El Instituto Pasteur busca combatir enfermedades

El Instituto Pasteur  busca combatir enfermedades

PARÍS.

Del Zika al dengue, pasando por el paludismo, la fiebre amarilla o el chikungunya, todas esas enfermedades tienen en común un pequeño huésped común de pocos milímetros, el mosquito, que Anna-Bella Failloux escruta minuciosamente con su microscopio en el Instituto Pasteur, en París, para aprender a combatirlo.
«Intentamos entender cuál es el punto débil del dúo mosquito/virus», explica la directora de investigación, advirtiendo de antemano que «no hay una solución milagro. Incluso si hundiéramos el planeta en un bote de insecticida», estas enfermedades no desaparecerían.
Con ocasión de la publicación del libro de Erik Orsenna «Geopolítica del mosquito», la investigadora y su equipo han abierto las puertas de su universo de minúsculos y mortales seres, en el sótano de este prestigioso instituto. En un local exiguo, las filas de frascos en las estanterías ejercen de «guardería»: allí pueden encontrarse mosquitos en todos los estadios de desarrollo, huevos, larvas, ninfas y adultos de Aedes Albopictus (el famoso mosquito tigre) y de Aedes Aegypti – dos especies responsables de la transmisión de numerosas enfermedades al ser humano.
La instalación es artesanal y los «criadores» de mosquitos deben hacer acopio de ingenio: un aspirador de mano para capturar los especímenes, tubos de cartón agujereados y recubiertos de tul para transportarlos e incluso una raqueta eléctrica a mano en caso de que uno travieso logre escaparse.
Pero en la etapa siguiente, en la que se infecta al insecto con el virus de la fiebre amarilla o el del Zika, todo el proceso se realiza en un laboratorio securizado, explica Failloux.

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