases que he escuchado recientemente de amigos míos encumbrados en el empresariado. Reflejan diversos temores alentados por la oposición o incubados por realidades del actual Gobierno. (Lo dicen bajito; quizás les dé vergüenza o apuro que les crean perredeístas). Se trata, quizás, de un reconocimiento implícito de que el Presidente Fernández ha logrado acumular un respaldo popular con pocos precedentes, independientemente de que éste se base en el rechazo al PRD por su terrible gestión anterior o el alegado abuso de los recursos públicos para hacer campaña política.

Lo indiscutible es que, pese al apoyo popular que refleja la mayoría de las encuestas con mayor credibilidad, en ciertas cúpulas empresariales existen aprehensiones bien fundamentadas acerca de qué clase de Gobierno realizará el Presidente Fernández en su próximo período si, como es previsible, resulta re-electo. Para comenzar, nadie es indispensable.

La necrofilia política que mantiene “vivos” a Balaguer, Bosch y Peña Gómez lo demuestra. El mundo sigue girando. Para usar ejemplos vivos, ¿hace pocos años hubiera alguien imaginado un PRD sin Hatuey, Felipa Gómez, Polonio Pierret, Johnny Ventura o los hijos de Peña? ¿O un PLD en campaña sin el activismo y apoyo de Danilo Medina? ¿O un PRSC sin Morales Troncoso, Matos Berrido, Johnny Jones, Alexandra Izquierdo, Amílcar Romero, Rodríguez Pimentel, la familia de Jacinto Peynado, Eduardo Estrella y  otros emblemáticos dirigentes? Indispensable nadie.

Esta elección le dará al Presidente Fernández la oportunidad de ejercer un liderazgo que trascienda su base de apoyo natural que es el PLD. Ergo, su gabinete quizás resulte menos condicionado por los mandatos de sus compañeritos y compañerotes. En cuanto a que a ciertos empresarios les resultaba “menos costoso” lidiar con el PRD, el juicio entraña un elogio a Leonel, si han de creerse todas las estadísticas sobre crecimiento y estabilidad. Aquellos líderes empresariales preocupados por la popularidad del Presidente quizás defiendan mejor su propio interés aceptando que un país organizado crece más.