Las personas que como advirtiera Sábato, no tienen la “necia pretensión” de ser perfectas, pero que en cambio se esfuerzan por ajustar sus actuaciones a normas de equilibrio, justeza y ética personal, generalmente responden con indiferencia ante imputaciones burdas, perversas y maliciosas provenientes de mentes perturbadas.
Censurable en cualquier circunstancia por lo dañino que resulta el intento de querer empañar una bien ganada reputación profesional, a la malignidad de quienes usan tales métodos se añade la irresponsable y cobarde maniobra de recurrir a un montaje, que la Real Academia de la Lengua define como “aquello que solo aparentemente corresponde a la verdad”.
Esto es lo que acaba de acontecer con una foto, claramente manipulada con artificios digitales y puesta a circular en las redes sociales, para querer presentar a la periodista Alicia Ortega como militante a favor de la reelección presidencial con una mano en alto en que aparecen alineados los dedos meñique, índice, medio y anular y el pulgar reclinado hacia la palma.
Sin tener que ser un especialista en la materia, una detenida observación del mamotreto fotográfico permite advertir que el rostro real de Alicia fue plantado en el busto de otra mujer y que para tratar inútilmente de disimular el empalme, su cabello fue empastelado con la finalidad de difuminar la imagen en esa área.
Otro claro detalle que pone de manifiesto la maldad del autor del montaje y que parece no tomó en cuenta, es que la amplitud con que fue desplegado el busto ajeno, visto desde el cabello de Alicia hasta el hombro, tiene tan grotesco tamaño que bien podría corresponder a la espalda de un luchador de sumo japonés.
Quienes han trabajado con Alicia saben que es una ejecutiva periodística sumamente “quisquillosa” en eso de mantener distancia de todo partidarismo y eso lo aplica para sí y lo reclama para el equipo de SIN con tal sistematicidad que en ocasiones puede rondar casi lo obsesivo en el cuidado equidistante y equilibrado de los contenidos noticiosos.
Esto no significa, en modo alguno, que busque coartar el derecho a la libre preferencia política o electoral de reporteros, coordinadores o presentadores, sino que a la hora de escribir y editar un reportaje el medio y los propios comunicadores deben evitar endosar, enjuiciar o descalificar una determinada postura o corriente partidaria. Como parte de un periodismo inclusivo y participativo, en las campañas electorales acompaña a los principales candidatos presidenciales en parte de sus recorridos proselitistas, los entrevista sobre el terreno y describe el ambiente en que se desarrollan las visitas y recorridos por diferentes poblaciones.
En esta oportunidad lo hizo con Luis Abinader, candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el presidente Danilo Medina, candidato a la reelección por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Los que están detrás de la infamia de querer con malas artes presentar a Alicia Ortega como promotora de una facción política, han quedado mal con este burdo montaje. Si alguien por bajeza o mezquindad recela de su trabajo profesional lo que debe hacer es aprender de la altura y la ética profesional con que realiza el programa El Informe, que ha merecido reconocimiento por su credibilidad y amplitud en la investigación periodística.
Ante su silencio inteligente por la bajeza señalada, en las redes las reacciones de apoyo no se hicieron esperar. “Es muy profesional, siempre lo he destacado. Maneja las entrevistas con respeto y apegada a su rol”, escribió en tweetAdelaida Martínez R., comentarista con maestría en periodismo,correctora de estilo y maestra de ceremonias.